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sábado 20 de abril de 2024

Otra faceta del conflicto en Ucrania: Ocultar las crisis en otras regiones, que ponen también en peligro a la Humanidad (Parte I)

La guerra en Ucrania tiene muchas características y sirve para muchos propósitos, hacer lucir a Joe Biden “un presidente fuerte”, justificar de alguna manera el descomunal presupuesto militar, desviar la atención del descarrilamiento del tren en Ohio como un ejemplo de la vulnerabilidad del mundo de hoy, varios otros objetivos, y en este escrito evidenciaremos como también sirve para ocultar otros conflictos que potencialmente pueden llevar a un enfrentamiento nuclear y la destrucción de la humanidad.

militares

Mientras tanto, la guerra en Ucrania sigue emponzoñándose. El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, no ha sido tímido al decirle a Occidente que espera recibir aviones de combate, rompiendo lo que los medios occidentales han denominado un «tabú»: involucrar directamente aviones de la OTAN en ese conflicto. Hay una buena razón para ello, ya que el uso de tales aviones permitiría a Ucrania expandir el campo de batalla a los cielos rusos e implicaría a Europa y Estados Unidos en sus acciones.

La OTAN subiendo las apuestas y mesmerizando al mundo acerca de Ucrania

Hay un patrón operativo de la OTAN. Paso a paso, se sumerge más profundamente en la guerra. Comenzó con sanciones contra Rusia, seguido por el suministro de armas “defensivas”. Luego, la OTAN pasó a llevar armas más “ofensivas”, con una ayuda que hasta el momento asciende a más de 120 mil millones de dólares, solo de Estados Unidos. La OTAN ahora está suministrando las principales armas para una guerra terrestre. ¿Por qué habría que dudar que se unan a la batalla por la supremacía aérea en un futuro cercano?
A fines del mes pasado, en lo que me suena como un desliz freudiano, la ministra de Relaciones Exteriores de Alemania, Anna Baerbock, declaró en una reunión del Consejo de Europa en Estrasburgo: “Estamos librando una guerra contra Rusia”. Días antes, el ministro de Defensa de Ucrania señaló lo mismo: “Nosotros (Ucrania) estamos llevando a cabo la misión de la OTAN hoy, sin derramar su sangre”.

inaugracion

El mes pasado, científicos internacionales subrayaron hacia dónde conducen estos riesgos. Advirtieron que el Reloj del Juicio Final se había movido a 90 segundos para la medianoche, el punto más cercano al que la humanidad ha llegado a una catástrofe global desde que se estableció ese artefacto temible en 1947. La razón principal, según el Boletín de Científicos Atómicos, es la amenaza de que la guerra en Ucrania conduzca a un intercambio nuclear masivo.

Inesperadamente, la única disidencia destacada de los líderes occidentales provino de Donald Trump, el expresidente fascista y orate de los Estados Unidos. Escribió en las redes sociales: “PRIMERO VENGAN LOS TANQUES, LUEGO VENGAN LAS ARMAS NUCLEARES. Poner fin a esta loca guerra, AHORA”.

Rechazando la ‘humillación’

El motivo de alarma, no reconocido por los líderes y los medios occidentales, es que Rusia tiene razones muy sólidas, desde su perspectiva, para creer que su lucha actual es existencial. Nunca iba a permitir que Ucrania se convirtiera en una base militar avanzada para la OTAN a la vuelta de la esquina, con el temor de que los misiles nucleares occidentales pudieran estacionarse allí.

Los nuevos fragmentos de información que surgen de lo que ha estado sucediendo entre bastidores tienden a reforzar la narrativa de Rusia, no la de la OTAN. Esta semana, el ex primer ministro israelí, Naftali Bennett, dijo que los esfuerzos de mediación entre Moscú y Kiev, que él había liderado al comienzo de la guerra y aparentemente estaban progresando, fueron «bloqueados» por Estados Unidos y sus aliados de la OTAN.

