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sábado 27 de abril de 2024
Joe Biden

¿“El otoño del patriarca”? Joseph R. Biden y el cuatrienio perdido en los Estados Unidos (II final)

¿Cómo ven los estadounidenses la política exterior de Estados Unidos en el cuatrienio 2021 – 2024?

El historial de política exterior de la administración Biden en 2023 no le dará al presidente mucho de qué jactarse en las elecciones del próximo noviembre pues ha tenido muy pocos éxitos políticos en la arena internacional.

En los últimos cuatro meses el presidente le dio al gobierno israelí un cheque en blanco para librar una guerra brutal en Gaza, tras la operación Diluvio Al Aqsa de Hamás contra Israel el 7 de octubre, mientras el conflicto en Ucrania llegaba a un punto muerto, con los neonazis locales y su fantoche Volodimir Zelensky en evidente bancarrota militar y económica.

Aunque Washington no tenía ninguna obligación (ni necesidad) de apoyar esa guerra, Biden se propuso convertirla en una de sus políticas distintivas, sin presentar argumentos convincentes de que el apoyo incondicional a las campañas de Israel y Ucrania sea lo mejor para Estados Unidos (sin mencionar siquiera si es justo o moral hacerlo), y los costos de ese apoyo han aumentado vertiginosamente desde entonces. No se sabe qué va a pasar. La principal “halcona” de la política ucraniana la vicesecretaria de estado Victoria Nuland, acaba de pasar sorpresiva y repentinamente a retiro, lo que pudiera indicar un cambio brusco de la administración en ese terreno.

Además, respaldar la guerra expuso a las fuerzas estadounidenses en Irak y Siria a nuevos ataques de las milicias locales, y también ha generado graves, crecientes e innecesarios riesgos para los barcos estadounidenses en el Mar Rojo, ya que los hutíes han estado obstruyendo el tráfico marítimo para protestar contra la guerra y auxiliar a los palestinos, pues gran parte de la logística militar de Israel pasa por esa vía.

Los riesgos de que el conflicto pueda escalar y extenderse a otras partes de la región han ido en aumento, así como que Estados Unidos pueda verse involucrado directamente en una guerra en múltiples frentes.

El apoyo de Estados Unidos a Israel en Gaza no sólo ha eclipsado el resto de la agenda de política exterior de Biden, sino que también ha vinculado al país a una campaña de bombardeos indiscriminados y a un asedio punitivo que está llevando a cientos de miles de civiles palestinos a condiciones de hambruna y epidemia generalizada.

La administración Biden no sólo ha destruido lo que le quedaba de credibilidad en materia de derechos humanos y leyes internacionales, también ha asociado estrechamente a Washington con los crímenes cometidos contra civiles palestinos. Biden ha vetado-¡tres veces!- resoluciones en el Consejo de Seguridad de la ONU para obtener un cese al fuego indispensable en Gaza (1).

El revés para la propia agenda de Biden ha sido innegable. La mayor iniciativa diplomática de la administración en 2023- la búsqueda de una normalización saudí-israelí- se estancó cuando la guerra en Gaza demostró que la comprensión de la administración sobre la región era cardinalmente defectuosa e ignorante. Habiendo aceptado la falsa suposición de que los acuerdos de normalización facilitados por Estados Unidos entre Israel y sus clientes árabes estabilizarían la región, Biden no identificó a tiempo lo mal que se estaban poniendo las cosas en la Palestina ocupada. Al igual que sus predecesores, no hizo nada para mantener bajo control al gobierno de coalición de Benjamin Netanyahu mientras perseguía su progresiva anexión de Cisjordania.

No está claro en qué medida el impulso a la normalización israelí- saudita contribuyó a la decisión de Hamas de lanzar su ofensiva, pero claramente no fue útil para Estados Unidos desperdiciar tanto esfuerzo tratando de atraer a los saudíes a un acuerdo mientras las tensiones entre Israel y los palestinos estaban a punto de estallar.

La poco brillante e inoportuna frase del Asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, pronunciada poco antes del inicio de la guerra, acerca de que la región estaba más tranquila de lo que había estado en décadas, reflejó hasta qué punto Biden y su Departamento de Estado habían llegado a creer en sus propios comunicados de prensa.

El apoyo a la guerra le ha costado a Estados Unidos mucha buena voluntad internacional, y la oposición de la administración a un alto el fuego ha dejado a Estados Unidos tan profundamente aislado en la ONU como nunca lo ha estado antes en un tema importante, el otro es el Bloqueo contra Cuba.

Biden había enfatizado la importancia de competir por la influencia con otras potencias en África, América Latina y Asia, pero con su posición de línea dura en Gaza, Ucrania, Taiwán, Cuba, Irán, RPD de Corea y un largo etc., no obtuvo la mayor parte de los logros que pudiera haber ganado. Menciona constantemente la importancia del papel de liderazgo de Estados Unidos, pero ha alienado y alejado más al resto del mundo de los Estados Unidos.

