Por José Luis Díaz Granados
El próximo 30 de septiembre cumplirá 80 años de vida. «Ese cero parece el ojo de la desnarigada que ya me ha echado ojo», le dice el notable poeta peruano Arturo Corcuera a su amigo, el poeta Hildebrando Pérez Grande.
Autor del bellísimo Noé delirante, considerado un clásico de la literatura peruana y de la lengua española, el libro contiene un conjunto de poemas elaborados con la magia milagrosa del relámpago, donde cada animal es recreado a manera de metáfora, de joya fragante, de hechizo multicolor, sonoro.
A juicio del crítico literario Javier Ágreda, la idea básica del volumen es sencilla: describir en cada poema algún animal, pero -a diferencia de los bestiarios tradicionales llenos de referencias librescas y casi siempre dedicados a seres exóticos o fantásticos-, los animales escogidos por él son los más comunes ( araña, sapo, gallo, canario) y su descripción está basada en imágenes y metáforas en las cuales prima el humor, lo lúdico y un cierto espíritu infantil.
El canario, así, es «lluvia de oro… breve cántaro de cantos» ; la luciérnaga «Diamante en trizas… astilla de lucero» y el cuervo «sombra de plumas / que empolló la noche». El poeta se convierte en un Noé delirante y travieso que pasa revista a sus compañeros de viaje.
Publicado inicialmente en 1963 en la imprenta artesanal de Javier Sologuren, el volumen ha sido ilustrado en sus múltiples ediciones por artistas consagrados, entre quienes se destaca Tilsa Tsuchiya.
En 2005, el Fondo de Cultura Económica realizó una impecable edición con ilustraciones de Gabriel Lefebvre y prólogo de Ana María Gazzolo. En 1999, en el ámbito de un festival de poesía celebrado en Quito, mi hijo Federico y yo tuvimos el privilegio de recibir de manos del propio Corcuera sendos ejemplares de su Noé delirante.
Nacido en 1935 en Puerto Salaverry, Corcuera cursó estudios literarios en la Universidad de San Marcos, Lima, y en la Universidad de Madrid. Desde su adolescencia asumió con pasión las causas nobles y justas.
Amigo íntimo del poeta y guerrillero mártir Javier Heraud, es un defensor de la Revolución Cubana, la Nicaragua Sandinista, Venezuela Bolivariana y Corea Popular.
En 1984, estando en Madrid en compañía de sus entrañables compañeros de letras y luchas Víctor Escalante, Winston Orrillo y Rosina Valcárcel, visitó a Dolores Ibárruri, la legendaria Pasionaria, y al poeta Marcos Ana, recién liberado entonces de las mazmorras franquistas.
Su obra ha sido merecedora de importantes reconocimientos como el Premio Nacional de Poesía «José Santos Chocano», los premios internacionales Atlántida, Trieste di Poesia y Casa de las Américas, Cuba, en 2006, por A bordo del arca.
Ha publicado, entre otros, Primavera triunfante, Las sirenas y las estaciones, Poesía de clase, La Gran jugada o crónica deportiva que trata de Teófilo Cubillas y el Alianza Lima, Puente de los suspiros, Corea: monte de diamante, Fábulas, cuentos y adivinanzas, Los amantes, Prosa del juglar, Canto y gemido de la tierra, Puerto de la memoria, Sonetos del viejo amador, Parajuegos y Tarzán e il paradiso perduto: antología poética.
Como poeta erótico, Corcuera se empeña en esculpir de nuevo el cuerpo amado a modo de una verdadera fiesta del amor. En Celebración de tu cuerpo, construye una catedral de erotismo contra la muerte.
Al llegar a la cumbre de sus 80, este extraordinario poeta peruano y latinoamericano, es sin ninguna duda merecedor de los más importantes galardones de la lengua hispana, pero sé, porque lo conozco, que para él no existe premio más deslumbrante que el del reconocimiento permanente de sus millares de lectores conocidos, desconocidos e invisibles, y el del amor de su pueblo.
EL Hereje
Nadie podrá convencerme
que el tren
no es larva de mariposa
que el avión no tiene plumas
que el mar no bebe cerveza
que la luz no es una flor
Las Puertas y las Penas
Puertas que van a dar al mar o al amar, puertas por donde se ingresa inexorablemente al olvido, puertas como ganzúas, puertas abiertas al vértigo de las pesadillas, puertas en abandono, enmohecidas, pesarosas, aguardando el día de la demolición, puertas en espera de la llave que jamás las ha de abrir, puertas por donde huyen, estrellas y leones, puertas como labios incitando al peligro, puertas coronadas de enredaderas y silencio, puertas de una sola hoja, en medio de la agonía del otoño, puertas tapiadas con piedras y fantasmas, puertas abatidas que ardieron vivas y sobrevivieron al incendio, puertas pintarrajeadas como las mujeres de la noche, puertas que conducen a ninguna puerta, puertas que enloquecen a quienes las trasponen, puertas sin centinelas, sin historia, a tientas, sin el ojo de la cerradura, puertas enfermas, contagiadas de los descalabros irreparables del amor, puertas sin dinteles, ni ventanas clausuradas en soledad como los párpados, los monasterios o las lápidas, puertas infinitas como túneles de rápidos espejos, puertas que enmudecieron para siempre como los torturados.
ag/jdg
*Poeta, novelista y comentarista literario colombiano.