Cuantas más armas envíen EE. UU. y Europa a Ucrania, y cuanto más se nieguen a entablar conversaciones, más convencida estará Rusia de que fue correcto luchar y de que debe seguir luchando. Ignorar ese hecho, como lo hizo Occidente desde la preparación y ejecución del golpe de estado anti- ruso en Kiev en el 2014 y continúa haciéndolo ahora, no lo hace de ninguna manera menos cierto.

Obteniendo aún más primacía para los EE. UU. en la Unión Europea

La administración Biden engatusó a Berlín para que suministrara tanques. Pero ahora, con los blindados alemanes a punto de avanzar hacia Rusia por primera vez desde que las fuerzas nazis masacraron a millones de soldados soviéticos hace ocho décadas, las relaciones entre los dos seguramente se fracturarán aún más profundamente.

El dividendo de la paz europea, tan promocionado durante la década de 1990, se ha evaporado. Todo lo que los líderes estadounidenses y europeos han hecho en los últimos 15 años, y desde la operación militar de Moscú, parece como si estuviera, y está, diseñado para echar por tierra cualquier esperanza de un marco de seguridad regional capaz de abrazar a Rusia.

El objetivo ha sido mantener a Moscú excluida, inferior y amargada. Por esa razón, la guerra actual se parece más a la culminación de la planificación posterior a la Guerra Fría: nuevamente una característica, no un error.

El regreso de una mentalidad de asedio geopolítico tendrá el mismo propósito que las demandas de austeridad y ajuste del cinturón: justificará la redistribución de la riqueza de las poblaciones occidentales a sus élites gobernantes.

Escribiendo en 2015, siete años antes de la actual etapa de la guerra, ya estaba claro para el académico británico Richard Sakwa que una OTAN dominada por Estados Unidos estaba usando a Ucrania como una forma de profundizar, en lugar de resolver, las tensiones entre Europa y Rusia.

“En lugar de una visión que abarca todo el continente, (la Unión Europea) se ha convertido en poco más que el ala civil de la alianza de seguridad del Atlántico”, opinó.

El temor de Washington era, y es, que una Europa que no dependa por completo militar y económicamente de EE. UU., especialmente la potencia industrial de Alemania, podría desviarse de su aceptación de un imposible mundo unipolar en el que la Casa Blanca reine supremamente.

Ahora que la autonomía europea está suficientemente debilitada, Washington parece estar confiado en poder reunir a sus aliados de la OTAN, una vez que Rusia esté aislada, para otro enfrentamiento de gran potencia contra China. Lo que es a mi juicio, sumamente dudoso.

A medida que avanza la guerra, no es solo Ucrania, sino toda Europa y el mundo, el que pagará un alto precio por la arrogancia de Estados Unidos.

Pero en medio de todas estas complejidades: ¿Quién está ganando la guerra en Ucrania?

Con la guerra de Ucrania alcanzando un año el pasado 24 de febrero, los rusos no han logrado una victoria militar, pero Occidente tampoco consiguió sus objetivos en el frente económico. Cuando Rusia entró en Ucrania, Estados Unidos y sus aliados europeos prometieron imponer sanciones paralizantes que pondrían al Kremlin de rodillas y la obligarían a retirarse.

Las sanciones occidentales estaban dirigidas a separar a una Rusia aislada, derrotada y en bancarrota de un Occidente reunificado, triunfante y próspero. Pero no solo ha resistido el asalto económico, sino que las sanciones están golpeando quizás más duramente a los mismos países que las impusieron.

Esas medidas redujeron el suministro mundial de petróleo y gas natural, pero también hicieron subir los precios. Así que Rusia se benefició de las cotizaciones más altos, incluso cuando disminuyó su volumen de exportación. El Fondo Monetario Internacional (FMI) informa que la economía de Rusia solo se contrajo un 2,2 por ciento en 2022, en comparación con la contracción del 8,5 por ciento que había pronosticado, y predice que la economía rusa en realidad crecerá un 0,3 por ciento en 2023.

Incendio

Por otro lado, la economía de Ucrania se ha reducido en un 35 por ciento o más, a pesar de los 46 mil millones de dólares en ayuda económica de los generosos contribuyentes estadounidenses, además de los 67 mil millones de dólares en asistencia militar.

