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sábado 18 de mayo de 2024
Henri Dunant

Masacre en Gaza, un nuevo episodio de Genocidio. ¿Es sólo Israel el culpable?

Cuando el empresario suizo Henri Dunant presenció el sangriento desenlace de la batalla de Solferino en 1859, quedó impresionado por el sufrimiento de los heridos. Sus observaciones, relatadas en su “Memoria de Solferino” de 1862, llevaron a la fundación de la Cruz Roja Internacional.

A partir de entonces, la Convención de Ginebra de 1864 marcó el comienzo de un proceso legal internacional que rige no sólo los deberes hacia los heridos, sino también la protección de los civiles en la conducción de la guerra.

Cuando el público veía episodios “grabados” de la “masacre de civiles israelíes”- repetidos hasta la náusea por todos los medios corporativos- del 7 de octubre, todos éramos Henri Dunant, consternado por las “bárbaras atrocidades” presuntamente cometidas por los militantes de Hamás.

El Derecho Internacional Humanitario, codificado en los cuatro Convenios de Ginebra de 1949, protege a los civiles en tiempos de guerra y trata como crímenes de guerra el asesinato de civiles, la tortura, la violación y la toma de rehenes. Los militantes individuales y los dirigentes de Hamás deberían ser procesados por crímenes tan bestiales, pensó gran parte de la humanidad, impactada por la información parcializada que recibían.

En los más de dos meses posteriores a la declaración de guerra de Israel a Hamás, también estamos consternados por la matanza de civiles palestinos. La muerte y la destrucción que se desarrollan ante nosotros en las pantallas de televisión y en los medios impresos son más impactantes que las escenas de batalla en Solferino.

La guerra de represalia declarada por Israel contra Hamas se ha convertido en cambio en una guerra contra todos los palestinos en Gaza. Sin contar los cadáveres que yacen bajo los escombros, el número de muertos supera ya los 20 mil, en su mayoría mujeres y niños.
Si bien las leyes de la guerra permiten a los combatientes atacar a soldados enemigos que se encuentren cerca de civiles, dichos ataques deben limitarse cuidadosamente en su alcance para minimizar el riesgo de “daños colaterales”.

A pesar de las protestas de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) en sentido contrario, sus bombardeos indiscriminados contra residencias, mezquitas, iglesias, escuelas y hospitales; sus evacuaciones forzosas de residentes, y su asedio en toda la Franja para cortar el agua, los alimentos y otras necesidades vitales constituyen no sólo crímenes de guerra y limpieza étnica, sino también genocidio. ¿Cómo podrían ser de otro modo tales acciones dada la densidad de población?

Tal como se define en la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948, ese término significa actos específicos cometidos con la intención de destruir “un grupo étnico, racial o religioso nacional”. Tales actos incluyen “matar a miembros del grupo” e “infligir deliberadamente al grupo condiciones de vida calculadas para provocar su destrucción física total o parcial”.

El artículo IV establece que “las personas que cometan genocidio… serán castigadas, ya sean gobernantes constitucionalmente responsables, funcionarios públicos o particulares”. El Primer Ministro Netanyahu, su gabinete de guerra y los soldados y comandantes individuales de las FDI deben rendir cuentas por genocidio.

Al proporcionar armas ofensivas a Israel y a su firme negativa, expresada por el veto ante el Consejo de Seguridad de la ONU, a unirse a otras naciones para pedir un alto el fuego, el presidente Joe Biden ha convertido a Estados Unidos en cómplice (quizás protagonista) del genocidio de Israel. También se ha convertido en un posible sujeto de procesamiento por su “incitación directa y pública a cometer genocidio”.

Refiriéndose a un cargo de crimen de guerra de Estados Unidos contra Rusia por la tortura de un estadounidense en Ucrania, el director del FBI, Christopher Wray, dijo: «Estamos resueltos a responsabilizar a los criminales de guerra sin importar dónde se encuentren o cuánto tiempo lleve».

