Por Kintto Lucas*
Especial Para Firmas Selectas de Prensa Latina
Para los indígenas andinos, el futuro espera atrás y el pasado se ve adelante. El tiempo es circular. Siempre regresamos al comienzo y volvemos a caminar. Me voy a Volver es una popular frase utilizada en Ecuador por las personas cuando se despiden al dejar una reunión. Es una forma de ir hacia el pasado para regresar del futuro. Viene de la percepción cultural del tiempo que tienen los kichwas. El pasado está delante de nosotros, el futuro está detrás. Los ciclos se repiten en el tiempo, vivimos un eterno retorno, un avance infinito hacia el punto de partida.
La modernidad nos presenta los hechos de manera aislada, pero es necesario recuperar algunos de los hilos del tejido que construye la historia. Me voy a volver es una forma de atrapar los sueños de las memorias o las memorias de los sueños. Es un mensaje atrapasueños.
Al atrapar los sueños, también se pueden atrapar algunos sueños rotos por la realidad como diría el maestro y querido amigo poeta, Juan Gelman.
Pero Juan Gelman -que siempre andaba por el mundo revindicando los sueños, así estuvieran rotos, reivindicando que soñáramos mejor, así estuviéramos rotos-, cuando escuchaba a Joan Manuel Serrat creía, como tantos, que el Mediterráneo también era un sueño. Aunque él no había nacido en el Mediterráneo, lo miraba como un desterrado que había huido de la dictadura argentina, mientras escuchaba aquella vieja canción de Joan Manuel.
No sé si Serrat siga pensando igual después que en el Mediterráneo, en estos años, se han roto tantos sueños de emigrantes sirios, libios africanos, de tantos lugares. Y si uno mira fotos, escucha testimonios, mira imágenes de los barcos en el mar, de los niños en el mar, de los cuerpos de los niños en las playas como el de Aylan Kurdi, puede sin duda pensar que el Mediterráneo tiene hoy un alma más profunda y más oscura por tantos sueños rotos.
Una misionera cristiana, Guadalupe Rodrigo, quien ha vivido en Siria desde el año 2011, explicaba cómo surgió la guerra civil que vive ese país. Cómo llegó de afuera una guerra que nadie esperaba. Y hablaba además sobre la prosperidad y tranquilidad de Siria, antes de que Estados Unidos y algunos de sus aliados, impulsaran el inicio de una guerra que parece no tener fin.
Según la misionera cristiana, en Siria no se pensaba que podría venir una guerra civil, ni siquiera que se pudieran dar manifestaciones y contaba así cómo se montó la guerra: Alepo, la segunda ciudad de Siria fue sitiada por los grupos apoyados por Estados Unidos y sus aliados y muchos barrios se transformaron en escombros. La misionera Guadalupe Rodrigo lo contaba asombrada, todavía asombrada.
Sabah Fakhri, músico nacido en Alepo en 1933, es tal vez el músico que más trabajó en la investigación y recuperación de la música tradicional de Siria. Para algunos representa la esencia del auténtico tarab. El concepto de tarab tal vez no tiene un equivalente exacto en otros idiomas, pero suele traducirse como “éxtasis musical” o “encantamiento”.
La capital de Siria, Damasco, tradicionalmente fue uno de los centros de la música árabe. En los últimos años, diversos cantautores y cantautoras se destacaron por su aporte a la música popular siria y a la música árabe. Lena Chamamyan es una de esas creadoras. Su voz atrapa los sentidos. Sherezade es una de sus mágicas interpretaciones. Al escucharla, produce un encantamiento musical.
Un niño que sobrevive en un campamento de refugiados sirios decía, al ser consultado por un periodista, que a los policías de Europa no les gustan los sirios y daba su mensaje: “Por favor, ayuden a los sirios. Los sirios necesitan ayuda ahora. Ustedes solo detengan la guerra y nosotros no vendremos más a Europa. Solo detengan la guerra en Siria”. Solo eso…
El tiempo camina. La palabra camina. La música camina. La poesía vuelve desde Siria. Nacido en Salamiya (Siria) en 1934, Muhammad Al Magut es uno de los más destacados poetas árabes contemporáneos y uno de los pioneros en la renovación de la poesía árabe.
