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viernes 26 de julio de 2024
Guerra Fría en 1991

El futuro son los BRICS: la multipolaridad cooperativa eclipsará a la unipolaridad imperial (I)

Cuando terminó la Guerra Fría en 1991, las potencias occidentales, y particularmente los EE.UU., se encontraron en una encrucijada. Un camino conducía a la paz, la justicia, la cooperación, el desarme nuclear, una ONU revitalizada, la inclusión, el pluralismo, los derechos humanos, el multilateralismo, el comercio justo, los mercados regulados, la seguridad alimentaria, la transición energética, la sostenibilidad y el progreso humano. El otro camino se dirigía al militarismo, la intervención, el belicismo, la amenaza del arma nuclear, el conflicto, las sanciones y Bloqueos, las intervenciones para cambiar los gobiernos no sumisos, múltiples tendencias hacia la desigualdad, la globalización neoliberal depredadora, la hegemonía y la primacía geopolítica.

Desafortunadamente, el bando victorioso de la Guerra Fría I, tal como se esperaba, eligió inmediatamente el camino más transitado y conocido de la geopolítica hegemónica, renunciando a oportunidades históricas para buscar el desarme nuclear y formas humanas de gobernanza global, incluida una ONU libre de veto y más efectiva.

El entonces presidente estadounidense, George W. Bush, una década después de la implosión soviética, resumió la justificación ideológica de esta elección en un lenguaje de ingenua arrogancia: “Las grandes luchas del siglo XX entre libertad y totalitarismo terminaron con una victoria decisiva de las fuerzas de la libertad y un único modelo sostenible para el éxito nacional: libertad, democracia y libre empresa… Extenderemos la paz fomentando sociedades libres y abiertas en todos los continentes”. [Carta de presentación del documento oficial: La Estrategia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos de América, 2002].

Esta declaración se hizo algunos meses después de los ataques terroristas del 11 de septiembre contra el World Trade Center y el Pentágono, reafirmando la elección de la continuidad geopolítica al declarar una «guerra contra el terrorismo» en lugar de aprovechar la oportunidad para un experimento trascendental en el ámbito transnacional, aplicación cooperativa de la ley antiterrorista. Este credo fue llevado a postulados filosóficos y sociológicos por numerosos autores, el más conocido de ellos Francis Fukuyama, quien proclamó el “fin de la Historia” y la perpetuación de la sociedad capitalista “liberal”. No es el objetivo de este escrito discutir este tema, nos alcanza con decir que es solo la exégesis del capitalismo y de la desigualdad, tanto entre individuos, como entre países y pueblos.

Recientemente, la guerra de Ucrania presentó otra oportunidad más para elegir el camino del compromiso y la diplomacia en lugar de la costosa problemática e injusta búsqueda de la victoria, abrazando un militarismo intransigente. Las cargas financieras de esta guerra para tratar de derrotar a Rusia y asustar a China los paga toda la humanidad.

¿Qué es el grupo BRICS, cuáles son sus países miembros y sus objetivos?

A principios del siglo XXI, el entonces director del grupo inversionista Goldman Sachs, Jim O’Neil, argumentó en un ensayo titulado “Building Better Global Economic” que el potencial económico de Brasil, Rusia, India y China era tan grande que en pocas décadas, hacia el 2050, podrían convertirse en las cuatro economías dominantes del mundo. O’Neil usó las iniciales de Brasil, Rusia, India y China, BRIC, y el vocablo inglés brick, que en español significa ladrillo, para referirse a un bloque de países con grandes poblaciones, economías ascendentes y un crecimiento superior a la media global.

Esta idea fue tomada en cuenta con mucha seriedad recién en 2006, a partir de una serie de encuentros entre los ministros de relaciones exteriores de cada país en la que discutieron sobre enfoques comunes y problemas económicos importantes de la agenda internacional. En diciembre del 2010, los cuatro acordaron la incorporación de Sudáfrica al mecanismo de los BRIC, convirtiéndose en BRICS al incluir a ese país africano.

En la actualidad, el grupo promueve un modelo de desarrollo con políticas para la erradicación del hambre y la pobreza a escala global para 2030, sustentado en la cooperación Sur-Sur y en la creciente vinculación entre naciones con economías complementarias y con similares objetivos económicos, políticos y sociales.

En su conjunto, esta alianza económica representa el 22 por ciento de la superficie continental, el 42 por ciento de la población mundial, el 24 por ciento del PBI mundial y contribuyen con el 16 por ciento de las exportaciones y el 15 por ciento de las importaciones mundiales de bienes y servicios.

Los BRICS constituyen en la actualidad un eje global de dimensiones cada vez más amplias, y cuyos efectos políticos y económicos se harán sentir con mayor fuerza en las próximas décadas, a medida que se consolide una nueva geopolítica multipolar, capaz de balancear el poder presuntamente omnímodo de los Estados Unidos.

En términos comparativos, y de acuerdo a información del FMI, China es la economía más importante del grupo, representando más del 70 por ciento del poder económico colectivo, seguido de India con un 13 por ciento, Rusia y Brasil cada uno con aproximadamente el siete por ciento, y finalmente Sudáfrica con un tres por ciento.

En el contexto actual, la fortaleza de esta alianza radica especialmente en la sociedad establecida entre China como primera economía comercial a nivel mundial, y Rusia como principal proveedor de energía, ambas grandes potencias militares.

