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jueves 21 de noviembre de 2024

La Quinta Vía

A lo largo de los últimos 150 años se han formulado diferentes teorías que proclaman vías para el mejoramiento de las sociedades humanas.

De ellas he identificado cinco que me van a facilitar la formulación, al final de este artículo, de una propuesta para impulsar el desarrollo económico y socio-político del socialismo en Cuba. La enumeración escogida en la denominación de las Vías no significa un ordenamiento por su importancia sino, más bien, cierta secuencia cronológica no siempre estricta.

La Primera Vía es el capitalismo neoliberal actual, que tiene su origen en el liberalismo de la etapa pre-monopolista del capitalismo de libre concurrencia.

Sus principales teóricos, entonces, fueron, entre otros, John Locke y el Barón de Montesquieu en la teoría política, y Adam Smith y David Ricardo en lo económico. Proponían estos últimos autores mencionados la completa libertad del mercado en la sociedad, el cual espontáneamente, decían, podía organizar la vida adecuada de los ciudadanos alcanzando el equilibrio social sin la intervención del Estado en la economía.

Sus consignas para el mercado eran: ¡Laissez Faire, Laissez Passer! (¡Dejar Hacer, Dejar Pasar!). La absoluta espontaneidad del mercado que proclamaba el liberalismo económico creó condiciones para el surgimiento de las crisis que periódicamente afectaban al capitalismo. Su final fue la de 1930-1933, al demostrar que el libre albedrío del mercado no resuelve los problemas de las sociedades humanas.

Varias concepciones capitalistas que proponían cierta intervención del Estado en la economía para controlar los defectos del mercado tampoco lograron los éxitos anunciados.

El neoliberalismo actual retoma la plena espontaneidad mercantil, haciendo hincapié en la desregulación de los mercados internos, incluyendo los financieros, y el levantamiento de las restricciones al movimiento internacional de capitales. Todo ello sin la intervención del Estado y privatizando las empresas públicas y los servicios sociales como la educación y la salud.

En resumen, la economía debe estar en manos de empresas privadas que actúan sin regulaciones del Estado. El neoliberalismo no se preocupa por los resultados sociales de sus concepciones, que se agudizan con estas decisiones. El equilibrio proclamado no se alcanza y, al contrario, los ricos se hacen más ricos, y los pobres, más pobres.

La Segunda Vía es la socialdemocracia, institucionalizada a fines del Siglo XIX en el Partido Obrero Socialdemócrata, creado en 1869 en Alemania, el cual puede considerarse el primer partido proletario masivo de carácter nacional y de inspiración marxista.

En 1875 este partido se fusionó con la Asociación General de los Trabajadores dando nacimiento al Partido Socialdemócrata Alemán (PSDA). En su lucha parlamentaria, el PSD fue ganando cada vez más electores. En 1893 logró casi dos millones de votos (más del 25 por ciento del total) y se alzó con 44 diputados, número que le permitía proponer proyectos de ley. Su influencia en el parlamento iba en ascenso.

Marx-y-Engels

Federico Engels, en su Introducción de 1895 a una nueva edición de ”La lucha de clases en Francia” de Carlos Marx, reconoció que en aquel momento los socialistas habían prosperado más mediante medios legales que con los ilegales y la subversión.

Los éxitos del PSDA impulsaron la creación de partidos similares en Inglaterra, Francia, EEUU., Austria, España, Italia, Suecia y Rusia. Los nuevos métodos organizativos introducidos por estos partidos se fueron implantando de tal manera que, incluso, los partidos burgueses comenzaron a tenerlos en cuenta en sus propios estatutos. Analistas consideran que los grandes partidos socialistas así formados influyeron decisivamente en la creación y funcionamiento de los partidos políticos modernos.

El avance de estas entidades socialistas condujo a la conveniencia de agrupar en una organización los esfuerzos que llevaban a cabo los diferentes partidos nacionales y coordinar sus acciones con una visión internacional.

Se planteó el renacimiento de la Primera Internacional, hecho que ocurrió en 1891cuando se fundó la Segunda Internacional, que constituía más bien una federación de partidos nacionales socialistas, pues sus decisiones eran de carácter indicativo y no obligatorio, dejándose a los partidos nacionales la táctica de aplicarlas según sus propias condiciones.

