De no haber sido este texto pensado para el hoy de un espacio y un tiempo histórico precisos, latinoamericano, si se quiere sólo sudamericano, pero mundializado, planetariozado o, como suele afirmarse, globalizado, hubiese sido imprescindible comenzar al menos con dos referencias y a riesgo cierto de dejar otras de primera relevancia en el tintero: Lenin y Frantz Fanon.
No es el caso, aunque por un instante ya volveremos a ellos. Antes…
Desfiguraciones o máscaras sucias
La democracia como burlesque propone el título de esta serie de artículos, pero no en tanto aquél que se define como glorificación de lo socialmente inaceptable o denigración de lo socialmente dignificado, a partir de textos y escenas; y cercano a la parodia, a la sátira, siempre impiadoso, desde que el italiano Francesco Berni los popularizó como género con nombre propio en la Europa del Renacimiento.
De su poder narrativo hicieron uso con sublime maestría Cervantes y su admirador irlandés del XVIII, Laurence Sterne, el pastor que por ese entonces escribió – ¿una novela?- con vigencia de estilo y alma, hoy mismo: Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy.
Pero no. El burlesque en el que devinieron nuestras democracias– por observación participante e inmediata me refiero en particular a la argentina aunque podríamos también extendernos hacia las de nuestra América-, ese burlesque es una versión degradada, tanto que de él sólo queda el signo que denomina; algo similar a lo que ahora recuerdo, y a saber:
Mediados de los ’80. México DF. Después del viejo cabaret Tropicana, de Plaza Garibaldi, en el que un cartel a la entrada prohibía el ingreso con armas de fuego. A pocos pasos de allí, un salón oscuro e impregnado de tugurio, humo y olor a licores rancios. Al espectáculo lo llaman, sí, burlesque, pero… Un escenario por momentos rutilante, de a ratos sombrío. Una platea atiborrada de ansiedades y borracheras masculinas, aullantes. ¿Música? Algo parecido. El desfile de mujeres que se desnudan e invitan a los concurrentes más audaces o ebrios a trepar hasta ellas. Se miran, se sobajean y finalmente se masturban, entre los gritos procaces de abajo en cada uno de los finales. Dolorosos. Solitarios.
Sin monografías
Este texto no es demostrativo, sino interpretativo, muy lejos de las monografías o las tesis, que son escrituras únicas. Es en ese modo que arriesgo algunas ideas acerca de, y propongo entender aquellos dolores y soledades de la democracia como un burlesque deformado, sobre todo a partir de los ejes que nos ocupan: política y comunicación.
Llegó el momento entonces de su insoslayable mención, aunque qué añadir a su respecto. Me refiero al concepto a estas alturas un tanto difuso de neoliberalismo como proyecto económico de mercado y gobernabilidad burguesa y clasista rabiosa, asunto sobre el cual recomiendo una lectura de Michel Foucault: Nacimiento de la biopolítica (2004 en francés; 2007 en castellano), que sistematiza el curso por él dictado en el Collège de France, en 1979. En ese trabajo el filósofo francés pasa revista a los orígenes del neoliberalismo como escuela y práctica de poder, en particular a sus versiones estadounidense y alemana.
Por lo demás y de cara al problema sobre el que intento reflexionar en esta oportunidad, podrían cobrar especial relevancia algunas consideraciones que hacen a la matriz profunda del neoliberalismo: la mercancía en su marcha hacia el fetiche absoluto.
Ya en El Capital (1867) Carlos Marx explicaba: El comportamiento puramente atomístico de los hombres en su proceso social de producción, y por consiguiente la figura de cosa que revisten sus propias relaciones de producción- figura que no depende de su control, de sus acciones individuales conscientes-, se manifiesta ante todo en que los productos de su trabajo adoptan en general la forma de mercancías. El enigma que encierra el fetiche del dinero no es más, pues, que el enigma, ahora visible y deslumbrante, que encierra el fetiche de la mercancía.
Podríamos afirmar que el neoliberalismo en su modo actual comienza a manifestarse a partir de una decisión estratégica de la administración estadounidense de Richard Nixon, cuando en 1971 dispuso que el dólar deja de tener respaldo en oro, firmando así la partida de nacimiento de una nueva etapa en Sistema-Mundo capitalista imperialista, la de su financierización global.
Para Argentina y la América Latina toda nacerá entonces el modelo de dominación política basado en la Doctrina de la Seguridad Nacional (DSG) y sus consecuentes dictaduras, impuesto en forma cruenta a lo largo de casi una década.
Pero esa nueva etapa inaugurada en 1971 a escala planetaria generó una nueva lógica de expansión capitalista, en la que las fronteras de la mercancía- bienes y servicios- se hicieron porosas y requirieron entonces uno nuevo proyecto político para nuestra región: la sustitución de la DSG por los regímenes de democracia controlada o vigilada que, con formatos democráticos burgueses e institucionales, posibilitasen que el poder fuese controlado por las facciones del bloque hegemónico.
Estas, por supuesto, ofrecen variantes respecto de cuáles son sus mercados y clientelas– y sus discursos en tanto argumentos de venta o comercialización- para la mercancía de la cual dependen: el voto.
A partir de esa dinámica, con ustedes lo que denomino Corporación Política S.A.– en la que lo político es de apropiación privada y sus actores reemplazan la militancia por las nuevas vestiduras de patronos / empleados- y su semántica que, por supuesto, es mercancía, aunque en una dimensión de mayor entidad, casi absolutista, respecto de aquella que Marx magistralmente caracterizaba como fetiche.
Es decir, y sintetizando: Con ustedes entonces el fetiche absoluto, desprendido del mundo tangible, de sus cuerpos y sentidos. Y en el corazón mismo del fetiche absoluto es donde se aloja el huevo de la serpiente: La palabra como mercancía/ fetiche absoluto, independiente de toda correspondencia o representación hasta la impunidad misma; cuestión esa que pertenece, sí, al foco de nuestras atenciones: la comunicación.
(Continuará)
rm/ved
*Periodista, escritor y docente universitario argentino.