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miércoles 24 de abril de 2024
Alberto Fujimori-Vladimiro Montesinos

En la sala de la corrupción

En el tomo sexto, páginas 3491- 3518, del archivo denominado “En la Sala de la Corrupción”, de 801 páginas, se relatan los espeluznantes relatos de latrocinios y crímenes perpetrados por la siniestra dupla Alberto Fujimori-Vladimiro Montesinos, durante la década de 1990-2000.

En el acta de 13 de marzo de 1990 se revela la humillante actuación del “alto mando” de las Fuerzas Armadas y 400 jefes y oficiales, que en repugnante escena presidida por Vladimiro Montesinos, desfilaron disciplinadamente, sin dudas ni murmuraciones, para firmar el acta de adhesión y sumisión a la autocracia de la década 1990-2000.

En el estrado figuran Montesinos y los generales y almirantes Carlos Tubino, Julio Salazar Monroe, José Villanueva Ruesta, César Saucedo Sánchez, Elisbán Bello Vásquez, Humberto Rosas Bencelli, Fernando Dianderas Ottone.

Luego aparece la larga fila de militares, encabezada por generales y almirantes, entre ellos, los jefes J. Venero, Victor Malca Villanueva, Hermosa Ríos, Jorge Camet, Luis Guiampietri, José Huerta, Wilmer Calle Rendón, Carlos Tafur Ganoza, Pablo Carbone Ormeño, Armando Santisteban de la Flor, Elmer Calle, Carlos Tubino y otros, integrantes del alto mando castrense, en cuyas manos se hallaba la “defensa de la soberanía nacional”, pero aquella vez, era la “soberanía” de la más siniestra red de corrupción y crimen.

Jaime Salinas Sedó

Cuesta creer lo que en las páginas de aquel histórico volumen se refiere y retrata fielmente, la práctica de las más inimaginables acciones criminales de una dupla, que tuvo la habilidad de anestesiar a los más altos mandos de las instituciones armadas, cuyos integrantes, con alguna excepción, como la del gallardo general Jaime Salinas Sedó, quien, en una patriótica actitud de decencia, el 13 de noviembre de 1992 encabezó un contragolpe contra la autocracia de Fujimori con el fin de retornar a la civilizada vida democrática, pero terminó perseguido y encarcelado junto con otros pocos patriotas.

Como siempre, en esta sufrida República, vencieron los inmorales y los ladrones, los que, demostrando sumisa vocación y capacidad de piaras, y, en señal de sometimiento, permitieron que el denominado “pentagonito”, así bautizada la sede central de las FF.AA., fuese convertido en sede de las operaciones de Montesinos; en ella despachaba y celebraba reuniones con sobornados militares, parlamentarios, jueces, empresarios, propietarios de medios de comunicación. Unas diez cajas fuertes guardaban fuertes volúmenes de billetes de dólares con los que pagaba a sus víctimas complacientes.

La pregunta de rigor es sin duda ¿Cuál fue el origen de los millones que repartía? No se debe olvidar que, Fujimori, manu militari, había procedido, in pectore y fríamente, a la enajenación del patrimonio nacional, es decir la venta subvaluada de 238 empresas del Estado, de cuyo importe de nueve mil millones de dólares, sólo ingresaron al Erario, seis mil millones, sin que a nadie se le ocurriera pedirle cuentas y conocer el destino de los tres mil millones restantes, que sin duda fue la fuente para los múltiples latrocinios de la siniestra dupla.

Montesinos, sujeto de una gran inteligencia y habilidad, pero para el mal, tuvo un poder increíble dentro de la Fuerza Armada, a la que, dicho de paso, la conocía perfectamente, pues había sido integrante del Ejército, llegó al grado de capitán y renunció, según pregonaba, decepcionado. Conocía entonces, perfectamente, la conducta de aquellos a quienes con gran facilidad llegó a dominarlos.

El Espía Imperfecto

 

Una sensacional obra bibliográfica, meticulosamente redactada, best seller de las escritoras británicas: Sally Bowen y Jane Holligan.

Título de la obra: “El Espía Imperfecto”, relata con lujo de detalles, la siniestra historia que permanecía inédita y para cuya exitosa publicación recibieron la colaboración del Fund for Investigative Journalism, Washington D.C. Se trata del más completo y minucioso relato de tan siniestra telaraña tejida por una mafia de la que increíblemente, a modo de fatal herencia, se ha derivado en una denominada organización “política criminal”, que engatusa a seguidores, aparentemente incondicionales, fenómeno que no se da en ningún lugar del Universo.

