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domingo 24 de noviembre de 2024
cazadora y recolectora

¿Para dónde va el mundo? 18 reflexiones agónicas (I)

“Podrán cortar todas las flores, pero no detendrán la primavera”.
Pablo Neruda

“Quienes seguimos teniendo esperanzas, no somos estúpidos”.
Xabier Gorostiaga

1. Desde que la humanidad salió de su estadio primigenio de cazadora y recolectora, al haber un excedente social en la producción, se generaron las tensiones que llamamos luchas de clases: unos pocos son propietarios y las grandes mayorías trabajan para beneficio de esos pequeños grupos. Así, desde la aparición de la agricultura, y posteriormente la ganadería, cuando los pueblos se volvieron sedentarios -no más allá de ocho mil años atrás-, la historia de los seres humanos está marcada por esas luchas sangrientas en torno a la apropiación de ese plus-producto.

2. Las diversas modalidades que tomaron esas luchas fueron marcando la historia, siempre con enfrentamientos sangrientos, con represiones de la clase dominante sobre la gran masa de explotados. Por qué pequeños, pequeñísimos grupos tomaron la supremacía sobre grandes colectivos es un interrogante muy difícil -quizá imposible- de resolver. Lo cierto es que la marcha de los acontecimientos en el mundo, en todas sus latitudes, nos muestra siempre esa confrontación: amos explotadores versus mayorías explotadas (modo de producción despótico-tributario o asiático, esclavismo, feudalismo, capitalismo, muchas veces coexistiendo coetáneamente más de alguno de ellos en una misma formación económico-social). Hasta ahora, es la historia de la humanidad: amos y esclavos. ¿Podrá cambiar?

seres humanos

3. Afirmar categóricamente que los seres humanos presentan una tendencia natural al ejercicio del poder de unos sobre otros-darwinismo social- es, como mínimo, indemostrable. La historia de estos últimos milenios, o lo que puede observarse hoy día-por ejemplo, la forma tan repulsivamente insolidaria en que se repartieron las vacunas contra el coronavirus, guardándose el Norte la casi totalidad en detrimento del Sur- podría servir para sacar esa conclusión (quizá apresurada). No debe olvidarse que la especie humana tiene dos millones y medio de años de antigüedad conviviendo en una suerte de comunismo primitivo, tal como puede verse hoy en los pocos grupos pre-agrarios que existen en algunas selvas tropicales, sin diferencias de clases sociales (sin amos y esclavos). Lo más importante en esta consideración es no olvidar que en el seno del capitalismo surgieron formulaciones para ir más allá de la cultura individualista-hedonista centrada en el ejercicio de poder-un rico vale más que un pobre, un blanco que un negro-, fomentando una nueva ética: la ética socialista de la solidaridad. Cuba socialista repartió de otro modo, distinto a las grandes potencias norteñas, la vacuna anti-Covid que pudo fabricar, único país del Tercer Mundo en alcanzar ese logro.

4. El capitalismo es el modo de producción más reciente en la historia, surgido en Europa algo antes del Renacimiento (Liga de Hansen, siglos XIII y XIV), hoy expandido globalmente. Sus ya alrededor de siete siglos le permiten una acumulación de riquezas fabulosa, como nunca antes se había dado en la historia. El desarrollo de la ciencia y la tecnología que alcanzó le permitieron un alcance mundial desconocido anteriormente, incluso saliendo ya del planeta. Como modo de producción, sin dudas alteró en profundidad las relaciones de todo el orbe, globalizando su estructura, transformando absolutamente todo lo humano en mercancías destinadas al mercado. Ayudó a superar ancestrales problemas de la humanidad, pero no terminó en absoluto con las diferencias económico-sociales. Por el contrario, les dio una vuelta de tuerca. Hoy día los amos no utilizan látigos ni sacrificios humanos, pero siguen siendo tan despiadados como otrora, o quizá más, dado el grado de refinamiento que permitió el desarrollo de las fuerzas productivas.

5. Como todo modo de producción basado en la propiedad privada de los medios productivos, reprimió con violencia cualquier intento de transformación de su estructura. De todos modos, desde los albores de la revolución industrial, ya en el siglo XVIII, comenzaron a aparecer propuestas anticapitalistas, vislumbrando un mundo donde la abundancia permitida por la industria moderna sirviera para crear un comunismo ya no primitivo, sino muy elaborado, basado en la consigna de “De cada quien según su capacidad, a cada quien según su necesidad”. Así, a lo largo del siglo XX, aparecieron las primeras revoluciones socialistas, que se instalaron con fuerza comenzando a edificar una nueva sociedad, basada en la igualdad.