¿Se aplicarán las declaraciones de Wray a la guerra de Israel contra Gaza? No es probable, pero las naciones de todo el mundo están indignadas por el veto exclusivo de Estados Unidos a una resolución del Consejo de Seguridad del 8 de diciembre.

El 22 de diciembre, Estados Unidos se abstuvo en la votación de una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en apoyo de una pausa indefinida en los combates para permitir el flujo de ayuda humanitaria a Gaza.

La votación se produjo después de una serie de retrasos, en los que Washington, el incondicional aliado de Israel, negoció un lenguaje “suave” contra Tel Aviv, bajo amenaza de que si era muy fuerte el texto se sentiría obligado a vetarlo ¿Alguno de los estados miembros de la ONU presentará cargos contra Biden por ayudar e instigar el genocidio israelí?

Israel recibe actualmente tres mil 800 millones de dólares al año por armamento estadounidense (a menudo probado en guerras contra los habitantes de Gaza). Sin embargo, Biden busca proporcionar 14 mil 600 millones de dólares adicionales en armas a Israel, que probablemente se utilizarían para matar a más palestinos en la Franja. Ahora el Departamento de Estado ha aprobado una venta de munición para tanques por valor de 106 millones de dólares. Israel posee una vasta industria militar, pero a causa de la guerra tiene unos 760 mil trabajadores menos en total, por lo que la producción de municiones sería una tremenda carga adicional en sus menguadas filas laborales. ¿Aceptarán los votantes estadounidenses que tales transferencias hagan más seguro a su aliado? ¿O empezarán a dudar de la sabiduría de los “expertos” de su país en inteligencia?

Un artículo del 3 de diciembre de The Intercept cita “un nuevo informe explosivo” del periódico israelí Israel Hayom que describe una propuesta de Netanyahu para “reducir” la población palestina en Gaza “al mínimo”, reubicándola en otros países árabes y/o abrir rutas marítimas para permitir una fuga masiva a países europeos y africanos.

Israel Today ha informado de un plan impulsado por miembros del Congreso que condicionaría la ayuda estadounidense a los países árabes a su voluntad de aceptar refugiados palestinos. Dadas las condiciones inhóspitas de la devastada Franja de Gaza, esos planes no parecen tan descabellados e inmorales como deberían ser. Estamos hablando de una nueva edición de la Nakba de 1948.

Si Henri Dunant estuviera vivo hoy, contemplando una Gaza devastada y ensangrentada, ciertamente lamentaría el fracaso de la ley para proteger a los civiles. Sólo la rendición de cuentas, la identificación y el castigo de los culpables puede redimir tal fracaso y restaurar el respeto mundial por el derecho internacional. Lo cual- sabemos- no va a pasar.

¿Quién es el títere y quien el titiritero?

El Primer Ministro israelí, Benjamín Netanyahu, sigue comprometido a utilizar una fuerza militar abrumadora e indiscriminada para aniquilar o forzar la huida a Egipto a la comunidad palestina en Gaza (luego seguiría una acción semejante en Cisjordania para forzarlos a tratar de huir a Jordania. Durante las últimas dos décadas, Netanyahu ha participado en la humillación total del pueblo palestino. Al mismo tiempo, está humillando y avergonzando a la única nación que proporciona a Israel cobertura política, militar y diplomática: Estados Unidos. El hecho de que Netanyahu esté bombardeando Gaza con armamento suministrado por Washington convierte a Estados Unidos en cómplice de la limpieza étnica israelí, en particular la matanza y mutilación de niños.

La administración Biden ha criticado las llamadas bombas “destructoras de búnkeres”, que pesan dos mil libras y son capaces de penetrar refugios de hormigón donde se esconden los palestinos; Estados Unidos suministra estas armas. Una de estas bombas fue lanzada sobre el campo de refugiados de Jabalia y mató a 100 personas. La administración Biden ha criticado el uso por parte de Israel de “bombas tontas” o no guiadas Mk84; Estados Unidos ha proporcionado cinco mil de estas armas desde el comienzo de la guerra. Son comparativamente baratas, a 16 mil dólares cada una (de cualquier manera esto implica 80 millones de dólares por estos artefactos enviados a la entidad sionista. Ellas se transportan por aire en aviones de carga militares C-17 directamente desde Estados Unidos a Israel.

