No ha sido tarea fácil para Raúl Zurita (Santiago de Chile, 1950) haber “asaltado el cielo” con la sabiduría creadora y la sublimidad colosal de una obra que sólo admite comparación con la de los grandes épicos fundacionales de todos los tiempos, en un país que, como el suyo, ha visto desfilar gigantes literarios como Vicente Huidobro, Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Pablo de Rokha, Nicanor Parra, Gonzalo Rojas, Jorge Teillier y Carmen Berenguer, entre otros.
Y lo afirmamos, porque desde su juventud, Zurita inició una construcción de magnitudes descomunales, como si el océano Pacífico, el desierto de Atacama y los volcanes andinos se hubiesen convertido en mágicas palabras que lograron recrear de manera magistral el idioma de las piedras, las plantas y las aguas. Pero también el idioma de quienes no tienen voz en la extensa historia de la infamia latinoamericana.
Con bastante frecuencia, la obra de Zurita ha sido comparada con la Divina Comedia de Dante Alighieri, pero también con los libros sagrados (la Biblia, el Popol-Vuh, el Mahabárata y La Araucana) y con los íconos poéticos de tiempos más cercanos como Hojas de hierba de Whitman, Canto general de Neruda y La tierra baldía de T. S. Eliot, por su lenguaje estremecedor en testimonios de amor y dolor, y de vaticinios apocalípticos, donde traspasa las páginas del libro para visualizar sus versos a través de geoglifos (figuras dibujadas con piedras en laderas de cerros y acantilados) o con astroglifos de humo blanco de tres kilómetros, proyectados por avionetas en los cielos de Nueva York, por solo citar dos ejemplos.
El fatídico 11 de septiembre de 1973, cuando se dirigía a desayunar a la Universidad Técnica Federico Santa María, de Valparaíso, el joven Zurita- entonces estudiante de Ingeniería Civil en Estructuras-, fue detenido por agentes de los militares golpistas. Para entonces, el poeta, quien ya militaba en el Partido Comunista de Chile, fue conducido al Estadio de Playa Ancha donde sufrió prisión varios días antes de ser encarcelado y torturado en las bodegas del carguero “Maipo” junto a 800 personas, en un salón con capacidad para tan solo 50 humanos.
Recobró su libertad y realizó actos incluso exóticos, como el de quemarse el rostro con un hierro ardiente durante un evento contra la dictadura de Pinochet. En otra ocasión, antes de iniciar un recital de poesía se colocó en las sienes una corona de espinas.
Zurita ha publicado libros de poesía que lo han catapultado hacia una gloria inimaginable pero muy merecida. Los más destacados son: Purgatorio, Anteparaíso, El amor de Chile, La vida nueva, Cantos de los ríos que se aman, Poemas militantes, Tu vida derrumbándose, Los países muertos, INRI, Zurita y Sobre la noche el cielo y al final el mar. Y ha sido distinguido con el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, el Premio José Lezama Lima (Casa de las Américas, Cuba), el Premio Nacional de Literatura de Chile, el Premio José Donoso, el Premio Iberoamericano de Poesía Reina Sofía y otros más que dan fe de su inmensa calidad literaria.
En una entrevista concedida a la periodista Lorena G. Maldonado y publicada en El País de Madrid, Zurita declaró enfáticamente: “Soy un comunista en 2020: quiero una revolución y una sociedad sin clases”. Y también expresó, entre muchas otras ideas y opiniones: “Neruda es el mejor poeta en lengua castellana para mí”.
Durante las movilizaciones populares que se llevaron a cabo en todo Chile y que desembocaron en la rotunda victoria popular del actual presidente Gabriel Boric, participó con una bandera de Chile entre sus manos trémulas, desafiando el mal de Parkinson, que sufre desde los 17 años.
Pero ese es Raúl Zurita de cuerpo entero, el poeta y el hombre, el poeta vivo más relevante de Chile y uno de los grandes líricos del mundo en los siglos XX y XXI.
Diálogo con Chile
Poema de Raúl Zurita
Verás un mar de piedras
Verás margaritas en el mar
Verás un Dios de hambre
Verás el hambre
Verás figuras como flores
Verás un desierto
Verás el mar en el desierto
Verás tu odio
Verás un país de sed
Verás acantilados de agua
Verás nombres en fuga
Verás la sed
Verás amores en fuga
Verás el poco amor
Verás flores como piedras
Verás sus ojos en fuga
Verás cumbres
Verás margaritas en las cumbres
Verás un día blanco
Verás que se va
Verás no ver
Y llorarás.
rm/jdg
*Poeta, novelista y periodista colombiano.