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miércoles 4 de diciembre de 2024

La naturalización del horror

Por Frei Betto *

Para Firmas Selectas de Prensa Latina

 

En 1934, el embajador José Jobim (asesinado por la dictadura, en Río, en 1979) publicó el libro Hitler e os comediantes (Hitler y los comediantes) (Editora Cruzeiro do Sul). El texto describe el ascenso del líder nazi recién electo y la reacción del pueblo alemán ante sus abusos. No se creía que iba a implantar un régimen de terror. “No le gustan los judíos”, decían, “pero eso no debe ser motivo de preocupación. Los judíos son poderosos en el mundo de las finanzas, y Hitler no está loco para hostigarlos”. Y todos sabemos cómo terminó el asunto.

Estoy seguro de que Bolsonaro sabe lo que quiere, y tiene un proyecto a largo plazo para Brasil. Adopta una estrategia bien estructurada. Enumero 10 de sus tácticas más obvias:

1.  Despolitización del discurso político, al que impregna de moralismo. Jamás demuestra preocupación por la salud, el desempleo, la desigualdad social. Su mira no es el negocio al por mayor, sino la venta al detalle: video con “lluvia dorada”; película de la “Bruna surfistinha”; kit gay (que nunca existió); protección de la moral familiar, etc. Eso llega a la gente común, más sensible a la moralidad que a la racionalidad, a las costumbres que a las propuestas políticas. Como dijo un evangélico: “Voté por Bolsonaro porque el PT iba a hacer que nuestros hijos se convirtieran en gays”.

2.  Apropiación del cristianismo, convenciendo a la opinión pública de que fue ungido por Dios para poner en orden a Brasil. Su nombre completo es Jair Mesías Bolsonaro. En  hebreo, Mesías significa “ungido”. Y Bolsonaro se cree predestinado. Hoy por hoy, 1/3 de la programación televisiva brasileña está a cargo de iglesias evangélicas pentecostales o neopentecostales. Todas a favor de Bolsonaro. A cambio, este aumenta sus privilegios, como la exención de impuestos y la multiplicación de las concesiones de radio y televisión.

3.  Superposición de su discurso, desprovisto de fundamentos científicos, a los datos probados de las ciencias, como prohibir que el término “género” aparezca en los documentos oficiales y dar oído a quienes defienden que la Tierra es plana.

4.  Adopción de leyes que puedan producirle al ciudadano común la sensación de que “ahora soy más libre”, como las de conducir sin cartera, reducir los radares, permitir que los infantes viajen en auto sin asientos especiales, etc.

5.  Privatización del sistema de seguridad pública. Mejor que gastar en fuerzas policiales y ampliación de las prisiones es posibilitar que cada ciudadano “de bien” posea y porte armas, y tenga derecho a dispararle a cualquier sospechoso. Y, carente de escrúpulos, cuando le preguntaron qué tenía que declarar sobre la masacre de 57 presos (bajo custodia del Estado) en el presidio de Altamira, respondió: “Pregúnteles a las víctimas”.

Algunas de sus tácticas más notoriorias conforman el siniestro decálogo de un gobierno que ampara a los grandes grupos económicos y propaga el horror.

6.  Eliminación de todos los obstáculos que puedan dificultar el aumento de las ganancias de los grandes grupos económicos que lo apoyan, como el agronegocio: exención de impuestos, subsidios a puñados,  suspensión de multas, desactivación del Ibama, establecimiento de una diferencia entre “trabajo análogo a la esclavitud” y trabajo esclavo y permitir su práctica, luz verde a la deforestación y la invasión de tierras indígenas. A estos se les considera parias improductivos que ocupan desproporcionadamente un 13% del territorio nacional e impiden la explotación de la riqueza que contiene, como el agua, los metales preciosos y las plantas de interés para las industrias de productos farmacéuticos y cosméticos.

7.  Profundización de la línea que divide a quienes lo apoyan de quienes lo critican. Demonización de la izquierda y los ambientalistas, amenaza de nuevas leyes y decretos  contra la libertad de expresión que desgasta al gobierno (The Intercept Brasil), injerto de la xenofobia en el sentimiento nacional.

8.  Alineamiento acrítico y de vasallaje con la derecha internacional, en especial con Donald Trump, y total modificación de los principios de isonomía, independencia y soberanía que rigen, desde hace décadas, la diplomacia brasileña.

9.  Naturalización de los efectos catastróficos de la desigualdad social y el desequilibrio ambiental, con lo que se exime de atacar sus causas.

10.  Por último, deslegitimación de todos los discursos que no armonizan con el suyo. En El orden del discurso (2007), Michel Foucault alerta sobre los sistemas de exclusión de los discursos: censura, segregación de la locura y voluntad de verdad. El discurso del poder se considera dueño de la verdad. No es casual que en su campaña electoral Bolsonaro adoptara como aforismo el versículo bíblico “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8,32). La verdad son él y sus hijos. Su discurso es siempre impositivo, el de alguien que no admite la crítica.

Durante la campaña electoral, la empresa BS Studios, de Brasilia, creó el videojuego Bolsomito 2K18. En él, el personaje que representaba a Bolsonaro acumulaba puntos a medida que asesinaba a militantes LGTB, feministas y del MST.  En la página de Steam, la descripción del juego:

“Derrote los males del comunismo en este juego políticamente incorrecto y sea el héroe que librará a una nación de la miseria. Prepárese para enfrentar los más diversos tipos de enemigos que pretenden instaurar una dictadura ideológica criminal en el país. Porrazos y risas a montones”. Ante las protestas, la Justicia obligó a la empresa a retirar el juego del aire. Pero el gobierno es real. Propaga el horror y ve -en quien se opone a él- el fantasma del comunismo.

ag/fb

 

*Escritor y asesor de movimientos sociales.
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