6. Esas primeras experiencias socialistas crearon realidades superadoras de la histórica explotación de las sociedades clasistas. En todas ellas (Rusia, China, Cuba, Vietnam, Norcorea, Nicaragua), asumiendo que hubo errores que deben ser corregidos, “lacras” humanas que perviven (patriarcado, racismo, egoísmo, autoritarismo y burocratización, juegos de poder, verticalismo), las condiciones de las grandes mayorías se modificaron positivamente en forma exponencial: nadie pasó hambre, todo el mundo tuvo acceso a salud, educación, vivienda, infraestructura básica, transporte público, seguridad social, arte y cultura de calidad, todos servicios gratuitos de acceso universal, y se dispararon los avances científico-tecnológicos en forma fabulosa. Algo pasó, sin embargo, que después de décadas, el socialismo no siguió avanzando.

7. Quedarse con la ideologizada idea que los proyectos socialistas “fracasaron” es, cuanto menos, incorrecto, por no decir miope, o muy peligroso. Si las poblaciones tuvieron todo lo que el capitalismo niega al 85 por ciento de la humanidad, es incongruente ver un fracaso en el socialismo. De todos modos, la reversión sufrida en la Unión Soviética, el paso a mecanismos de mercado en China y la solitaria orfandad de otras experiencias que las obligaron a sobrevivencias magras (por ejemplo Cuba), abre obligadamente la necesidad de revisar las causas de esos procesos. Para el discurso capitalista, eso es la palmaria demostración de la inviabilidad del socialismo; para una visión de izquierda, es un llamado a revisar postulados básicos para entender la complejidad de esas realidades, donde la principal causa es, sin espacio para la duda y articulándola con otras no menos importantes, el inmisericorde y sistemático ataque sufrido.

capitalismo

8. Hoy día el sistema capitalista se muestra “ganador”. El ideario socialista lentamente fue saliendo de las agendas- o lo fueron sacando a golpe de sangrienta represión-. Con pérfidos intereses, la derecha intenta mostrarlo como una rémora superada, presentando al capitalismo como única vía posible. Y si la República Popular China, según ese interesado discurso, hoy descuella como superpotencia, ello se debe a “haber abrazado mecanismos de mercado”. Hay allí una ignominiosa mentira: el maoísmo sentó las bases para ese espectacular salto que propuso DengXiaoping, sin abandonar los principios socialistas. El capitalismo, pese a la fabulosa riqueza acumulada, no puede ofrecer bienestar más que a un 15 por ciento de la población mundial (Norte próspero y escasos bolsones en el Sur global). La inmensa mayoría planetaria pasa penurias indecibles: sobra comida pero sigue el hambre, enfermedades que se podrían controlar perfectamente continúan siendo endémicas por los intereses corporativos de las grandes farmacéuticas, una de las pocas “salidas” de las desesperadas masas populares del Tercer Mundo es marchar como migrantes irregulares hacia las supuestas islas de esplendor del Norte, donde son vilmente explotadas o rechazadas, muy buena parte de la más alta inteligencia humana está dedicada a la producción de armamentos- principal actividad económica del mundo: 70 mil dólares por segundo-. Junto a ello, el modo de producción y consumo que impuso- todo es mercadería para vender- ha ocasionado un monumental desastre ecológico (¡no hay “cambio climático”, como si ello fuese una transformación natural del planeta, una transformación geológica!, ¡hay desastre ocasionado por la obsolescencia programada, por el consumismo voraz!), donde está en entredicho la posibilidad de continuar la vida en estas condiciones. Si el capitalismo se exhibe como “ganador” sobre el socialismo, hay que preguntar críticamente dónde está ese “éxito”: 20 mil personas mueren diariamente por falta de alimentos, se busca agua en Marte pero no para hacérsela llegar al 26 por ciento de la población terrestre que no tiene acceso a agua potable, y en un mundo donde ya pasan a ser casi imprescindibles post-grados universitarios y manejo de varios idiomas para conseguir “buenos” trabajos, 15 por ciento de los habitantes son abiertamente analfabetas (dos tercios de eso son mujeres, más un 60 por ciento de analfabetas funcionales). El socialismo, aún con todos sus problemas, superó esos atávicos lastres.