El presidente Biden, el secretario de Estado Blinken, el asesor de seguridad nacional, Jake Sullivan y el secretario de Defensa, Lloyd Austin han pedido públicamente a Israel que evite víctimas civiles, pero no han demostrado ningún interés en hacer cumplir sus súplicas. Biden ha criticado el bombardeo “indiscriminado” de Gaza por parte de Israel, pero pidió al Congreso que elimine restricciones clave a la capacidad de Israel para obtener acceso a los arsenales de armas estadounidenses. Biden le dijo a Netanyahu que la guerra no terminaría hasta que se alcanzara una solución de dos Estados. Pero Netanyahu nunca ha aceptado la idea de una solución de dos Estados y ha sido grabado atribuyéndose el mérito de “detener los acuerdos de Oslo”.

La semana pasada, Blinken invocó una “autoridad de emergencia” rara vez utilizada para entregar 14 mil proyectiles de artillería de tanque a Israel sin respetar el período estándar de 15 días para la revisión del Congreso. Estas entregas entran en conflicto con las políticas del presidente Biden sobre protección de civiles y derechos humanos. El jefe de la diplomacia ha ignorado su propia Guía de Respuesta a incidentes con daños civiles, que fue diseñada para investigar informes al respecto sobre actos cometidos por gobiernos que utilizan armamento estadounidense.

El Secretario de Defensa L. Austin advirtió a Israel que corre el riesgo de una “derrota estratégica” si no presta atención a las advertencias sobre el creciente número de muertes de civiles. Mientras tanto, su Pentágono está acelerando las exportaciones de armas a Israel mediante el despliegue del llamado Equipo Tigre para facilitar las transferencias de armamento. La transferencia de armas a Ucrania es un proceso abierto; la transferencia a Israel es relativamente encubierta. Austin, además, ha dejado constancia de que Estados Unidos hará “todo lo que podamos” para apoyar a Israel.

Además de desestimar el consejo de los líderes estadounidenses, Netanyahu y su “gabinete de guerra” bloquearon los esfuerzos del jefe del Mossad, David Barnea, de regresar a Qatar con el director de la CIA, William Burns, para reiniciar las negociaciones sobre un nuevo acuerdo de rehenes. Según los medios de comunicación israelíes, el gabinete de guerra decidió que Israel no propondría un esquema para un acuerdo ni iniciaría conversaciones porque la guerra dificultaría que los líderes de Hamás en Qatar se pusieran en contacto con sus homólogos en Gaza.

Biden no es ajeno a los esfuerzos de Netanyahu por manipular a Estados Unidos. Netanyahu siempre se ha opuesto al llamado proceso de paz y se atribuyó el mérito de haber destruido el proceso de Oslo en ese sentido. Ha avergonzado a las administraciones estadounidenses más recientes, normalmente sincronizando el anuncio de nuevos asentamientos en Cisjordania cuando los líderes estadounidenses, incluidos el entonces vicepresidente Biden y los secretarios de Estado Hillary Clinton y John Kerry estaban en Israel en visitas oficiales. El punto más bajo de la astucia de Netanyahu se produjo en 2015, cuando aceptó una invitación para dirigirse a una sesión conjunta del Congreso en un esfuerzo por avergonzar al presidente Barack Obama y bloquear la firma del acuerdo nuclear con Irán.

Netanyahu y su gabinete de guerra están haciendo que los principales líderes estadounidenses, incluidos Biden y Blinken, parezcan particularmente débiles mientras defienden públicamente la moderación de la campaña militar contra Hamás (realmente contra el pueblo palestino), mientras Netanyahu y su ministro de Defensa, Yoav Gallant, enfatizan que los bombardeos continuarán durante meses.

