Por Kintto Lucas *
Para Firmas Selectas de Prensa Latina
Después de cruzar el Aqueronte,
si vamos de caverna en caverna,
tal vez podemos cruzar algunos laberintos
muchas encrucijadas, muchos acertijos.
El laberinto del fauno,
es un laberinto de sensaciones diversas:
paz, tristeza, ternura y soledad.
Al recorrerlo entramos en la guerra de España,
esa caverna del dolor, de la muerte, del heroísmo.
Pero entramos también en los ojos de una niña
que se aferra a la inocencia
mientras el mundo a su alrededor se desmorona,
esa caverna de la ternura
y la esperanza de que todo cambiará.
Un laberinto de la vida y de la muerte,
de la fantasía y la realidad,
del pasado y el futuro, del dolor y los recuerdos.
La imaginación de la niña, hija de la guerra,
espanta los horrores que soporta.
¿Quién puede decir que la imaginación
de una niña no es la realidad?
¿Quién puede afirmar que el libro
de las encrucijadas no es la realidad?
¿Quién puede decirles hoy
a los niños del Mediterráneo,
que en la imaginación hay laberintos más humanos
para explorar?
ag/kl