9. Lo cierto es que las propuestas de transformación revolucionaria de la sociedad, surgidas ya a mediados del siglo XIX -lo que llamamos “izquierdas”-, y que dieron sus primeros frutos en la primera mitad del XX, hoy se muestran débiles, sin mayor impacto en la población, condenadas a un cierto desprestigio que las margina, con una propaganda capitalista tan bien montada- con tecnologías de manejo social a la más alta escuela- que hablar de socialismo hoy parece retrógrado. Los trabajadores fueron convertidos- nominalmente, claro- en “colaboradores”, los movimientos sindicales, en general se redujeron a raquíticas burocracias pro-patronales, y otros fermentos de cambio social (lucha contra el patriarcado, contra el racismo, contra la catástrofe ecológica, reivindicación de territorios ancestrales de pueblos originarios contra las industrias extractivistas, luchas contra todo tipo de discriminación por preferencias sexuales) se mueven en soledad, sin articularse en un frente común que permita colapsar al sistema capitalista como un todo. En el medio de ese paisaje- bastante desolador, por cierto- aparece la “cooperación internacional” que el Norte próspero brinda al Sur famélico, no siendo ese mecanismo sino una forma más de artero control social (“Estrategias contrainsurgentes no armadas”, las caracterizaba la CIA años atrás). El papel de los Estados- empobrecidos- es reemplazado por la caridad, por mecenazgos de magnates “bienintencionados”, por “ayudas” que, lo único que logran, es fomentar la cultura de la beneficencia. Para rematar el grado de control social, los capitales han sabido implementar sádicos mecanismos de manipulación de masas como las nuevas religiones fundamentalistas, que mantienen adormecidas a las poblaciones; tal es el caso de los grupos neopentecostales en América Latina o el fundamentalismo islámico en Medio Oriente y Asia Central, todas repulsivas herramientas de adormecimiento masivo, tanto como los deportes profesionalizados (el fútbol ante todo) o las drogas ilegales. Ante todo ello, las izquierdas, en cualesquiera de sus formas (lucha armada, organización de base con incidencia en lo sindical y/o comunitario, movimientos populares, participación política en elecciones dentro de la institucionalidad burguesa) no aciertan a tener proyectos que conmuevan, que verdaderamente puedan colapsar al capitalismo. Las reformas socialdemócratas son eso: reformas, superficiales cambios cosméticos. Los progresismos-que podrán ser saludados como avances, así como la Doctrina Social de la Iglesia Católica con su opción preferencial por los pobres- no tocan los cimientos mismos del sistema. Si eso no se hace, entonces no hay cambio verdadero. Hay, con buena suerte, gatopardismo: cambiar algo para que no cambie nada. Pero “No se trata de reformar la propiedad privada, sino de abolirla; no se trata de paliar los antagonismos de clase, sino de abolir las clases; no se trata de mejorar la sociedad existente, sino de establecer una nueva” (Marx).

Covid-19

10. La reciente pandemia de Covid-19 profundizó estos desastres ya históricos. “El emergente paradigma capitalista post-pandemia se basa en una digitalización y aplicación de las tecnologías de la así llamada cuarta revolución industrial. Esta nueva ola de desarrollo tecnológico es posibilitada por una tecnología de la información más avanzada. Lideradas por la inteligencia artificial (IA) y la recogida, procesamiento y análisis de inmensas cantidades de datos (big data), las tecnologías emergentes incluyen el aprendizaje automático, la automatización y la robótica, la nano y biotecnología, el Internet de las Cosas (IdC), la computación cuántica y en la nube, la impresión 3D, nuevas formas de almacenamiento de energía y vehículos autónomos, entre otras. (…) La economía global post-pandemia supondrá una aplicación rápida y expansiva de la digitalización a cada aspecto de la sociedad global, incluidas la guerra y la represión.”

(Robinson). Las tecnologías más desarrolladas, dentro del marco capitalista, no son beneficio para las extendidas masas populares sino solo instrumento favorable a las élites, para seguir explotando y lucrando, y para controlar cualquier atisbo de protesta. (Sigue)

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