No queda otro camino que lograr una paz negociada y justa en Ucrania, una paz que no sea solo una tregua antes de la próxima guerra. No quiero decir una “paz perfecta” que es algo utópico, sino con un nivel aceptable de raciocinio e imparcialidad.
En febrero de 2022, tal como había advertido el embajador estadounidense William Burns, Rusia se sintió obligada a intervenir. Una decisión aterradora, con resultados pavorosos y sangrientos. ¿Debo condenar a Vladimir Putin, del mismo modo que el público culpa a Otelo? ¿Debería ser elogiado Yago, es decir la OTAN? ¿Y esta Desdémona no es solo infiel en la realidad, sino que busca la muerte de su esposo que tanto la adora?
¿Cuál es el objetivo de quienes financian, apoyan y en gran medida controlan a los líderes de Kiev y alientan una batalla “hasta la victoria”? El presidente Joe Biden, en una mesa redonda empresarial de la élite plutocrática estadounidense, declaró: “Habrá un Nuevo Orden Mundial y tenemos que liderarlo. Tenemos que unir al resto del Mundo Libre para hacerlo” Pareciera que fuera Hitler hablando de su “Nuevo Orden Milenario” en la década del 30 del siglo pasado. Puede que termine igual de mal.
Sentimientos nobles, invocados en innumerables variaciones por casi todos los presidentes, especialmente cuando Estados Unidos estaba involucrado en una subversión, un conflicto, un cambio de régimen, un bloqueo o una intervención militar directa. No, cuando hojeo los libros de historia, no puedo encontrar un solo caso en el que tales acciones por parte de Estados Unidos y su OTAN hayan promovido de alguna manera un “Nuevo Orden Mundial” , que no es más que un eufemismo por un “mundo unipolar, con EEUU. como la gran potencia indiscutida, haya hecho algo mejor para el mundo, o al menos algo más que muerte y destrucción, caos, miseria, nuevos gobernantes corruptos: Irán, Guatemala, Haití, República Dominicana, Brasil, Bolivia, Argentina, Honduras, Irak, Congo, Ghana, Libia, más dramáticamente en Chile, más extensamente contra Cuba, más catastróficamente en Vietnam y quizás más amargamente en décadas de apoyo a el apartheid en Sudáfrica y el “asentamiento” forzoso de Palestina. ¿Existe un solo ejemplo en el que el “nuevo orden” de Washington trajo mejoras? ¡No se me ocurre ninguno!
Mirando más allá del nivel literario de Otelo hacia el escenario mundial, pienso que se observan tres inmensas amenazas que ponen en peligro no sólo al pueblo de Ucrania y muy probablemente a Rusia, sino a todos nosotros, en todas partes.
En primer lugar, la catástrofe climática que ya se percibe claramente, el aumento de las temperaturas que se extiende desde el ecuador a los polos y, con ellos, la desaparición de islas, el retroceso de las costas, la extinción de la fauna y la flora, la desesperación de poblaciones enteras ante sequías, inundaciones, incendios y huracanes.
En segundo lugar, en respuesta al empeoramiento del nivel de vida de millones de personas, causado por el colapso medioambiental, guerras como la de Ucrania, gravísimas distorsiones en el comercio mundial y la debilidad de los movimientos laborales en los países ricos, cuya resistencia está limitada por la falta de un sistema multipolar activo, incorrupto y en la necesaria unidad de la izquierda, mientras existe un peligro creciente de un nuevo asalto brutal del fascismo. Esto se hizo muy evidente en Washington el 6 de enero de 2021, se ve en la creciente fuerza de Alternativa para Alemania (AFD) y se refleja en las elecciones en Francia, Italia, Escandinavia, Austria y otros lugares.
En tercer lugar, y de manera más amenazadora, aunque con demasiada frecuencia se pasa por alto o se ignora, el peligro de un conflicto atómico y una conflagración mundial. Con una creciente confrontación militar y el temor de los líderes a la derrota, un simple error de juicio, un misil desviado, tal vez una “menor” provocación local tipo Sarajevo, podría poner en marcha una cadena que conduzca a una catástrofe total.