Las economías europeas también se están viendo afectadas. Después de crecer un 3,5 por ciento en 2022, se espera que la economía de la zona del euro se estanque y suba solo un 0,7 por ciento en 2023, mientras que se prevé que la economía británica se contraiga un 0,6 por ciento.

Alemania dependía más de la energía rusa importada que otros grandes países europeos, por lo que, después de crecer un escaso 1,9 por ciento en 2022, se prevé que tenga un incremento insignificante del 0,1 por ciento en 2023. La industria alemana pagará un 40 por ciento más por la energía en 2023 que en 2021.

Estados Unidos se ve menos afectado directamente que Europa, pero su crecimiento se redujo del 5,9 por ciento en 2021 al dos por ciento en 2022, y se prevé que siga reduciéndose hasta el 1,4 en 2023 y el uno por ciento en 2024.

Mientras tanto, India, que se ha mantenido neutral mientras compra petróleo de Rusia a un precio con descuento, se prevé que mantenga su tasa de crecimiento de 2022 de más del 6 por ciento anual durante todo 2023 y 2024. China también se ha beneficiado de la compra de petróleo ruso con descuento y de un aumento general del comercio con Rusia del 30 por ciento en 2022. Se espera que la economía de China crezca un 5 por ciento este año.

Otros productores de petróleo y gas obtuvieron ganancias inesperadas de los efectos de las sanciones. El PIB de Arabia Saudí creció un 8,7 por ciento, el más rápido de todas las grandes economías, mientras que las petroleras occidentales depositaban en sus bancos 200 mil millones de dólares en beneficios: ExxonMobil ganó 56 mil millones de dólares, un récord histórico para una empresa petrolera, mientras que Shell ganó 40 mil millones y Chevron y Total ganaron 36 mil millones cada uno. BP ganó “solo” 28 mil millones, ya que cerró sus operaciones en Rusia, pero aun así duplicó sus ganancias de 2021.

En cuanto al gas natural, los proveedores de GNL (gas natural licuado) de EE. UU. como Cheniere y compañías como Total que distribuyen el gas en Europa están reemplazando el suministro europeo de gas natural ruso con el procedente de fractura hidráulica de los Estados Unidos, a un precio aproximadamente cuatro veces superior al que pagan los clientes estadounidenses y con los terribles impactos ambientales del fracking.

Un invierno suave en Europa y la friolera de 850 mil millones de dólares en subsidios del gobierno europeo a hogares y empresas hicieron que los precios minoristas de la energía volvieran a bajar a los niveles de 2021, pero solo después de que se dispararon cinco veces más durante el verano de 2022.

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Si bien el conflicto restauró temporalmente la subordinación de Europa a la hegemonía estadounidense, estos impactos de la guerra en el mundo real podrían tener resultados bastante diferentes a largo plazo. El presidente francés, Emmanuel Macron, comentó: “En el contexto geopolítico actual, entre los países que apoyan a Ucrania, se están creando dos categorías en el mercado del gas: los que pagan caro y los que venden a precios muy altos… Estados Unidos es un productor de gasolina barata que están vendiendo a un precio alto… No creo que eso sea amigable”.

Por parte de Washington, esta crisis de Ucrania se convirtió además en una herramienta para oscurecer sus agresiones y crisis en distintas partes del globo, en algunos casos con un potencial horrible para la humanidad. (sigue)

rm/jro

*Ingeniero cubano residente en los EE.UU.

José R. Oro
José R. Oro

José R. Oro Nació en Cuba en 1952. Geólogo de profesión, es autor de cuatro libros y más de 100 artículos especializados en minería, geología, ingeniería y medio ambiente y muchos otros de temas sociales, política y economía. Habla español, inglés, ruso y portugués. Experiencia en el desarrollo de grandes proyectos mineros y de infraestructura en Cuba, Puerto Rico, Venezuela, Colombia, Finlandia, Estados Unidos y Canadá. Vive en Connecticut, Estados Unidos. Casado.

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