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miércoles 9 de octubre de 2024
Eduardo Aninat

Aninat está preocupado

El pobre Eduardo no duerme. Cada dos o tres minutos lanza un profundo suspiro, algo así como la célebre Aspasia de Mileto pensando en Pericles.

Eduardo declara:“Hay una amenaza que no estaba en el horizonte, que no estaba hace tres meses. Pero ahora está”.
Al parecer Aninat dispone de poderosos instrumentos para, observando el horizonte, detectar esta aterradora amenaza.
La amenaza en cuestión: China entró en deflación.

Y eso… ¿de qué va? Simple: los precios bajan en vez de subir…

Aninat no se inquieta de que en Francia los precios de los alimentos hayan subido más de un 18 por ciento, ni de que la libre competencia en el suministro de electricidad se traduzca en un notable aumento del precio al consumidor. Teníamos la electricidad más barata de Europa y Francia era el primer exportador de energía. Detalle: había solo un proveedor, público para más señas.

Ahora, gracias a la libre competencia tenemos media docena de proveedores privados: el aumento del precio del kW/h es del 400% (cuatrocientos por ciento)

No hay deflación, Aninat puede relajarse, aunque París ya no sea la Ciudad Luz (es muy oneroso) sino un remedo de velatorio al pedo.
Eduardo, economista de su estado, olvidó la Ley de la Oferta y la Demanda. Si los precios suben, sube la oferta, y si los precios bajan, la oferta baja.

Dicha “ley”, que Sonnenschein, Mantel y Debreu demostraron ser una falsedad, sigue inspirando a los ministros de Hacienda. El desequilibrio entre la oferta y la demanda hace que los precios suban o bajen. ¿No es bella la economía? De modo que la deflación se explica por una insuficiencia de la demanda, mientras que la inflación obedece a una insuficiencia de la oferta.

En caso de deflación… ¿qué ocurre primero? ¿el exceso de oferta o la insuficiencia de la demanda? ¿Qué determina la insuficiencia de la demanda? ¿Por qué el mercado, que es omnisciente, produce más de lo necesario para satisfacer la demanda?

Una pista explorada por un par de lumbreras tiene que ver con la distribución del valor agregado, o sea la remuneración respectiva del Capital y del Trabajo. Ya volveremos al tema.

Entretanto hay más preguntas: ¿por qué el mercado, que es omnisciente -ya se dijo- no produce lo suficiente para satisfacer la demanda?

FranceInfo

Un enterao vino a FranceInfo a explicar que “la inflación es culpa de los consumidores que no cesan de consumir productos cuyo precio sube, sin remplazarlos astutamente por productos cuyo precio baja”. Dicho de otro modo, la responsabilidad de la inflación recae en los pringaos que no modifican sus comportamientos de consumo con la celeridad que exige el mercado. No me cachondeo: eso fue lo que dijo el economista en cuestión.

Sellando definitivamente sus aseveraciones con la apostilla de la verdad, el tipo advirtió: “No hay que esperar que los precios regresen a su nivel anterior, porque los salarios han subido”. Una vez más, la culpa es tuya, boludo.

Entretanto, pasándose la demanda por el forro, Rusia, Arabia Saudí y otros países del Golfo Pérsico decidieron reducir su producción de petróleo. El mercado, omnisciente, -ya se dijo y redijo-, prevé que los precios subirán: a la Ley de la Oferta y la Demanda le pueden dar morcilla.

El economista que vino a RadioFrance podría aconsejarle a occidente consumir energías cuyo precio está bajando, no te jode. Si gracias al libre mercado ya no puedes pagar la electricidad, habrá que volver a los carbones bituminosos que sirven para fabricar el coke; a la leña, preferentemente de encina, carrasca u olivo, o bien de almendro, roble, algarrobo o naranjo; o a la grasa -o aceite- de ballena… admitiendo que queden ballenas.