Estoy convencido de que detrás de estas tres inmensas amenazas podemos encontrar un número cada vez menor (pero con más dinero concentrado en sus manos) de grupos indecentemente ricos de multimillonarios del mundo. No importa qué campo de la economía mundial examinemos, encontramos más o menos un puñado de corporaciones que lo dominan. Cinco o seis fabricantes de automóviles, cinco o seis desarrolladores farmacéuticos, menos aún monopolistas de semillas y herbicidas, unos pocos cineastas poderosos, zares de los periódicos y barones de la televisión, incluso entre los editores de libros. Quizás existan unas pocas docenas de grupos tan poderosos en todo el mundo, pero controlan los recursos, las patentes, los precios, la guerra, la paz, la vida y la muerte.
De todos ellos, tres son especialmente alarmantes. Los gigantes conglomerados de perforadores/ extractores, comerciantes y transportistas de combustibles fósiles, muchos de ellos durante más de un siglo dedicados a la explotación despiada de esos recursos, son los que más han hecho para envenenar al mundo, desde el Ártico hasta el Golfo de México, desde los bosques del Amazonas hasta el delta del Níger, mientras sobornaban a los insaciables jefes de los medios de comunicación capitalista para ayudarles a engañar a millones haciéndoles creer que el daño climático que causan no se produce.
En los países desarrollados y sociedades de consumo, es potencialmente aún más peligrosa la magia de “Silicon Valley”, dominada por Apple, Microsoft, Amazon, Twitter/X, Facebook, Google, que influyen cada vez más en nuestras compras, nuestro entretenimiento, nuestra vida social (o la falta de ella), nuestros patrones mentales, con un control cada vez mayor de nuestras adquisiciones, preferencias, movimientos, incluso, como Alexa, en nuestros salones y dormitorios. ¡También nuestras decisiones políticas! ¡Y la IA amenaza cosas mucho peores, si no es propiamente regulada y administrada!
Sin embargo, aún más temibles son los fabricantes de armamento. Dominados por seis o siete en los EEUU., aumentados por fabricantes de máquinas asesinas en masa en otros países, siendo los alemanes, como Krupp o Rheinmetall, los que tienen los antecedentes más largos y feos. Estas empresas, para mantenerse en la cima y complacer a sus especuladores, deben producir cada vez más. Lo mismo pasa con OTO Melara en Italia o Damen en Holanda. Cuando los almacenes de armas y los hangares están llenos, su contenido debe utilizarse para dejar espacio para más; ¡Las fechas de caducidad y las advertencias de obsolescencia también exigen acción! Estos fabricantes nunca podrán favorecer soluciones pacíficas, pues serían su perdición!
Tales grupos gobernantes de personas extremadamente ricas (y entre ellos hay algunos oligarcas rusos y chinos) están influyendo, dominando o controlando las mentes y acciones de los gobiernos en todas partes. Son ellos quienes engañan y desafían en cuestiones climáticas; son ellos quienes, si bien rara vez recurren al fascismo genuino (hasta ahora), con frecuencia mantienen en reserva sus características y métodos feos, no demasiado abiertamente. Pero cuando el empeoramiento de las condiciones de vida o la mejora de los organizadores conducen a una creciente resistencia o incluso a una rebelión desde abajo, poniendo en peligro un flujo ágil de ganancias o incluso su fin, esas reservas, que pulen con impaciencia sus armas y sus conexiones, se mantienen esperando ansiosamente entre bastidores.
Lo que me devuelve al escenario: a Otelo y Yago. Nunca podemos aprobar el asesinato, por motivado que sea, o el uso de la fuerza y la destrucción en un país vecino, excepto en defensa propia, como sucedió en febrero del 2022.
¿Civilización y barbarie? La pregunta quinta – esencial de Domingo Faustino Sarmiento
El gran presidente, pensador y educador argentino afirmó que «el derecho no puede tener otra base ni órbita que el hombre». La paz hoy en el siglo XXI es un fenómeno existencial.
No se debe aceptar una falta de claridad sobre quién realmente causó y precipitó la tragedia. Fueron los EE.UU., la OTAN y los “Banderistas” ucranianos. No es que quiera presentar a Vladimir Putin como un ángel, o un Gandhi de nuestros tiempos. Pero lo motiva principalmente el deseo de defender a Rusia contra el cerco (que es absolutamente real y asfixiante), seguido de la sumisión o desmembramiento como fuera el destino de Yugoslavia no hace mucho tiempo. Quizás tenga presente el destino despiadado de quienes desafiaron a Washington: el ataque cardíaco de Slobodan Milošević en una celda de prisión, la muerte de Salvador Allende, la tortura y disolución en ácido de Patrice Lumumba, la castración y ahorcamiento público de Najibullah en Afganistán, el ahorcamiento de Saddam Hussein, el asesinato y la eliminación del cadáver de Osama bin Laden, el asesinato brutal de Muammar Gaddafi, los cientos de intentos de asesinato contra Fidel Castro, y así una lista infinita de persecución, tortura y muerte de líderes a manos de los órganos de inteligencia del imperialismo, de sus secuaces locales o mercenarios Todos ellos ejemplos individuales de la Barbarie que aplica el capitalismo y fascismo a quien se le oponen.