Los avances de la II Internacional conducían a pensar que, por la vía electoral, se podía alcanzar la mayoría parlamentaria para agrupar a tantos electores obreros y de clase media que, con esa fuerza, iniciarían la transición socialista hacia la sociedad que sustituiría al capitalismo.

La validez de este aserto no se comprobó en la práctica, pues comenzaron a surgir desviaciones en la conducta de los representantes de esos partidos en el parlamento. La influencia de los parlamentarios socialistas crecía por encima de los propios órganos de dirección partidista y sus posiciones en el legislativo empezaron a desviarse de las necesidades revolucionarias.

El más grave apartamiento fue protagonizado por el militante socialista alemán EduardBernstein, quien formuló una teoría revisionista del marxismo.

Berstein ponía en primer plano el carácter evolutivo y pacífico que debería tener el movimiento socialista para sustituir al capitalismo; consideraba que las clases sociales ya no existían como tales y los obreros se habían convertido en ciudadanos, siendo iguales a los demás habitantes de la nación, incluyendo a la burguesía; en la economía rechazó el concepto de valor-trabajo de Marx y Engels y consideró que la plusvalía era solo una construcción de la lógica, una nueva fórmula basada en una hipótesis que no tenía asidero en la realidad.

Primera-Guerra-Mundial
La influencia de Bernstein ganó terreno en los partidos socialdemócratas. El colofón de esta desviación se evidenció al estallar la Primera Guerra Mundial. Ante ella, la II Internacional orientó a los partidos nacionales miembros que apoyaran los presupuestos de guerra en sus respectivos parlamentos, convirtiéndose así en aliados de la burguesía que impulsaba la conflagración para el reparto del mundo entre las potencias imperialistas. El prestigio de la nueva organización socialista internacional se vino abajo y se disolvió en la práctica, arrastrando con ello a las ideas socialdemócratas.

El término Tercera Vía fue utilizado por la socialdemocracia a principios de los años 1950 intentando crear una sociedad que se diferenciara tanto del capitalismo de mercado como del comunismo soviético.

La utilización más reciente del término La Tercera Vía ocurrió en 1997 cuando el Partido Laborista asumió la dirección del gobierno británico con Tony Blair a la cabeza. Su fundamentación conceptual se planteó como la renovación de la socialdemocracia en el marco histórico caracterizado por la quiebra del Estado de Bienestar que predominó en los países capitalistas industrializados hasta fines de los años 70, la desintegración de la Unión Soviética y la desaparición de los países socialistas de Europa, así como los profundos cambios sociales, económicos y tecnológicos ocurridos.

La Tercera Vía pretende trascender la socialdemocracia y el neoliberalismo creando un pensamiento y una política práctica que utilice la economía liberal de mercado para alcanzar una elevada producción con el objetivo del desarrollo social y los valores humanistas que impulsaron al socialismo y al comunismo en sus orígenes. La Tercera Vía de Blair fracasó rotundamente y sucumbió al fundirse con el capitalismo neoliberal ya existente, tanto en lo económico como en política interna y externa.

La Cuarta Vía apareció con la Revolución Socialista de Octubre de 1917 en Rusia. Ante la bancarrota de la Segunda Internacional, solo un partido socialdemócrata decidió aprovechar la contienda bélica para armar a los obreros y campesinos del país y lanzarse a la toma del poder del Estado: el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR) dirigido por Lenin.

Revolución de Octubre

La Revolución de Octubre abrió una nueva etapa de la historia universal: la del triunfo y desarrollo de la construcción del socialismo en cada vez más países.

Por primera vez en la historia, un Estado de obreros y campesinos se planteaba la tarea de dirigir la economía nacional. El pueblo soviético alcanzó gigantescos resultados en el desarrollo económico y social del país, en la lucha antiimperialista y en la solidaridad internacional con las causas más justas de otras naciones.

No obstante estas bondades del modelo soviético de socialismo, en su seno se concibieron y aplicaron políticas antipopulares que alejaron al Partido Comunista y al Estado Socialista de las masas del pueblo. Ello, unido a las presiones y agresiones externas de todo tipo llevadas a cabo por el imperialismo internacional, condujo a la desaparición del socialismo en la Unión Soviética y en los países europeos que habían adoptado su modelo.

En el análisis integral de este fracaso se debe ahondar, entre las causas más importantes, en las graves afectaciones a la moral y a la vida espiritual de los pueblos soviéticos, infligidas por la política represiva ejercida y la falta de libertad en varios aspectos de la proclamada democracia socialista.

