Por Kintto Lucas*
Para Firmas Selectas de Prensa Latina
¿La lluvia es triste o alegre?, preguntó un ruiseñor en Tierra Negra, mientras recordaba las hogueras en el Aquelarre de Zugarramurdi. La tristeza puede ser una hoguera. Puede ser un momento, puede ser algunos momentos, o tal vez para siempre. La tristeza puede ser un lugar, una mirada, un recuerdo, un olvido. Hay quienes viajan por el mundo con la tristeza a cuestas, como el amigo Juan. Poeta de mirada triste como los ruiseñores que recuerdan las hogueras en lugar de la lluvia.
Hay momentos que uno cree que el mundo es parte de la tristeza. El mundo todo es una gran tristeza. En ese gran mundo de la tristeza, hay tristes por naturaleza, hay quienes huyen de la tristeza o intentan hacerlo. En todo caso, hoy que estoy tan alegre, ¿qué será de mi tristeza? ¿Qué será del mundo después de esta alegría repentina? ¿Que será de la tristeza después de ésta alegría? ¿Qué será de la alegría cuando se termine? ¿Qué será del tango sin el poeta triste? ¿Qué será del poeta triste sin la nostalgia? ¿Cómo será la tristeza del ciempiés que dejó de caminar o de la araña que dejó de tejer?
La música puede ir de un lado a otro, como la poesía. La tristeza y la alegría también pueden ser de todos los lugares, traspasar fronteras, un día quemarse en la llamas de la guerra y otro ahogarse en el mar. A veces se puede reír llorando también. A veces la risa es una máscara. ¿Qué sería de Garrick sin la ironía, sin el humor, sin la farsa representada en la sátira? ¿Qué sería de Garrick sin la tristeza? ¿Qué sería de Paganini sin el diablo? ¿Que sería del diablo sin la tristeza y sin un dios del cual reírse?
En todo caso vuelvo al principio: ¿La lluvia es triste o alegre? ¿Se esconde la tristeza en medio la lluvia? Pobre lluvia. La imaginación hace llover, como si la lluvia tuviera algo que ver con la tristeza. Pobre del que crea que la lluvia es triste. Si la lluvia fuera triste o fuera alegre sería un sentimiento, y la lluvia solo llueve cualquier día. En la mañana, o en la tarde, en la montaña o en el mar, la lluvia llueve. A veces tierna, a veces furiosa, a veces también triste o alegre, la lluvia moja. Pero no es por ella. Pobre del que crea que es por ella.
A veces culpamos a la lluvia de la tristeza. La culpamos como si fuera un torrente de lágrimas, que también lo es, porque queremos que lo sea. ¿Cómo será la lluvia de los ruiseñores el día que dejen de cantar porque la tristeza del mundo les mojó el corazón? El día que la tristeza del mundo les haga llorar el corazón, les haga llover el canto, llover el corazón, no digan que la lluvia es triste, triste es la mirada lloviendo. Pobre mirada, pobre lluvia…
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