En tanto que India es ya una de las principales potencias económicas a partir de la exportación de recursos naturales y cereales, Brasil se consolida a nivel global como uno de los principales actores de la escena agroalimentaria y Sudáfrica se convierte en una nación clave en la provisión de metales y minerales con amplios usos tecnológicos.

En el futuro inmediato, países como Irán, Arabia Saudita, Argentina y otros darán aún más músculo económico y de recursos naturales a los BRICS, y estos recursos serán la base para una nueva estructuración financiera, no basada en el USD, a nivel mundial.

 

Significado de la incorporación de Argentina a los BRICS para la Patria Grande

El ingreso de Argentina a los BRICS es de fenomenal importancia para América Latina, la segunda nación del hemisferio en hacerlo, después del gigante Brasil. Se sustenta en la capacidad para proveer productos alimenticios como soja y cereales, junto con recursos estratégicos como el gas natural, gas, diversos minerales y el cada vez más valorado litio. Además, Argentina posee un capital científico consolidado, con especialización en biotecnología y en tecnología logística aplicada. Otro peso pesado latinoamericano, México, está limitado para participar en los BRICS, por su pertenencia al Bloque NAFTA con EEUU. y Canadá.

La incorporación del país austral a los BRICS tendrá lugar en un contexto de progresiva debacle del sistema financiero internacional, que evidencia signos de desgaste y descontrol en torno a la creciente debilidad del dólar, una inflación amenazante y sustentada en la emisión monetaria, y un déficit fiscal que, en 2022, se calculó en más mil billones de dólares, según datos de la Oficina Presupuestaria del Congreso de los Estados Unidos.

En este sentido, el proyecto más ambicioso de los BRICS, principalmente incentivado por Rusia y China, apunta a obtener la desdolarización como medida soberana y de salvaguarda de los vitales recursos productivos frente a la hegemonía de Washington y su permanente política de asedio económico, entre otros.

Los nuevos miembros ingresarán el 1 de enero de 2024, dijo el presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, en rueda de prensa junto a líderes y representantes de los BRICS durante una cumbre en la ciudad de Johannesburgo. El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, dio la bienvenida a los nuevos miembros en Twitter y dedicó «un mensaje especial» al presidente argentino, Alberto Fernández, a quien calificó de «gran amigo de Brasil y del mundo en desarrollo».

Además del grupo que ingresa en enero del 2024, ya han presentado formalmente su solicitud al BRICS un total de 14 países: Argelia, Bahréin, Bangladesh, Bielorrusia, Bolivia, Cuba, Honduras, Kazajstán, Kuwait, Palestina, Senegal, Tailandia, Venezuela y Vietnam.

¿Qué es el G7, cuáles son sus países miembros y sus objetivos?

Por su parte, el Grupo de los Siete ( G7 ) es un foro político intergubernamental formado por Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos; Además, la Unión Europea (UE) es un «miembro no enumerado».

El G7 está organizado en torno a apócrifos valores supuestamente compartidos, “pluralismo, democracia liberal y gobierno representativo”, enunciados simples apodos para el mantenimiento de un mundo unipolar que intenta representar el “fin de la historia”, a la Fukuyama. A partir de 2020, los miembros del G7 son grandes economías avanzadas del FMI y representan más de la mitad de la riqueza neta mundial (más de 200 billones de dólares), entre el 30 y el 43 por ciento del producto interno bruto mundial, y el 10 por ciento de la población mundial (770 millones de personas). Sus miembros mantienen relaciones políticas, económicas, diplomáticas y militares mutuamente estrechas en los asuntos globales.

Originado a partir de una reunión ad hoc de ministros de finanzas en 1973, el G7 se ha convertido desde entonces en un foro formal y de alto perfil para discutir y coordinar soluciones a los principales problemas globales, especialmente en las áreas de comercio, seguridad, economía y cambio climático. En la realidad el G7 es la organización económica de la OTAN + Japón, ambos dirigidos por EE.UU.

Los jefes de gobierno o de estado de cada miembro, junto con el presidente de la Comisión de la UE y el presidente del Consejo Europeo, se reúnen anualmente en la Cumbre del G7; Otros funcionarios de alto rango del G7 y la UE se reúnen a lo largo del año. A menudo se invita como a representantes de otros estados y organizaciones internacionales, entre ellos Rusia, que fuera miembro formal (como parte del “G8” ) desde 1997 hasta su expulsión en 2014.

El grupo ha sido criticado por los observadores por su membresía supuestamente obsoleta y limitada, su falta de representación global (es realmente un cónclave de estados imperialistas) y su ineficacia en la solución de los problemas globales. Este patrón geopolítico predominante es difícil de negar y se ilustra vívidamente al comparar los complicados e inefectivos documentos finales de las recientes cumbres de líderes del G7 en mayo en Hiroshima y la declaración de los líderes de los BRICS en Johannesburgo.

El último documento del G7 tiene dos características notables: un compromiso incondicional destacado para ayudar a Ucrania a lograr una victoria en el campo de batalla sobre Rusia y una minimización de la relevancia de la ONU, el desarme nuclear y el derecho internacional. Los países del G7 se opusieron al Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPNW) ). Después del fin de la Guerra Fría I, a principios de los años 1990, la situación global era tan tranquila como podía esperarse, Washington y sus aliados de G7 no dieron ni un solo paso para lograr el desarme nuclear y fortalecer las capacidades de mantenimiento de la paz de la ONU.

Así está planteado un enfrentamiento necesariamente antagónico entre los BRICS ascendentes y el G7 declinante, donde la multipolaridad cooperativa eclipsará a la unipolaridad imperial. (sigue)

rmh/jro

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