Algo que merece ser examinado es la calculada actitud de Montesinos, es su esmerada vocación de registrar, meticulosamente, en grabaciones, fotografías y pantallas de televisión, los sobornos y las imágenes, nombres y apellidos de venales impostores, de todas las categorías: políticos, jueces, brodcasters, empresarios, jefes militares, generales y marinos, integrantes de la fauna delincuencial que se embolsaban fajos de billetes de dólares, creyendo alegremente que procedían, como estilaban, en el consabido secreto de Estado. No contaban con la astucia del capo corruptor, que a tiempo de simularles amistad, adoptara minuciosas precauciones dejando testimonios sobre los tránsfugas de la moral, bazofias con pergaminos, diplomas, grados y alcurnias falsificadas, en una sociedad en la que la delincuencia se hallaba institucionalizada.

FUJIMORISMO

Fue el siniestro FUJIMORISMO, vocablo que bien podría ser incluido en el Diccionario de la Lengua Española, como sinónimo de genocidio, robo, exacción al Erario, prepotencia y magia diabólica capaz de haber sometido a sus designios a los más altos mandos de la Instituciones Armadas. Así como las voces “cantinflesca o cantinflada”, que significan expresiones desordenadas, ininteligibles y confusas, ya se hallan incluidas en el Diccionario de la Lengua Española, dentro de poco una nueva acepción podría ser la voz:

“FUJIMORISMO”, que significa delincuencia, genocidio, corrupción, criminalidad, lacras sociales e identifican a una de las más nefastas etapas políticas del Perú, década de 1990-2000, en la que se hizo escarnio a la sociedad peruana, mediante prácticas de socavamiento de la sociedad: robo, enriquecimientos ilícitos con exacciones al Erario, Crimen, asesinatos de estudiantes, alumnos, profesores, funcionarios, ciudadanos inocentes, bajo supuestas sospechas de imaginarios atentados con el siniestro propósito de exterminar a todos los que el fujimorato consideraba adversarios o “enemigos”, habiéndose llegado hasta el masivo crimen de esterilización de miles de indefensas mujeres.

rmh/hvh

Héctor Vargas Haya
Héctor Vargas Haya

Héctor Vargas Haya (Rioja, San Martín, 29 de marzo de 1938) es un político, periodista y profesor universitario peruano. Militante del Partido Aprista, del que se distanció a fines del siglo XX. Fue diputado por Loreto (1963-1968), diputado constituyente (1978-1979), diputado por Lima (1980-1990), presidente de la Cámara de Diputados (1988-1989), fundador y presidente del Parlamento Amazónico. Hijo del hacendado José Vargas Acosta y Eliecer Haya López de Vargas. Cursó su educación primaria en su ciudad natal y la secundaria en el Colegio Serafín Filomeno de Moyobamba. Luego ingresó a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima, donde se tituló de periodista profesional. Asimismo, obtuvo un doctorado en Letras por la Universidad de San Martín de Porres. Fue secretario y relator de la Corte Superior de Justicia de Loreto, así como Notario Público en Iquitos, hasta 1962. Instalado en Lima, se dedicó a la docencia, como profesor de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Federico Villarreal y de la Facultad de Letras de la Universidad de San Martín de Porres. Desde muy joven militó en el Partido Aprista Peruano, sufriendo persecuciones y detenciones. En 1963 fue elegido diputado por Loreto, iniciando así su carrera parlamentaria, caracterizada por su rol fiscalizador y sus iniciativas para frenar la corrupción pública. Presidió la Comisión Investigadora del Contrabando (escándalo de corrupción que estalló durante el primer gobierno de Fernando Belaúnde Terry y que involucró a miembros del gobierno), labor que quedó inconclusa debido al golpe de Estado, encabezado por el general Juan Velasco Alvarado, el 3 de octubre de 1968. Sus investigaciones las plasmó en un libro, titulado Contrabando, cuya publicación se frustró en 1970 por obra del gobierno de facto, que confiscó la edición. Finalmente fue publicada en 1976, durante la segunda fase de la dictadura militar, presidida esta vez por el general Francisco Morales Bermúdez. Por entonces, ejerció también cargos relevantes en el Partido Aprista, entre ellos la Secretaría Nacional de Propaganda (1965-1968) y la Secretaría General Colegiada (1970-1974). Posteriormente fue elegido diputado nacional a la Asamblea Constituyente de 1978-79, la misma que fue presidida por Víctor Raúl Haya de la Torre, el líder del aprismo. En 1980 fue elegido diputado por Lima, siendo reelegido en 1985, esta vez representando a Lima Provincias. Fue elevado a la Presidencia de su Cámara, que ejerció de 1988 a 1989. Durante su gestión promovió la creación del Parlamento Amazónico, que se estableció en Lima el 18 de abril de 1989, y cuya presidencia ejerció en dos ocasiones (1989-1990 y 1991-1992). En 1990, decepcionado de la gestión de Alan García, renunció públicamente a integrar la lista parlamentaria aprista. Se distanció de la militancia aprista y se abocó a su labor de escritor.

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