Los británicos, que son muy suyos, operan según la máxima que dice “Maricón el último”: “El Reino-Unido autoriza cientos de nuevas licencias de exploración y explotación petrolíferas y gasíferas en el Mar del Norte, decisión muy criticada por los defensores del medio ambiente.”

Y ya la tenemos liada: la Ley de la Oferta y la Demanda no dice nada a propósito de cargarse el planeta. Salvarlo no es de recibo: los conservadores en el poder y la oposición laborista renuncian a las políticas verdes en razón del costo para los británicos duramente golpeados por la inflación. Lo que deja a Aninat de mármol: no es deflación…

Para entender la deflación del Celeste Imperio, que, ¡pobres chinos!, les hace pagar más barato lo que ayer pagaban más caro… tenemos que regresar a la cuestión abordada más arriba. Esa que tiene que ver con la relación que existe entre la remuneración del Capital y la remuneración del Trabajo.

Bureau-National-des-Statistiques

La amenaza que inquieta a Aninat hela aquí: “En julio, el índice de precios al consumo muestra una baja de 0,3 por ciento en ritmo anual, según el BNS (Bureau National des Statistiques).”

Un pinche 0,3 por ciento anual: Aninat padece de hipersensibilidad crónica a la baja de precios, y de callos en el orto cuando se trata de inflación: en Chile la inflación, “moderada”, ¡ya llegó al 6,5por ciento!

Como quiera que sea, o bien los chinos producen más de lo que debiesen, o bien la masa salarial es insuficiente para consumir lo producido. Afortunadamente, como te anuncié, dos eminencias de mis dos resolvieron la espinosa cuestión de la cuadratura del círculo sin ni siquiera usar π, mira ver:

“Para responder a la estancación de las economías de los países industrializados y asegurar un crecimiento más rico en empleo, los economistas Jean-Hervé Lorenzi y Alain Villemeur se esfuerzan por definir (…) la mejor clave de repartición del valor entre capital y trabajo.”

¡Nada más, nada menos! Lamento infligirte las líneas que vienen, pero con un poco de buena voluntad terminarás entendiendo cómo y porqué tienes la impresión de haber perdido el invicto.

economista inglés David Ricardo

“En 1817, el economista inglés David Ricardo (1772-1823) consideró que la repartición de los ingresos entre lucro y salarios era el principal problema de la economía política. En realidad, Ricardo fue influenciado por Adam Smith (1723-1790) quien, en el año 1776, constató que los holandeses tenían mejores salarios que los ingleses, ¡mientras el lucro de sus empresas era más bajo! En nuestros días se diría que el lucro no gotea sobre la economía y que una repartición de los ingresos favorable a los asalariados puede estimular el crecimiento económico”.

“Así, estos dos economistas, los padres del liberalismo económico, ¡se interrogaban sobre el reparto salarios- lucro que sus sucesores olvidaron! En efecto, estos últimos se extraviaron durante demasiado tiempo en la idea de que los beneficios (lucro) se anularían con la competencia, o que serían ilegítimos, o bien que dependerían de la relación de fuerzas entre las clases sociales”.

¡Xux! 1776 – 2023… hace ya casi 250 años que los economistas conocían el nombre del asesino, pero lo olvidaron hasta que estos dos benefactores de la humanidad recuperaron la memoria. Ellos no cuestionan el modo de producción capitalista: declaran haber encontrado el chanchullo que lo transforma en el paraíso en la Tierra. ¿En serio?

Según Lorenzi y Villemeur “El crecimiento del empleo es máximo para una distribución de dos tercios para los salarios y un tercio para el lucro”. ¿Y ahí?

Espera, espera, lee esto, los argumentos que matan:

“La economía estadounidense lo ilustra de manera ejemplar. De 1875 a 2000, durante un periodo excepcional de prosperidad, en tendencia, la parte del lucro en los ingresos en el largo plazo conoce un promedio cercano al tercio. Por ejemplo, el lucro recibe un 34,3 por ciento de 1961 a 2000, asociado a un crecimiento fuerte y regular, con una media anual del 3,5 por ciento. Desde el cambio de los años 2000, la parte del lucro no ha parado de crecer hasta alcanzar un 39 por ciento en los últimos años, mientras que el crecimiento económico bajó a la mitad después de la “gran recesión” de 2008”.

