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miércoles 24 de abril de 2024

Imperfecciones permanentes e inherentes o eventuales e inducidas en la “Democracia” de Estados Unidos (I)

Conceptos preliminares

La palabra griega «democracia» («el poder del pueblo») fue concebida por los atenienses para definir un sistema de gobierno de la ciudad en el cual las decisiones eran tomadas por la asamblea de ciudadanos (término este que no incluía ni mujeres, ni esclavos, ni extranjeros) y no por un rey o emperador como en otros estados de la antigüedad.

La mayor parte de la población de Atenas estaba integrada por esclavos, quienes en la formación socio- económica esclavista eran la base productiva de la sociedad, extender a los esclavos las prerrogativas “democráticas” estaba pues en completo conflicto con su existencia misma.

esclavista y feudal

La Carta Magna inglesa, por ejemplo, fue un documento que corporizaba la “democracia feudal”, donde el rey compartía sus prerrogativas con los “barones” o señores feudales, el alto clero, caballeros y en diferentes medidas otras personas preeminentes. Por supuesto que extender tales derechos a los siervos de la gleba, que eran la mayoría del pueblo y la base productiva del feudalismo, fue imposible e inaceptable para la clase en el poder.

Ya nos vamos acercando a nuestros días. Jean-Jacques Rousseau (1712 – 1778) fue un importante filósofo y escritor del siglo XVIII. Su filosofía política influyó mucho en la Revolución Francesa , así como en la Guerra de Independencia de Estados Unidos, las Guerras de Independencia de América Latina y en general en el desarrollo general del pensamiento político, sociológico y educativo moderno.

Sus principales objetivos sociales, filosóficos y políticos fueron la promoción del “liberalismo burgués” que se combinó con la sustitución de los “regímenes antiguos” es decir con fuertes remanentes del feudalismo- como en Francia- que detenían el desarrollo de las fuerzas productivas en la era del capitalismo pre- monopolista.

En 1762, su publicación, El Contrato Social, se convirtió en una de las obras más influyentes del pensamiento político abstracto en la tradición occidental. En el “Discurso sobre la desigualdad”, Rousseau había tratado de explicar su concepto de gobierno como una especie de contrato entre los gobernados y las autoridades que los gobernaban. Sin embargo, argumentó que este contrato original estaba profundamente viciado. Los miembros más ricos y poderosos de la sociedad «engañaron» a la población en general y así instalaron la desigualdad como una característica “permanente” de la sociedad humana.

Jean-Jacques Rousseau

Por cierto, esta es una de las razones por las cuales las revoluciones estadounidense y francesa dieron como resultado «contratos» o Constituciones que describen los derechos y libertades de los gobernados. La razón última de esas Constituciones era crear el marco legal de la Sociedad Capitalista de Derecho, donde el elemento más importante no era ni la “Libertad individual” o los “Derechos Humanos”, los más proclamados a viva voz, sino en completa preeminencia, la defensa de la propiedad privada.

La Constitución de EE.UU. existe desde 1787, consta de 7 artículos y 27 enmiendas. Es la Constitución más antigua de un estado nacional todavía en vigor en el mundo. Completamente obsoleta para los estándares modernos, y con veintisiete enmiendas, recuerda a un pantalón lleno de parches.

Esa Carta Magna reconocía, por poner solo un par de ejemplos, la esclavitud hasta los 1860’s (en la práctica las Enmiendas 13, 14 y 15, fueron las que permitieron la emancipación primero y después el voto de los esclavos hacia 1870) y no aceptó el voto femenino hasta 1920. Increíble como pueda parecer, entre 1870 y 1920, un ex – esclavo aunque no supiera leer y escribir podía votar por ser hombre y una profesora universitaria blanca no tenía ese derecho por ser mujer.

Votantes femeninos en New York, 1920

La principal tarea de la Democracia en el Capitalismo es el predominio de la” propiedad privada” sobre la propiedad social, el control de los medios de producción por unos pocos y de un sistema donde impera la desigualdad, el racismo, la diferencia entre sexos, la xenofobia, el “derecho” a tener armas (como en los EE.UU., pero no en otros países capitalistas avanzados), etc.

Es decir la “Democracia Capitalista de Derecho” corporiza los principios y las prerrogativas de la clase en el poder. Pero para el fascismo incluso tal limitada cantidad de derechos que se ofrecen a los explotados, son muchos. Los fascistas no aceptan Contrato Social alguno, y tampoco un sistema legal, solo cuando este los protege y trabajan en ese sentido, tal y como es hoy el Tribunal Supremo en EE.UU. cuyos nombramientos son de por vida y para esos actos la opinión del pueblo no es convocada.

Por ello es que, como dice el título del presente texto, la Constitución de EE.UU. tiene imperfecciones de naturaleza “permanente e inherente”- al agotar su vida útil después de 235 años- y otras de tipo circunstancial, relacionadas con la mala praxis legal. En el caso del emergente fascismo dentro de los sectores de derecha, se aprecia en el desconocimiento del Estado Capitalista de Derecho, visto en los acontecimientos del 6 de enero del 2021 en el Capitolio de Washington.

En los Estados Unidos de Donald Trump (y del 6 de enero del 2021) el fascismo se distingue, entre otras cosas, por ignorar y violar las ordenanzas del Estado Capitalista de Derecho (como pasara antes en la Alemania de Weimar o en la España de Primo de Rivera), es decir, del “Contrato Social” de esa sociedad.

