En el mismo año 1963 que Luchino Visconti llevaba al cine Il Gatopardo de Lampedusa. En junio de aquel 1963, se publicaba la primera edición de Rayuela, esa genial novela de Julio Cortázar. Como en la vida, en la novela hay muchos finales y muchos comienzos, muchas formas de irnos a volver. Cortázar es producto del Mediterráneo y de sus olas. Por eso alguna vez se fue a volver de ese mar que hoy no es el mismo, aunque lo sea.
En una entrevista, allá por 1977, Cortázar hablaba del mar. Todos los mares el mar decía, porque Cortázar es también un producto de la migración de sus abuelos de Europa hacia América Latina. Ellos cruzaron el Atlántico, no el Mediterráneo, como los miles de migrantes de hoy, pero hay un hilo invisible que une las migraciones y los mares aunque, aparentemente, no tengan ninguna conexión. Entonces podemos pensar que todos los seres humanos son el ser humano como también diría Julio.
Espantapájaro
Todos los seres humanos el ser humano y todos los sueños el sueño, porque hay personas que se ríen de los muros y hacen caminar sus palabras por infinitas geografías. Las palabras caminan impregnadas de sueños, y los sueños se derraman en la realidad para volver a ser soñados, para ser soñados mejor, como diría Juan Gelman. Sospecho que la obra de Cortázar como la de Gelman son ya parte de un sueño. Cortázar y Gelman, nieto e hijo de migrantes, fueron también migrantes, pero fueron además amantes del tango, tangueros los dos. El tango también es una imagen de la migración.
En 1963, en el mismo año que salió la primera edición de Rayuela y se estrenó Il Gatopardo de Luchino Visconti, Aníbal Troilo y Roberto Polaco Goyeneche graban por primera vez La Ultima Curda, un tango que hará historia. Hay que escuchar al Polaco decir: ¡Ya sé, no me digás! ¡Tenés razón! / La vida es una herida absurda, / Y es todo tan fugaz / Que es una curda, ¡nada más! / Mi confesión. Para terminar casi susurrando: ¿No ves que vengo de un país / Que está de olvido, siempre gris, / Tras el alcohol?…
De Lampedusa a Buenos Aires. Del Río de la Plata al Mediterráneo. De la memoria al presente, del presente a la memoria. Como diría el escritor ecuatoriano Iván Égüez en La Linares: “Espantapájaro el olvido no ha logrado espantar la memoria”.
rmh/kl
*Del libro Mí viaje a Ítaca