El historial de Biden en el 2023 no fue ciento por ciento malo. En el lado positivo, Estados Unidos logró algunos modestos avances en la estabilización de las relaciones con China, que se perjudicaron con el anuncio de ventas de armas y compromiso de defender a Taiwán. En el verano se produjo un pequeño avance diplomático con Irán que condujo a la liberación de cinco estadounidenses detenidos por el gobierno de Teherán.

Desafortunadamente, la Casa Blanca faltó a sus compromisos y no liberó los activos iraníes congelados que eran parte importante del convenio porque no quería que fuese visto como una “recompensa” a Irán luego de la ofensiva de Hamás. La administración también consiguió recientemente otro acuerdo de liberación de prisioneros con el gobierno venezolano, que después desbarataron con los pies.
Estas fueron acciones inicialmente positivas, pero ni esenciales ni duraderas. Incluso más que en los primeros años de su gobierno, la política exterior de la administración Biden en 2023 y en los dos primeros meses de 2024 se ha definido por una excesiva dependencia del uso de herramientas militares, de la fuerza, sanciones y muy poco esfuerzo en compromisos diplomáticos. Ésa puede ser una de las razones por las que el pueblo desaprueba ampliamente el manejo de la política exterior por parte del mandatario.

Tanto por su propio bien como por el de Estados Unidos, el presidente necesita hacer algunos cambios importantes en 2024 en Gaza y en su enfoque general hacia el mundo (incluyendo por supuesto a Cuba) antes del 5 de noviembre, para lograr concretar el voto de amplios sectores independientes y del ala izquierda (o como se dice en los EEUU.) liberal del partido demócrata

A manera de conclusiones

Casi todos los gobiernos sufren desgaste durante su gestión, en este caso había mucha esperanza de que no fuera así, debido a la horrible ejecutoria del gobierno anterior de Trump. En realidad, solo con cambiar una buena parte de las barbaridades trumpistas, la administración Biden hubiera salido del cuatrienio 2021- 2024 con banderas desplegadas. No lo hizo y ha sufrido un deterioro político muy por encima de lo normal. Los críticos y los decepcionados del gobierno atribuyen esta desidia y falta de acción a incompetencia o avanzada edad, o una mezcla de ambas cosas. Ni siquiera mencionar a Kamala Harris “la mujer invisible”.

Ocho de cada diez estadounidenses dicen que están insatisfechos con la forma en que van las cosas hoy en el país. Esta proporción ha cambiado amplia y negativamente durante el último año (sobre todo debido a Gaza), pero la insatisfacción ha crecido anualmente desde 2021. En el caso de Gaza, las características politiqueras de Joe Biden se observan bien, le da bombas a Netanyahu y alguna comida a los palestinos y no queda bien con nadie.

Hay una casi completa coincidencia en que los contendientes a la Presidencia serán el actual presidente, quien busca reelegirse, y el expresidente Donald J. Trump. Las únicas limitantes para cualquiera de ellos serían la situación legal con los muchos cargos pendientes (principalmente Trump) y los problemas de salud física y mental (principalmente Biden). En mi opinión, los problemas mentales se refieren a la edad, se le olvidan cosas o las confunde en un marco de senilidad, mientras que los mismos en Trump son mucho peores (aunque menos visibles), ya que está completamente loco, con marcados indicios de paranoia, sadomasoquismos, otros graves “tuestes” y perversiones.

Como viene sucediendo tras la toma de posesión de Biden como presidente, los republicanos siguen siendo más propensos que los demócratas a expresar su descontento con el estado de la nación, aunque así lo afirman grandes mayorías en ambos partidos. Nueve de cada diez republicanos y partidarios republicanos y siete de cada diez demócratas y partidarios demócratas dicen que están insatisfechos. Todo ello hace a Biden un competidor menos atractivo contra Trump que en 2020.

En sentido general, muchos estadounidenses ven que deben escoger en noviembre 5 entre un viejito más o menos cuerdo y ocasionalmente sensato, pero pusilánime como Joe Biden; y otro viejito completamente loco, misógino y criminal como Donald Trump.

rmh/ jro

Notas:

1.- La Resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU son vinculantes, a diferencia de las de la Asamblea General, que no lo son.

José R. Oro
José R. Oro

José R. Oro Nació en Cuba en 1952. Geólogo de profesión, es autor de cuatro libros y más de 100 artículos especializados en minería, geología, ingeniería y medio ambiente y muchos otros de temas sociales, política y economía. Habla español, inglés, ruso y portugués. Experiencia en el desarrollo de grandes proyectos mineros y de infraestructura en Cuba, Puerto Rico, Venezuela, Colombia, Finlandia, Estados Unidos y Canadá. Vive en Connecticut, Estados Unidos. Casado.

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