Como resultado, la violencia continúa tanto en Gaza como en Cisjordania. Durante el año pasado han sido asesinados más palestinos en Cisjordania que en cualquier año desde la Segunda Intifada de principios de la década de 2000. No habrá una respuesta al salvajismo de Hamás e Israel, y mucho menos a las políticas israelíes de apartheid y ocupación, mientras Estados Unidos ignore la crisis humanitaria que empeora cada día. Por razones que desconozco, los EEUU. parecen ser el títere de Israel y no al revés, como nuestro sentido común indicaría.

Algunas cosas que B. Netanyahu no debiera ignorar

Cuando los imperialistas dicen que no tienen amigos permanentes, sólo intereses permanentes, Israel debería entenderlo, a pesar de lo que actualmente parece ser un sólido apoyo estadounidense a la destrucción y el genocidio en Gaza. Al igual que los camaleones, los métodos, estrategias y títeres utilizados por los imperialistas para controlar sus imperios cambian las circunstancias. Netanyahu sólo necesita mirar a la historia reciente para convencerse de que corre el riesgo de ser abandonado por sus supuestos amigos occidentales.
Específicamente, la experiencia de Muamar el Gadafi con el voluble imperialismo fue breve, cercana, personal y mortal. En 1965 Mobutu Sese Seko, un títere de la CIA, asumió el control del Congo tras el asesinato de Patricio Lumumba, pero con la caída de la Unión Soviética, Occidente le dio la espalda.

Las amistades temporales del imperialismo no se han limitado a África. El romance de la CIA con Manuel Noriega de Panamá llegó a un final hostil cuando ya no era útil. Lo mismo ocurrió con Ferdinand Marcos en Filipinas y otros en todo el mundo cuyo valor para el imperio expiró. Israel ha sido durante mucho tiempo un activo importante del imperialismo occidental, pero es posible que Estados Unidos también le diga pronto al gobierno sionista que sus días de luna de miel han terminado. No es que al imperialismo no le guste la violencia. Se nutre de ella. Pero la violencia, los conflictos civiles y las guerras crean una tremenda inestabilidad. Sobre todo en un año de elecciones presidenciales en los EEUU. cómo es 2024.

El punto de inflexión en Palestina se acerca rápidamente. Durante años, el imperio ha considerado a Israel como una “fuerza estabilizadora” en una región rica en petróleo y estratégica. Las tensiones y conflictos entre el gobierno israelí y los palestinos han sido el costo de hacer negocios. Pero el terrorismo sionista en Gaza ya no es ni de lejos “una operación contenida y controlada” sino abierto genocidio. No sólo ha captado la atención del mundo y ha aumentado enormemente el nivel de apoyo a los palestinos, sino que también ha garantizado que la resistencia al sionismo por parte de los propios palestinos y de los países vecinos aumentara a niveles sin precedentes y hará que sea poco práctico, si no imposible, a los imperialistas occidentales contar con Israel como control eficaz de las fuerzas hostiles en la región.

El abandono del gobierno sionista por parte del imperio no será repentino ni dramático, como no lo fuera con la Sudáfrica del apartheid. En los EEUU., organizaciones como “Voces Judías por la Paz” y “Si no ahora” han planteado llamados insistentes y militantes a favor de justicia para los palestinos. Es probable que este movimiento continúe creciendo, y cuando su base de apoyo sea lo suficientemente amplia, el sionismo se encontrará tambaleándose y esperando que Estados Unidos le arroje un salvavidas. Pero ese fatídico día, es posible que el Tío Sam ya tenga nuevos amigos y no aparezca por ningún lado, así le paga el diablo a quien le sirve.

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José R. Oro
José R. Oro

José R. Oro Nació en Cuba en 1952. Geólogo de profesión, es autor de cuatro libros y más de 100 artículos especializados en minería, geología, ingeniería y medio ambiente y muchos otros de temas sociales, política y economía. Habla español, inglés, ruso y portugués. Experiencia en el desarrollo de grandes proyectos mineros y de infraestructura en Cuba, Puerto Rico, Venezuela, Colombia, Finlandia, Estados Unidos y Canadá. Vive en Connecticut, Estados Unidos. Casado.

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