(Por Don José Artigas)
Por Kintto Lucas
Especial para Firmas Selectas, de Prensa Latina
Doscientos años no es nada, decían Gardel y Lepera
y decían también que es un soplo la vida.
Pero la vida no es un soplo,
es apenas un dulce recuerdo que se llora otra vez,
y los años del tango no son doscientos si no veinte,
doscientos son los del Reglamento de Tierras,
que no es un tango pero es una derrota más.
A quién se le puede ocurrir repartir la tierra
en 1815 o doscientos años después,
sino a un tanguero derrotado,
que ni siquiera adivinó el parpadeo de las luces a lo lejos,
ni las estrellas, indiferentes, lo vieron volver.
Cuando Gardel cantó Volver por primera vez
no pensó en La Redota,
aunque fuese también un derrotado,
como todos los que guardan
la esperanza humilde en el corazón…
Pero ahora se le ocurre volver a don José
para decir que la tierra es de pocos
y que los más infelices no son los más privilegiados.
¿Cómo no va saber que en un tango
y en la vida, que es otro tango,
los infelices no pueden ser privilegiados?
Solamente a un tanguero derrotado,
se le ocurre que los privilegiados
van a permitir un tango con final feliz…