Por Kintto Lucas*
Para Firmas Selectas de Prensa Latina
Hay ruiseñores que crecieron cantando en una rama. Si tu creces cantando, el canto es la realidad, y tal vez creas que el silencio también canta.
Hay médicos que crecieron investigando en un laboratorio. Si tu creces en un laboratorio, tal vez aprendas que no hay remedio para curar el futuro.
Hay panaderos que crecieron haciendo el pan. Si tu creces en una panadería, mientras la levadura lauda para hacer el pan de quienes no lo tienen, tal vez comprendas que quienes no tienen pan ni siquiera tienen derecho a crecer.
Hay obreros que crecieron haciendo autos y autobuses. Si tu creces en una fábrica de autos mientras tu familia viaja en el bus de las horas perdidas, tal vez comprendas que el tiempo es como el humo de los carros: negro a veces, gris en ocasiones y blanco algún momento.
Hay trabajadores que crecieron haciendo las máquinas que los remplazarán. Si tu creces en medio de robots sabiendo que un día te sacarán del trabajo, tal vez sepas que ellos son la lucha de clases, aunque no luches ni creas que haya clases.
Hay quienes crecieron en una barca, en el mar, huyendo de las guerras y el olvido. Si tu creces en una barca en medio del Mediterráneo, o en la frontera entre México y Estados Unidos, tal vez aprendas que la vida y la muerte a veces son lo mismo.
Hay poetas que crecieron escribiendo poemas en la soledad de la palabra. Si tu creces en la soledad de la palabra, mientras tantos mueren en las guerras inventadas y en las guerras sagradas; en la guerras perdidas y en las guerras anunciadas, tal vez comprendas que las palabras no son bombas, ni fusiles.
Pero llegará un día que la palabra sepulte a los dueños de las bombas y los fusiles, para que mueran en vida como los que no tienen canto, como los que no tienen cura, como los que no tienen pan, como los que no tienen tiempo, como los que no tienen mar. Ese día, la palabra dejará su soledad y todos creceremos desde la palabra. La palabra, como herramienta y arma.
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