No se trata solamente de un fracaso en el ejercicio del poder sino de la frustración en crear una verdadera cultura democrática socialista en todos sus ámbitos. Al contrario, se aplastaron importantes aspectos de la libertad individual de pensamiento, conciencia y expresión, así como los derechos de reunión, manifestación y asociación.

Otras severas restricciones se referían a la limitación individual para salir, temporal o definitivamente, del territorio soviético y las dificultades para acceder a diferentes fuentes informativas internas y de otros países. El secretismo se enseñoreó en la actuación del PCUS y el Estado soviético. El dogmatismo reinó en la investigación y la enseñanza de las ciencias sociales.

De manera significativa, la democracia se manifestaba mermada en los procesos de toma de decisiones en el Partido, el Estado, el gobierno y los demás organismos y organizaciones sociales. En general, el PCUS no garantizó su influencia por la vía del ejemplo ético de sus dirigentes ni utilizó la persuasión en sus métodos de dirección, sino los aplicó mediante órdenes verticales y la imposición administrativa.

La Quinta Vía está por diseñar en todos sus aspectos. Su objetivo consiste en establecer un sistema de organización y funcionamiento económico y socio-político que no siga las pautas del capitalismo neoliberal y avance en la construcción de una sociedad poscapitalista o socialista según las características nacionales e históricas del país en cuestión. Entre sus bases conceptuales debe aplicar lo mejor de lo obtenido en la práctica social de la Cuarta Vía y rechazar los factores que la hicieron fracasar. Asimismo, debe recoger los aportes de la socialdemocracia original de fines del siglo XIX y evitar sus errores.

Considero que la Quinta Vía debe caracterizarse, en lo económico, por un más amplio papel del mercado como regulador del proceso productivo en base a la competencia leal entre las empresas y sin que se ejerza el monopolio de la producción y los servicios, salvo muy justificadas excepciones. Los contratos entre las entidades se establecerían con plena libertad entre ellas para establecer las condiciones del intercambio.

La principal misión del Estado se concentraría en implantar las normas y regulaciones que harían posible el escenario legal de actuación de las empresas con plena libertad en sus relaciones monetario-mercantiles, así como ejercer la protección social de las personas y entidades que resulten vulnerables.

En lo político, la Quinta Vía avanzaría hacia el establecimiento de las distintas modalidades de la democracia directa mediante la cual los ciudadanos no solo participen, sino que decidan sobre los principales asuntos públicos incluyendo la postulación y elección de los candidatos a los órganos electivos del Estado.

China y Vietnam están desarrollando los aspectos económicos de la Quinta Vía con exitosos resultados.

Cuba podría avanzar hacia la Quinta Vía abandonando el modelo de planificación central heredado de la Cuarta Vía, ampliando significativamente el mercado en la regulación de la economía y completando los patrones de la democracia directa en el Estado, el partido político único y las organizaciones de masas y sociales.

 

El diseño y la aplicación de la Quinta Vía podría ser la solución a los problemas que está confrontando nuestro país en su desarrollo económico y social. En todo ello hay que tener muy en cuenta los efectos negativos del bloqueo impuesto por el gobierno norteamericano contra la Isla que ya dura más de 60 años, recrudecido con las 243 medidas implantadas por la administración de Donald Trump y mantenidas por el actual inquilino de la Casa Blanca, Joseph Biden*.

A ello hay que sumar los efectos de la pandemia de la COVID-19 durante los últimos dos años, sus secuelas posteriores y, ahora, las provocaciones de los Estados Unidos y la OTAN con el objetivo de debilitar a Rusia, plasmadas en las acciones militares en Ucrania que han creado turbulencias en la economía internacional y en la geopolítica mundial.

No obstante estos inconvenientes, no es posible esperar a que el bloqueo se debilite y se forme un clima de paz en las relaciones internacionales para, entonces, encaminar la solución de los actuales problemas económicos y socio-políticos de la Revolución Cubana mediante el diseño y aplicación de la Quinta Vía, que necesariamente tiene que ser de forma paulatina, por etapas y con el concurso de todos los cubanos.

rmh/fvg

*Doctor en Ciencias Económicas.

(* Al momento de publicarse este artículo, Biden ha flexibilizado unas cuantas medidas que, no obstante, dejan intacto el núcleo duro y más criminal del bloqueo).

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