En el lenguaje coloquial de la prensa financiera eso se llama “reconstitución de los márgenes de la empresa”. Los “márgenes”, elemento esencial a la hora de ponerle precio a tal o cual empresa, en un mundo en donde fungen de bien de consumo como cualquier zanahoria.
Lorenzi y Villemeur, que detentan responsabilidades en el seno de grupos de estudio e investigación, recordaron los descubrimientos de los inventores del invento (Smith y Ricardo) pero olvidaron que el Capital no está ahí para crear empleo, ni siquiera crecimiento, sino lucro. Beneficios, más riqueza para hacer más ricos a quienes ya son ricos, los dueños del capital.

Toda su cháchara a propósito de la distribución del valor agregado entre Capital y Trabajo es solo eso: cháchara.

Eduardo-Aninat

El caso chileno- que no le inquieta lo más mínimo a Eduardo Aninat, preocupado como está por la deflación china- es un ejemplo que debe reconfortarlo. Al leer lo que sigue, recuerda que según Lorenzi y Villemeur la martingala es 1/3 para el Capital y 2/3 para el Trabajo.

Una tesis de grado titulada “Distribución del Valor Agregado de la Economía Chilena”, de Camilo Andrés Burich Guayiler (Universidad Diego Portales), del año 2017, ofrece estas conclusiones, atento el personal:

“Del total de valor agregado que se genera en la economía a nivel nacional, en promedio, un 44 por ciento se lo adjudican el grupo de asalariados y un 56 por ciento se lo apropian los dueños de los excedentes brutos por explotación (dueños de los excedentes brutos por explotación: los patrones. Nota mía)”.

Como puede verse… estamos lejos, muy lejos, de la fórmula mágica de Lorenzi y Villemeur. La prosa del autor, muy en línea con el guirigay de los economistas, comenta:

“En términos distributivos, y tras conocer que el número de personas en calidad de asalariados es casi cinco veces mayor al de cuenta-propista (6), pero la apropiación de valor agregado es mayor para el último grupo, la idea que el pago al factor capital es sobre proporcional en comparación al factor trabajo no resulta inconcebible.” (sic)

(6) Según INE, 2016: Total de ocupados = 8 millones; Asalariados = 5,5 millones y Cuenta Propistas = 1,7 millones. Todas cifras aproximadas.

Nótese que con una remuneración que representa un 56 por ciento del valor agregado- en vez del 33por ciento que debiese obtener según Lorenzi y Villemeur- “no resulta inconcebible” que el factor capital esté pagado de manera “sobre proporcional” en Chile. Una vieja historia que ya fue denunciada por Marx, y recientemente por Piketty, como señala el autor de la tesis:

“La estructura productiva de la economía en Chile podría-eventualmente- responder a grandes beneficios para el grupo de dueños de excedentes de explotación provenientes del capital, y por tanto, la lógica de Piketty “r>g” no es una idea que deba dejar de ser considerada para el caso chileno”.

La fórmula citada r>g significa que el interés, bajo forma de rendimiento promedio del capital (r), permanece constantemente superior a la tasa de crecimiento de la economía (g). Lo que tiene como consecuencia, según Piketty, que la acumulación del capital es más rápida que el crecimiento de la producción económica.

Marx

Teoría similar a la de Marx cuando denuncia el crecimiento de la desigualdad debida al aumento cada vez más fuerte de la relación capital/ ingreso nacional (PIB). Marx ya había anunciado el aumento de esta relación con su ley sobre la composición orgánica creciente del capital.

No obstante, Eduardo Aninat, ex ministro de Hacienda (1994-1999), Director del FMI (1999-2003) y otros pecadillos menores, no duerme pensando en China.

La deflación le produce el efecto del enterobius vermicularis que también llaman piduye: Eduardo no para de rascarse.

rmh/mc

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