Capitolio de Washington y Reichstag

Las elecciones intermedias del 2022

Las urnas cerraron el pasado 8 de noviembre por la noche en el más reciente espectáculo “democrático” de los Estados Unidos: las elecciones intermedias, un tema del que el resto del mundo ha escuchado demasiado y seguirá escuchando, y algunos de los resultados pueden tardar días o hasta semanas para ser confirmados, como en el caso de Georgia.

Lo que sí sabemos es que la anticipada “ola roja” o “red wave” (el rojo es el color del partido republicano) prometida por los republicanos no funcionó exactamente como se esperaba. Si bien queda claro que el Partido Republicano tomó el control de la Cámara de Representantes (pero por mucha menos diferencia de escaños que lo esperado, de cinco- siete por encima de la mayoría de 218), no consiguieron conquistar el Senado, que ya está 50 – 49 para el Partido Demócrata, del total de 100; el escaño faltante es el de Georgia, donde los demócratas tienen una ligera ventaja para una segunda vuelta a principios de diciembre.

Los retrasos y la incertidumbre significan que ha llegado el momento de un nuevo ciclo de negación electoral, con una creciente desconfianza en las instituciones estatales que sugiere que será cada vez más difícil para EE.UU. mantener las apariencias democráticas.
Hasta los más vociferantes ultraderechistas están “recogiendo cordel”, como es el caso del líder republicano del Senado, Mitch McConnell, quien le dijo a CNN el miércoles que no cree haber predicho nunca que ocurriría una ola roja en estas elecciones intermedias. «Sí, creo que nunca lo predije», dijo McConnell cuando salía del Capitolio de Estados Unidos cuando se le preguntó su respuesta sobre la llamada “ola roja” que algunos esperaban en esta elección.

Sobre si tiene alguna idea de los votos restantes en las disputas por el Senado en Arizona y Nevada, dijo: «Bueno, como todos los demás, los estoy viendo contar votos». Y cuando se le interpeló si creía que la inflación era un problema tan grande como esperaba que fuera con los votantes, respondió mientras las puertas del ascensor se cerraban: «Todos estamos esperando el 6 de diciembre», una aparente referencia a la segunda vuelta de las elecciones para el escaño en el Senado de Georgia entre el candidato republicano Herschel Walker y el senador Raphael Warnock, el titular demócrata.

En la carrera de este año por el Senado, la Cámara y otros cargos, muchos de los candidatos republicanos han negado o puesto en duda la victoria del presidente Joe Biden en 2020. Por lo tanto, es probable que veamos a muchos políticos triunfar en un sistema electoral que ellos mismos han denunciado como fraudulento.

Tampoco se garantiza que los que pierden acepten el veredicto. Kari Lake, la candidata republicana a gobernador en Arizona muy por detrás de la demócrata Katie Hobbs el martes por la noche, describió su enfoque de la siguiente manera: «Voy a ganar las elecciones y aceptaré ese resultado». Las perdió y por supuesto no lo acepta

Mientras tanto, a medida que la supuesta «ola roja» (para los no estadounidenses, esto quiere decir “oleada republicana” porque ese partido usa el color rojo) tan anticipada y coreada en los medios canallas, no inflija el daño previsto, sin duda habrá una avalancha de acusaciones infundadas de boletas postales fraudulentas y otras afirmaciones de engaño y deshonestidad, y muy posiblemente hasta desafíos legales al estilo de Donald Trump en 2020.

Como aprendimos los cubanos desde que estábamos en el Circulo Infantil, no se puede aceptar las reglas del juego sólo cuando uno gana. Y aunque las reglas en el caso de las elecciones de EE.UU. son innegablemente injustas (de forma permanente en el estado de “derecho” capitalista)- aunque no en la forma en que quienes niegan los resultados del voto dicen que lo son-, la perreta actual está preparando el escenario para un colapso electoral potencialmente masivo en la carrera presidencial del 2024.

El sistema electoral de EE. UU. nuevamente es tema para evaluación en el país, pues se trata del Proyecto de Integridad Electoral previamente clasificado como el que tuvo las peores elecciones de todas las democracias occidentales. Le erradicación del Colegio electoral, de dos senadores por estado, aunque sean muy diferente, el que los jueces de la Corte Suprema sean nombrados de por vida y sin participación popular alguna, entre otras muchas cosas, demandan un cambio sustancial del sistema de la “Democracia” estadounidense que se ha vuelto total y completamente anacrónica, pero que para la clase en el poder es de su interés más absoluto que siempre continúe impidiendo al pueblo lograr un cambio de fondo a su favor en el gobierno.

De hecho, las fallas de la democracia estadounidense han sido notoriamente evidentes durante mucho tiempo, pero este siglo las ha puesto aún más a la luz pública.

(Fin de la Primera Parte)

rm/jro

*Ingeniero cubano residente en los EE.UU.

José R. Oro
José R. Oro

José R. Oro Nació en Cuba en 1952. Geólogo de profesión, es autor de cuatro libros y más de 100 artículos especializados en minería, geología, ingeniería y medio ambiente y muchos otros de temas sociales, política y economía. Habla español, inglés, ruso y portugués. Experiencia en el desarrollo de grandes proyectos mineros y de infraestructura en Cuba, Puerto Rico, Venezuela, Colombia, Finlandia, Estados Unidos y Canadá. Vive en Connecticut, Estados Unidos. Casado.

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