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miércoles 27 de noviembre de 2024

Dios, Colón y la representación colonial de América

Por Kintto Lucas*

Para Firmas Selectas de Prensa Latina

 

En el Diario de a bordo, de Cristóbal Colón, podemos encontrar algunas raíces de la representación colonial de América. La narración sobre el viaje, la llegada, la descripción de los habitantes y los lugares constituyen la descripción de un descubrimiento, con todo lo que ello implica en lo científico, religioso, conceptual y simbólico.

El Diario de a bordo podría ser asumido como la simple crónica de un descubrimiento, y lo es, pero representa mucho más: establece las bases para la construcción de un imaginario colonial que logró imponerse y todavía padecemos.

La crónica de Colón parte de la tesis preconcebida del descubrimiento y apunta primero hacia la construcción de un imaginario del descubrimiento, y luego hacia la consolidación de ese imaginario. El descubrimiento es parte de la representación colonial de la llegada de Colón a América. Era necesario imponer la imagen y el significado del descubrimiento como una obra de España y de Dios, y se logró por cientos de años.

Como contrapartida de esta idea, que logró hegemonizar el pensamiento y las ideas durante siglos, se construye una representación anticolonial de resistencia a la conquista, que buscó crear un pensamiento contrahegemónico del descubrimiento, posicionando en parte del imaginario colectivo, sobre todo en América Latina, la idea de una conquista a pueblos que habitaban en el continente, provocando la muerte de millones de personas y la resistencia a esa conquista.

Al cumplirse 500 años de la llegada de Colón, se construyó una representación neocolonial imponiendo el concepto de un “encuentro de dos mundos”, relacionado con el reposicionamiento de la relación de España con América Latina.

El llamado descubrimiento es parte de la representación colonial de la llegada de Colón a América. Era necesario proyectar su imagen y significado como una obra de España y de Dios.

Ese reposicionamiento tuvo dos objetivos fundamentales: uno, restablecer el vínculo cultural y el imaginario del “encuentro” como paso previo a la participación de empresas españolas en las privatizaciones llevadas a cabo por gobiernos neoliberales latinoamericanos, y la otra transformar a España como puente de las inversiones de la Unión Europea hacia América Latina.

Con esos antecedentes, y volviendo al análisis del Diario de a bordo de Cristóbal Colón, podemos observar que la idea del descubrimiento está también en la descripción de una geografía desconocida y de los habitantes de la tierra descubierta, o encontrada, en medio del viaje. La narración en determinados momentos está marcada por el asombro propio del viaje y el descubrimiento de lo desconocido, contado en esta crónica que narra día a día los hechos que le ocurren a él y a su tripulación:

Y partí yo de la ciudad de Granada a doce días del mes de mayo del mismo año de 1492, en sábado. Vine a la villa de Palos, que es puerto de mar, adonde armé yo tres navíos muy aptos para semejante hecho, y partí del dicho puerto muy abastecido de muy muchos mantenimientos y de mucha gente de la mar, a tres días del mes de agosto del dicho año, en un viernes, antes de la salida del sol con media hora, y llevé el camino de las islas de Canaria de Vuestras Altezas, que son en la dicha Mar Océana, para de allí tomar mi derrota y navegar tanto que yo llegase a las Indias, y dar la embajada de Vuestras Altezas a aquellos Príncipes y cumplir lo que así me habían mandado; y para esto pensé de escribir todo este viaje muy puntualmente de día en día todo lo que hiciese y viese… (Colón, pp. 9) [1]

El “descubrimiento” proporcionaba nuevas tierras para Dios y los reyes de España, y lograba nuevos fieles a la iglesia católica, pero servía, además, para lograr una reivindicación simbólica del poder de Dios en Europa y en todas las tierras conocidas. El relato tiende a resaltar ese poder reconocido además por los seres humanos “descubiertos”:

En amaneciendo mandé aderezar el batel de la nao y las barcas de las carabelas, y fui al luengo de la isla, en el camino del Nordeste, para ver la otra parte, que era de la otra parte, del Este que había, y también para ver las poblaciones, y vi luego dos o tres, y la gente que venían todos a la playa llamándonos y dando gracias a Dios. Los unos nos traían agua; otros, otras cosas de comer; otros, cuando veían que yo no procuraba de ir a tierra, se echaban a la mar nadando y venían, y entendíamos que nos preguntaban si éramos venidos del cielo. Y vino uno viejo en el batel dentro, y otros a voces grandes llamaban todos, hombres y mujeres: «Venid a ver los hombres que vinieron del cielo; traedles de comer y de beber». Vinieron muchos y muchas mujeres, cada uno con algo, dando gracias a Dios, echándose al suelo, y levantaban las manos al cielo, y después nos llamaban que fuésemos a tierra. (Colón, pp 10) [2]

El Diario de a bordo es el primer sustento narrativo ideológico de la tesis del descubrimiento, que luego estará presente en otras crónicas. Es en esta narración donde se establece la base del pensamiento colonial que desarrollará España hacia América luego, y es un elemento muy importante en el propio pensamiento colonial occidental.

La crónica de Colón está escrita desde una mirada influenciada por su cultura, por la religión, por su papel de descubridor, primero, y colonizador después. Así, la descripción de los seres humanos, de las costumbres, de la vestimenta, los adornos, de la comida, de las relaciones establecidas, están permeadas por esa mirada. En ese sentido, el Diario de a bordo cumplirá un papel histórico fundamental porque inicia la representación colonial de América. De ahí en adelante, por muchos siglos, hubo una voz hegemónica en el relato de la historia de la conquista.

La representación colonial será asumida luego por actores políticos, sociales, culturales y, sobre todo, por lo grandes medios de comunicación de España y de la propia América Latina. La colonización se impuso en la lucha ideológica que empezó con el Diario de a bordo de Colón, y actualmente los grandes medios de comunicación latinoamericanos y algunos sectores, continúan relatando una representación colonial de la realidad, porque son parte del propio proceso colonial. Así, imponen símbolos e imaginarios asumidos por los ciudadanos, desde el lenguaje utilizado hasta la representación de los buenos y los malos, en el plano político, social, económico, cultural.

Regresando al relato de Colón, es necesario ubicar la realidad del momento histórico en que se produce su viaje: crisis económica del imperio español que amenaza con transformarse en crisis política y social, y crisis de representatividad de la Iglesia Católica, que además había fracasado como generadora de símbolos e imaginarios hegemónicos.

Con el Diario de Colón la representación colonial se impuso en la lucha ideológica iniciada en la región. Los grandes medios de difusión latinoamericanos continúan reproduciéndola en lo político, social, económico y cultural.

Teniendo en cuenta el momento histórico, la tesis hegemónica del descubrimiento y la representación colonial, es importante finalizar recuperando un aporte que fue  fundamental para problematizar una visión sobre el “descubrimiento América”.  Edmundo O”Gorman, desarrolló una teoría, según la cual América no fue descubierta sino inventada. Luego de investigar, analizar el contexto y detallar los elementos objetivos y subjetivos desarrolló la tesis de que América era un utopía buscada y necesitada por España y Occidente.

Entonces reconstruyó “la historia de la idea de que América había sido descubierta”, no del “descubrimiento de América”, sino de la idea del descubrimiento:

Entender la historia como una invención no como una creación. La clave para resolver el problema de la aparición histórica de América, estaba en considerar ese suceso como resultado de una invención del pensamiento occidental y no ya como un descubrimiento meramente físico, realizado, además, por casualidad. (O”Gorman, pp. 9 y 10) [3]

A partir  de la teoría de Edmundo O”Gorman, y salvando ciertas distancias, se podría inclusive hacer un paralelo con la teoría sobre la invención de Dios por parte de los primeros hebreos, para fortalecerse como pueblo, invención luego asumida por Moisés como un elemento fundamental para consolidar un imaginario colectivo que cohesionaba socialmente y fortalecía el poder militar.

El “descubrimiento de América” y su relato en el Diario de a bordo de Cristóbal Colón crearon un nuevo imaginario desde Occidente, y sentaron las bases para la conquista y colonización de América. Con sus viajes, Colón inició la conquista y colonización de estas tierras, con su relato comenzó la representación colonial de América.

ag/kl

 

*Periodista y escritor ecuatoriano-uruguayo.
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