Por Kintto Lucas*
Especial para Firmas Selectas de Prensa Latina
El mundo todavía no se inunda de lágrimas,
no se cubren los continentes
ni los ríos, ni las plantaciones
ni las maquilas de lágrimas.
No hay tantas lágrimas como para crear un océano,
mucho menos un mar, o laguna, o pozo.
El naufragio de la humanidad no fue en un mar de lágrimas,
ni en el Mediterráneo, donde hoy mueren por miles.
Las lágrimas no provocan naufragios
ni siquiera olas,
mucho menos tsunamis.
Cada lágrima es diferente a la otra,
las de Palestina
no son iguales a las de Siria
o a las de Ayotzinapa,
y hay muchas que desaparecen,
se secan, pierden la sal,
el condimento de la vida y la muerte
que solo tienen las lágrimas
Las lágrimas son como la mirada de Ibero
acusan y perdonan, viven y mueren
entre grandes edificios o entre montes y helechos
pero no sienten a modo de exorcismo
el aroma de la tierra
y el canto de los grillos.
Ricardo Reis no tenia lágrimas
porque no era quien creía ser
era y no era la misma persona
y sus lagrimas estaban confundidas,
no se atrevían
entonces no lloraba,
tal vez por eso pensaba
que incluso siendo luz,
las lágrimas nunca iluminarán la noche.
ag/kl