Llega a nuestras manos como exquisito sumario de una vida intachable y heroica el libro Exilio y soledades. Antología poética personal, de Rina Tapia de Guzmán (Cochabamba, Bolivia, 1931), cuya estancia en Colombia por más de medio siglo, nos ha enriquecido con su sensibilidad social, su esplendente poesía, su sabiduría científica y su ejemplo permanente de valor, dignidad y lealtad a las causas justas y nobles de la humanidad.
El libro, editado de manera impecable por Apidama Ediciones, recoge lo más significativo de su producción poética en una larga vida (91 años), en secciones que ha titulado: I. Quipus. II. Exilio y soledades. III. Árbol, silencio místico. IV. Incertidumbre Siglo XXI. V. Eterno y único punto y VI. Cantos y elegías, a manera de síntesis lírica de una existencia llena de luces y de sombras, peripecias e incertidumbres.
“El doloroso privilegio de ver el cuerpo del Che”
Rina Tapia fue la primera mujer boliviana en recibir el título de Médico-Cirujana. Cuando el legendario guerrillero Ernesto Che Guevara cayó en combate en las montañas de Bolivia, el destino eligió a nuestra joven médica para que certificara su muerte. Tuvo el doloroso privilegio de ver su cuerpo, aún caliente, sus ojos abiertos como vislumbrando el porvenir e iluminándolo con la luz de su sonrisa.
Casada con el doctor Alberto Guzmán, también médico y, como ella, siempre dispuesto a atender a los humildes y a los marginados, no tardó la pareja en ser señalada como enemiga del sistema, en aquellos tiempos no muy lejanos de las dictaduras oprobiosas del Cono Sur que llevaban a cabo la Operación Cóndor, orquestada desde la CIA y de tan triste recordación, que junto con las mal llamadas democracias liberales del continente, persiguieron con los métodos más crueles e inhumanos a millares de personas, tanto en Nuestra América como en el resto del planeta, acusándolas de comunistas, en los tiempos de la Guerra Fría.
Hechos prisioneros, luego de los trágicos y dolorosos acontecimientos de la Quebrada de Yuro, Rina y Alberto, humillados y finalmente desterrados, llegaron a Colombia, donde a pesar de estar en la patria común del genio caraqueño- Bolívar, libertando a América en medio de mentes mezquinas-, siempre se sintieron extranjeros, porque así es el exilio; porque el exilio llega sin aviso / y jamás nos abandona; porque así se vive la íntima soledad del desarraigo.
“El infierno exquisito del destierro”
Quien escribe estas líneas lo sabe bien porque también padeció en carne propia el infierno exquisito del destierro, al igual que millares de colombianas y colombianos que se vieron obligados a abandonar su país cuando el sistema «democrático» intentó exterminar la Unión Patriótica, a sus principales dirigentes y a los luchadores populares.
Pero Rina, en el libro, se ve vivir, se contempla vivir en los recuerdos de sus años iniciales en Colombia, con su compañero y colega, en esta nueva patria, con sus gentes, sus costumbres, su geografía diversa, sus alboradas y sus vendavales; con sus rojas humedades de violencia fratricida, con preguntas sin respuestas y hasta acertadas reflexiones sobre el punto y coma, sobre el punto de vista y el punto de partida.
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“Rina Tapia y la unión del amor y el compromiso”
En esta Antología poética personal de Rina Tapia se aúnan el amor, el compromiso, el armazón histórico y geográfico del orbe andino y el exilio.
La autora nos comparte una incesante adhesión lírica a la naturaleza con sus paisajes multicolores, habitantes y horizontes, junto a una persistencia lingüística que hace posible la recreación de la sustancia humana en la noche anterior al lenguaje con que ahora nos canta y nos cuenta su visión estremecedora de ese universo cardinal.
Además, le declara amor perpetuo a la Madre Tierra, a la Colombia que la acogió hace medio siglo, y con su verbo límpido- tanto en español como en quechua- reanuda los ecos luminosos del charango y la quena como ululares del viento y del diapasón andino.
Y así va repasando cada elemento rígido de nuestra remota materia fundacional, porque para Rina, toda esa emoción petrificada, ese goce espiritual esplendente que yace en la entraña profunda de la cordillera andina continúa viviendo como un resplandor de silencios que no cesa de increpar las conciencias de los “profanadores del vientre de la Madre Tierra”.
El paisaje cósmico, desde la raíz insondable de tantos sueños ocultos hasta las cumbres nevadas de los Andes, los seres relevantes del arte, Picasso, José Asunción Silva, Joan Miró, Gabriela Mistral, Violeta Parra, Matilde Espinosa, Fanny Sanín y tantos otros poetas y amistades entrañables que edificaron su cotidianidad, están presente en la variopinta verbalidad de esta discreta poeta de Bolivia y de Colombia, con una reveladora continuidad expresiva.
Quien lea Exilio y soledades. Antología poética personal, de Rina Tapia de Guzmán, cuya amistad de hace muchos años me honra y dignifica, toca la piel y el alma y de una emblemática mujer de Nuestra América y de su tiempo.
ag/jdg
*Poeta, novelista y periodista colombiano.