Recordemos su poema Invierno, escrito en 1970, mucho antes de este otro invierno que azota hoy a Siria. Del libro de Muhammad Al Magut, La poesía no es mi profesión, el poema Invierno decía y dice así:
Como lobos en una estación seca / Germinamos por todas partes / Amando la lluvia, / Adorando el otoño. / Un día incluso pensamos en mandar/ Una carta de agradecimiento al cielo / Y en lugar de un sello / Pegarle una hoja de otoño. / Creíamos que las montañas se desvanecerían, /Los mares se desvanecerían, / Las civilizaciones se desvanecerían / Pero permanecería el amor.
Vamos y venimos de Siria, del testimonio de una misionera cristiana en Alepo, de la música viva de Sabah Fakhri, de la voz de Lena Chamamyan, del grito de un niño que pide parar la guerra, de la poesía de Muhammad Al Magut. Pero ahora regresemos al Mediterráneo. No al canto de Joan Manuel Serrat sino a la isla de Lamepdusa.
En el año 2011, cuando se inició la intervención de la OTAN en Libia, algunos advertimos que se estaba llevando a ese país hacia una guerra civil. Y advertimos además que luego vendría la intervención en Siria. Y que esa intervención, provocada por el interés de potencias extranjeras en los recursos de esos países y en su posición geoestratégica, llevaría a un desastre humanitario.
Hoy la realidad es más triste de los que imaginamos. Hoy, la mitad de la población de Siria sobrevive desplazada. Hoy cientos de miles de personas emigran a Europa para tratar de salvar su vida. Hoy la isla de Lampedusa es puente y muro en su camino.
Es una gran paradoja, pero El Gatopardo, esa extraordinaria novela de Giuseppe de Lampedusa vuelve a ser hoy la mejor imagen de esa Europa, un tanto cínica, que se esconde y se miente a sí misma mientras sigue a Estados Unidos. El Gatopardo es un espejo de Europa.
En el mismo año 1963 que Luchino Visconti llevaba al cine El Gatopardo de Lampedusa, en junio de aquel 1963, se publicaba la primera edición de Rayuela, esa genial novela de Julio Cortázar. Como en la vida, en la novela hay muchos finales y muchos comienzos, muchas formas de irnos a volver.
Cortázar es producto del Mediterráneo y de sus olas. Por eso alguna vez fue a volver de ese mar que hoy no es el mismo, aunque sea el mismo. En una entrevista con Joaquín Soler en Televisión Española, allá por 1977, Julio Cortázar hablaba del mar. Todos los mares el mar, decía, porque Cortázar es también un producto de la migración de sus abuelos de Europa hacia América Latina.
Ellos cruzaron el Atlántico, no el Mediterráneo, como los miles de migrantes de hoy, pero hay un hilo invisible que une las migraciones y los mares aunque, aparentemente, no tengan ninguna conexión. Entonces podemos pensar que todos los seres humanos son el ser humano como diría Cortázar en la misma entrevista.
Hay personas que se ríen de los muros y hacen caminar sus palabras por infinitas geografías. Las palabras caminan impregnadas de sueños, y los sueños se derraman en la realidad para volver a ser soñados, para ser soñados mejor, como diría Juan Gelman. Yo sospecho que la obra de Cortázar, como la de Gelman, es ya parte de un sueño.
Cortázar y Gelman, nieto e hijo de migrantes, fueron también migrantes, pero además amantes del tango.
También en 1963 -en el mismo año que salió la primera edición de Rayuela y se estrenó El Gatopardo, de Luchino Visconti-, Aníbal Troilo y Roberto Polaco Goyeneche graban por primera vez La última curda, un tango que hará historia.
Hay que ir a volver para escuchar al Polaco Goyeneche cantar La última curda. Pero tal vez podríamos decir con Julio Cortázar todos Clandestinos el Clandestino. De Joan Manuel Serrat a Manu Chao. De Barcelona a Barcelona. Del Mediterráneo al Mediterráneo y, en este punto, podríamos escuchar a Manu Chao interpretando Clandestino.
Entre la interpretación de Mediterráneo por Joan Manuel Serrat y la de Clandestino por Manu Chao recorremos años. De la memoria al presente, del presente a la memoria. Como diría el escritor ecuatoriano Iván Egüez en esa gran novela que es La Linares: “Espantapájaro el olvido no ha logrado espantar la memoria”.
ag/kl
(Textos del autor, basados en su programa radial Me voy a volver)