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lunes 16 de septiembre de 2024

Estados Unidos: El paraíso fiscal por excelencia

Por Marco A. Gandásegui, hijo*

Para Firmas Selectas de Prensa  Latina

 

Los medios de comunicación más poderosos del mundo no saben cuánto dinero sucio está escondido en los paraísos fiscales (incluyendo las jurisdicciones norteamericanas y británicas). Según The Economist, puede superar los 25 millones de millones de dólares.

Procedente de cuentas antes bien guardadas en Europa (Suiza) y el Caribe, hay un flujo de dinero hacia los Estados Unidos. Ese país se ha convertido en el nuevo paraíso fiscal que reemplazó a Suiza, asegura el periódico alemán Die Ziet.

Lo único que esa revista londinense afirma como seguro es que la porción de los Estados Unidos tiende a crecer. En la actualidad es el imán más poderoso para atraer dinero de otras partes del mundo. Por un lado, ofrece las garantías que sólo esa potencia mundial puede dar. Por el otro,  ha desatado una campaña global contra todos los centros financieros que esconden dineros de procedencia dudosa.

Hay un flujo de dinero hacia los EE.UU. procedente de cuentas antes bien guardadas en Europa (Suiza) y el Caribe. El periódico alemán Die Ziet, que compite con la Gaceta del Sur de Alemania -que reveló los archivos de que Mossack-Fonseca-, asegura que ese país se ha convertido en el nuevo paraíso fiscal que reemplazó a Suiza.

Firmas como Mossak-Fonseca son pequeñas comparadas con los gigantes Rothchild y Trident Trust, que compiten por prestarles asesoría a quienes quieren esconder su dinero en esa nación norteña. “Negocios que se hacen a través de sus subsidiarias que operan en estados como Dakota del Sur y Nevada bajo leyes que respetan los secretos de las empresas y cuyos gerentes no hacen preguntas”, según The Economist.

Los paraísos fiscales estadounidenses son muy apetecidos por quienes están evadiendo el pago de impuestos. Según la revista británica, a los estados que se especializan en recibir dinero de procedencia dudosa , no les interesa cooperar con las leyes de otros países. Incluso, los paraísos fiscales norteamericanos no consideran que la evasión de impuestos por parte de ciudadanos de otra nación constituya una infracción. Se creen libres de cualquier insinuación relativa a que sus operaciones de lavado de dinero sean ilegales.

Los bancos europeos -igual que Mossack-Fonseca-, que pierden sus clientes buscan socios en EE.UU. para abrir cuentas que beneficien a ambos operadores. Por ejemplo, los operadores suizos les recomiendan a sus clientes que cierren sus cuentas en el país alpino y abran otras en un banco norteamericano.

El cliente transfiere su dinero de dudosa procedencia a esa nación norteña y, al mismo tiempo, nombra al operador suizo su asesor financiero. Para todos los efectos la cuenta es considerada por las autoridades de EE.UU. como norteamericana.

Los Estados Unidos crearon en 2010 una ley que exige a los bancos en otros países declarar los nombres y cuentas de sus clientes norteamericanos (FATCA). Washington somete a esas personas  a declarar sus impuestos en su país de origen, aunque su dinero esté en el extranjero o haya sido generado en negocios fuera de su jurisdicción. Pese a  contar con ese poderoso instrumento, que desconoce fronteras e identifica a los norteamericanos no importa donde estén, Washington no es recíproco. 

EE.UU. no quiere reconocer el mecanismo que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD) ha creado, el Class Room Reform System (CRS), que pretende instaurar cierta ‘transparencia’ en las operaciones financieras de sus países miembros. De paso, le impone esas reglas de ‘transparencia’ a las demás naciones del mundo, incluyendo a Panamá y Suiza.

EE.UU. le ha informado oficialmente a la OECD que quiere suscribir ese mecanismo. Sin embargo, Washington alega que es muy complicado y difícil sentar a los 50 estados miembros de la “Unión” para redactar un reglamento común a todos. Obviamente, es una excusa muy débil para continuar con la política de atraer los millones de millones de dólares escondidos en paraísos fiscales fuera de su territorio.

A diferencia de Panamá e, incluso, Suiza, el poderío económico y militar estadounidense puede doblarles el brazo a los miembros de la OECD. Las cuentas de dudosa procedencia del mundo entero, especialmente de los países más ricos, buscan refugio en los Estados Unidos,  donde las normas de la CRS no se aplican.

Panamá pretendió también ignorar a la OECD y su mecanismo de control (CRS). Sin embargo, después del “affaire” Mosack-Fonseca, el gobierno del presidente Varela lo está reconsiderando. Las firmas panameñas que prestan servicios a los cuenta-habientes de todo el mundo están mirando hacia EE.UU. para ver cómo pueden emular a los suizos con vista a no perder su clientela.

La guerra financiera la están ganando, por ahora, los Estados Unidos. El premio no es más ni menos que los millones de millones de dólares escondidos en paraísos fiscales en todo el mundo.

                                                                                          28 de abril de 2016.

 

ag/mag

 

*Profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e investigador asociado del CELA.
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