Por Fidel Vascós González *
Para Firmas Selectas de Prensa Latina
Una de las primeras decisiones de Donald Trump, al asumir el cargo de presidente de los Estados Unidos, fue sacar a su país del Tratado Transpacífico (TPP en inglés). Con ello también estaba debilitando al Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC, en inglés), que incluye 21 países ubicados en la costa oriental de Asia y en la occidental del continente americano.
De inmediato no comprendí la movida. El TPP, una alianza de 12 países, había sido conformado con esmero por su antecesor, Barack Obama, con vistas a tratar de impedir el avance de China en la región. ¿Cómo era posible que Trump lo abandonara y dejara el espacio al gigante asiático? Despejé la incógnita al conocer la reciente creación del Cuadrilátero de Seguridad en Asia (QUAD), formado por EE.UU., Australia, Japón e India.
Trump no abandonaba la lucha contra China, sino la fortalecía desde otro ángulo, juntándose a otras tres potencias del área que se caracterizan por sus estrechas relaciones con el gobierno norteamericano. El QUAD también trae a primer plano la región Indo-Pacífico, en detrimento de la llamada Asia-Pacífico. La Indo-Pacífico comprende las aguas tropicales del océano Índico, el océano Pacífico occidental y central, así como el mar que los conecta en la zona de Indonesia.
Fue el primer ministro japonés Shinzo Abe quien esbozó -en el año 2007- la idea que, andando el tiempo se plasmó en el QUAD de hoy. En aquella ocasión Abe hizo referencia a la “confluencia de los dos mares”, frase que extrajo de un escrito del príncipe mogol Dara Shikoh que data de 1655.
En el 2012 Abe recordó lo dicho cinco años antes y agregó que “establecer la paz, la estabilidad y la libre navegación en el océano Pacífico es inseparable de la paz, la estabilidad y la libre navegación en el océano Índico”. Su intención era asustar a los países de la región con la idea de que el mar de China meridional pudiera convertirse en un lago interno de China, bajo su dominio.
Hay que recordar que por el Estrecho de Malaca, que desemboca en el mar de China meridional, transita más de la mitad del comercio marítimo mundial y el 80 por ciento del petróleo que importa el gigante asiático. En esa misma intervención Abe adelantó la propuesta para que “Australia, India, Japón y Estados Unidos formen un cuadrilátero para la defensa de los recursos marinos comunes en toda la región incluida entre el océano Índico y el Pacífico occidental”. Aunque no se proclama como tal, el objetivo del Cuadrilátero es consolidar un bloque militar y estratégico contra China. Asimismo, está dirigido contra la República Popular Democrática de Corea.
Ya se han realizado varias reuniones y cumbres de los cuatro países en las cuales se reafirma el contenido principal del Cuadrilátero, a saber: garantizar la libre entrada de los ejércitos y las fuerzas navales y aéreas de los países miembros en el Indo-Pacífico y, especialmente, en el mar de la China meridional.
El permanente interés de EE.UU. en potenciar el Indo-Pacífico se refleja en el cambio de nombre de su Comando estratégico militar, que antes se denominaba Comando para el Pacífico (US-PACOM) y ahora es el Comando Indo-Pacífico (US-INDOPACOM). ¿Será el Quad el primer paso hacia una OTAN asiática?
China no se ha quedado con los brazos cruzados. Ha respondido afirmando su deseo de que esas relaciones no se dirijan “en contra de un tercero”; mientras continúa impulsando su iniciativa de La Franja y la Ruta de la Seda, así como fortaleciendo la Asociación Económica Integral Regional (RCEP en inglés), mediante la cual 16 países de Asia negocian desde el 2013, sin la presencia de los Estados Unidos, un tratado comercial de gran envergadura y con proyecciones de integración en otros ámbitos.
La entrada en escena del QUAD dirigido por Estados Unidos es una respuesta a la modificación de las relaciones geopolíticas de toda la región impulsadas por La Franja y La Ruta, así como por las coaliciones subregionales (ASEAN, RCEP y otras).
El analista Emili J. Blasco explica la alteración geopolítica en marcha de la siguiente manera:
“Estamos asistiendo al nacimiento efectivo de Eurasia. Si esa palabra surgió como artificio, para reunir dos geografías adyacentes, sin relación, hoy Eurasia está emergiendo como realidad, en una única geografía. El catalizador ha sido sobre todo la apertura hacia Poniente de China: en la medida en que China ha comenzado a ocuparse de su parte trasera -Asia Central-, y ha dibujado nuevas rutas terrestres hacia Europa, las distancias entre los márgenes de Eurasia también se han ido reduciendo.
“Los mapas de la Iniciativa Cinturón y Ruta de la Seda tienen como efecto primero presentar un único continente, de Shanghái a París o Madrid. La guerra comercial entre Pekín y Washington y el desamparo europeo del otrora paraguas estadounidense contribuyen a que China y Europa se busquen mutuamente.”
A su vez, el centro de gravedad de la política mundial, que se había desplazado del Atlántico al Asia-Pacífico con la impronta de China, ahora parece moverse hacia el Indo-Pacífico, colocando a la India como Reino del Medio y no a China. De avanzar esta tendencia, Europa comenzaría a ser engullida por el nuevo supercontinente y quedaría como una península en el Oeste de Eurasia. Se comenzaría a desdibujar la noción cultural de Occidente como lo conocemos hoy, para dar paso al nuevo concepto de Euroasiático, en el cual Rusia y Turquía también serían asimiladas.
Retornando a las características del QUAD, no se pueden obviar sus contradicciones internas. Si EE.UU. pretende enfrentarse abiertamente a China para impedir su transformación en superpotencia mundial, por otra parte Japón y Australia buscan un equilibrio entre EE.UU. y China, reconociendo implícitamente el declive del primero y el ascenso de la segunda. La India tiene sus propias preocupaciones. Su incorporación al QUAD tiene que ver con el acercamiento de Paquistán a China; pero tampoco desea que China, con la que tiene fronteras, perciba al Cuadrilátero como un abierto desafío a sus intereses.
La Habana, 29 enero de 2019
ag/fvg