La disyuntiva del pensamiento de Sarmiento hoy día no es solamente si va a prevalecer la civilización o la barbarie; es además si va a existir la humanidad en sí misma, ¡no olvidarlo! No es lo mismo gauchos con hondas que B- 52s con bombas atómicas.
Hasta que comenzó la guerra contra Ucrania, la mayor parte de la violencia en el mundo era producto de las intrigas, la agresión, las armas manejadas y controladas por esos poderosos grupos que mantienen un dominio tan férreo sobre los congresistas y senadores, la mitad de ellos millonarios, del Supremo. Mayorías en los tribunales, casi siempre de la Casa Blanca, también del Pentágono, la CIA, la NED, el FBI y decenas de otras instituciones. Son ellos, un número minúsculo, menos del 0,1 por ciento, cuya riqueza supera la de la mitad de la población mundial, pero que nunca podrán estar saciados. Muchos de ellos frecuentan sus iglesias, sinagogas o mezquitas, pero quieren gobernar el mundo entero, aunque tengan que usar armas “satánicas”.
El mundo necesita poner fin a esta confrontación, cada vez más amenazante en Ucrania y cada vez más peligrosa en Asia Oriental. Independientemente de las diferencias, hay que detenerlo, no de forma sangrienta como en la tragedia de Shakespeare, sino con alguna forma de paz negociada, por muy reticentes que puedan ser ambas partes.
El mundo ha cambiado mucho; vemos que América Latina deja de ser un “invitado de piedra”, sino que se erige en factor de importancia para salvar a nuestra especie. En este segmento de Alto Nivel de la Asamblea General de Naciones Unidas vimos a líderes como los presidentes de Cuba, Colombia y Brasil que plantean la urgencia de la paz y, además, con propuestas concretas de cómo hacerlo.
Así escuchamos la extraordinaria intervención del presidente Miguel Diaz– Canel, en la que expresó el compromiso de Cuba con la paz, con la eliminación de la desigualdad, del hambre, de la pobreza, con el enfrentamiento a los cambios climáticos y por un orden internacional justo.
Por su parte, el líder brasileño Lula da Silva afirmó que la guerra en Ucrania es una prueba de la «incapacidad» de la ONU y de sus miembros para resolver de manera pacífica los conflictos. Imputó la culpa a la “parálisis” del Consejo de Seguridad y a los países más ricos que, en su criterio, “invierten mucho en armas y poco en desarrollo”. El presidente suramericano se basó en estos argumentos para defender una reforma de la ONU y de sus instituciones, para que la organización refleje más la realidad geopolítica del mundo en el siglo XXI.
El presidente de Colombia Gustavo Petro planteó «acabar la guerra para tener el tiempo de salvarnos, les propongo que Naciones Unidas auspicie cuanto antes dos conferencias de paz, la una sobre Ucrania, la otra sobre Palestina». El mandatario colombiano aseguró que ese plan podría ayudar a enseñar a hacer la paz en todas las regiones del planeta. “Ambas y solo ambas acabarían la hipocresía como práctica política, porque podríamos ser sinceros», sostuvo.
No cabe duda alguna que la paz en Ucrania, en Palestina, en el Extremo Oriente pasa por una gran conferencia y negociación multilateral, donde la ONU (sin que una minúscula minoría tenga derecho al “veto”) debe demostrar si vale la pena que siga existiendo o no. No puede ser que un grupito de países poderosos decida si el resto del mundo va a perdurar o no.
Un alto el fuego y negociaciones exitosas en Ucrania deben ser el objetivo inmediato y urgente del mundo. En última instancia, debe afrontar un imperativo más profundo: no sólo frenar a los intrigantes defensores de un imposible mundo “unipolar”, quienes son una fuente obsoleta pero constante de peligro y consternación.
Hay que establecer un sistema más justo de relaciones internacionales o veremos una guerra tras otra, hasta que la última de ellas acabe con nuestra civilización.
rmh/jro