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martes 30 de abril de 2024

Las opciones de los neo– nazis ucranianos y sus patrocinadores de la OTAN son cada vez peores.

Mientras la tragedia espantosa en Gaza enmascara un tanto las informaciones sobre lo que ocurre en Ucrania, Rusia moviliza su ingente poder humano y militar, intensifica sus ataques aéreos y una vez más avanza en el campo de batalla, después de más de dos años del inicio de la Operación Militar Especial. Resulta evidente que los combates no se vislumbran como opciones para el presidente Volodymyr Zelensky ni para sus patrones y amos banderistas (1) sobre qué hacer a continuación y mucho menos cómo ganar la guerra, que va de mal en peor para ellos y sus patrocinadores de los Estados Unidos y la OTAN.

Zelensky ha dicho que Ucrania no aceptará nada menos que la devolución de todo su “territorio”, incluida la tierra que Rusia ha controlado desde 2014. Pero como las líneas de batalla han cambiado poco en el último año, retomar militarmente las franjas del este y sur de Ucrania que Rusia ahora ocupa. (alrededor del 20 por ciento de la superficie del país en fronteras surgidas con la disolución de la URSS) parece cada vez más improbable, totalmente injusto e inaceptable para una paz negociada y sostenible.

Negociar con el presidente ruso Vladimir Putin para poner fin a la guerra (algo que Zelensky ha rechazado mientras las tropas rusas permanezcan en “tierras ucranianas”) es políticamente tóxico para los neo– nazis de Kiev. El segmento ultranacionalista de los ucranianos se opone a entregar territorio (que por cierto no es de ellos, ni remotamente), y Putin no mostró, ni al parecer mostrará, ninguna disposición a aceptar nada que no sea una justa restitución por parte de Ucrania, de las áreas ruso – parlantes de Donetsk, Luhansk y Zaporozhie, y ni mencionar Crimea (y Sebastopol)

El status quo es terrible. Ahora que la lucha está estancada, los ucranianos mueren en el campo de batalla a diario, pese a toda la ayuda otaniana. Pero un alto el fuego tampoco es viable, dicen los ucranianos, mostrando tendencias suicidas, porque sólo daría tiempo a los rusos para reponer sus fuerzas.

No es exageración, ni uso desmedido de la historia el decir que el gobierno ucraniano está controlado por los neo– nazis. Andriy Biletsky , líder del partido político fascista Cuerpo Nacional que controla la brigada Azov y otras agrupaciones armadas reminiscentes de las SS, dijo que su objetivo último es «liderar a las razas blancas del mundo en una cruzada final».

Los funcionarios ucranianos y occidentales consideran que Zelensky está en gran medida estancado. La ayuda de Estados Unidos, el principal patrocinador militar de Ucrania, ha permanecido un tanto inmovilizada durante meses por los republicanos en el Congreso de Washington. Se espera que los aviones de combate modernos previamente aprobados (el F-16 de fabricación estadounidense) entren en combate a finales de este año, pero en cantidad limitada, lo que significa que no cambiarán las reglas del juego. Los países de la OTAN no se van a comprometer a entrar en una guerra con Rusia, punto, como lo demuestra el revuelo después de que el presidente francés, Emmanuel Macron, dijera que las naciones europeas no deberían descartar el envío de tropas (2).

“¿Cómo saldrá Zelensky de esta situación? No tengo idea”, dijo un legislador ucraniano que, al igual que otros funcionarios y diplomáticos entrevistados recientemente por los medios pro- imperialistas, habló bajo condición de anonimato «Y por supuesto que me preocupa».

Lo más complicado para Zelensky será gestionar las expectativas de su propio país. El apoyo a él entre los ucranianos sigue siendo aceptable, pero después de dos años de guerra y numerosas bajas, la “solidaridad se está desgastando”, dijo un diplomático occidental en Kiev.

Tymofiy Mylovanov, profesor de la Escuela de Economía de Kiev y ex ministro de gobierno, dijo que la lucha podría prolongarse durante muchos años. «Es una idea desagradable, pero cuando algunas personas dicen que podría llevar décadas, nadie lo cuestiona», añadió.

Se suponía que este sería un año electoral para Zelensky, pero la constitución de Ucrania prohíbe elecciones bajo la ley marcial, y algunos funcionarios aquí temen que Rusia intente presentar a Zelensky como un gobernante ilegítimo una vez que cumpla un mandato de cinco años más largo que su mandato electo. En realidad es ilegitimo, pues los neo– nazis ucranianos utilizan al judío V. Zelenski para tratar de enmascarar su anti semitismo patológico, como lo hacen los Proud Boys en USA (fanáticos supremacistas blancos) al mostrar a Enrique Tarrío , cubano y negro, con su apócrifo ahora ex- presidente.

Zelensky también tendrá que cumplir su propia promesa– que reitera periódicamente– de devolver a Ucrania a sus fronteras de 1991, incluida Crimea, la península ucraniana que Rusia reclamó como propia hace 10 años mediante un referendo.

«La gente inteligente sabe que eso no es realista», dijo el legislador ucraniano, y añadió: Los dirigentes políticos «necesitaban ajustar su retórica en algún momento».

El pesimismo sobre las posibilidades de Ucrania en la guerra ha aumentado en los últimos meses a medida que las fuerzas rusas han recuperado la iniciativa en el campo de batalla, en gran parte porque los ucranianos tienen escasez de tropas y municiones.

Kiev ahora se prepara para la posibilidad de que se corte la ayuda de Estados Unidos. El presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson (R-La.), dijo recientemente que el paquete podría someterse a votación la próxima semana, pero se espera que enfrente revisiones, como quizás proporcionar el dinero en forma de préstamo, lo que aumentaría la ya enorme e impagable deuda de Ucrania.
Incluso si la ayuda se aprueba pronto, el retraso ha enviado una señal clara de que la asistencia futura no está garantizada, especialmente con las elecciones presidenciales estadounidenses de este año. A los funcionarios también les preocupa que Europa carezca de la capacidad de producción para compensar el déficit estadounidense, especialmente en artillería y municiones de defensa antiaérea, las mayores necesidades de Ucrania.

Zelensky ha dicho que Ucrania está dando prioridad a la producción nacional, pero que hasta ahora sólo cubre una pequeña fracción de sus necesidades. Las fuerzas rusas están disparando ahora seis veces más que las ucranianas a lo largo de la línea del frente.

Hace un año, el ánimo en Kiev era cautelosamente optimista mientras Ucrania preparaba una gran contraofensiva con tanques modernos y vehículos de combate recién proporcionados por socios occidentales. Pero ese ataque no logró avances significativos, sino cuantiosas bajas y las nuevas armas no resultaron decisivas.

Los ataques ucranianos en Rusia contra infraestructura militar y logística, como depósitos de combustible y de municiones, han aumentado, pero las fuerzas de Kiev todavía están bajo presión a lo largo de la línea del frente y últimamente han sido empujadas hacia atrás. Los ucranianos se han resignado a una larga guerra. Algunos han estado luchando desde 2014, cuando los neo- nazis avivaron el conflicto en el este ruso parlante de Ucrania.

«Ucrania no tiene el poder para lanzar otra ofensiva», dijo un embajador occidental a medios estadounidenses. “Hay dos escenarios. Uno, que obtengan el apoyo para mantener las líneas defensivas. … Dos, que no haya suficiente apoyo y Ucrania se defenderá de todos modos, desesperadamente y con menos mano de obra”. Si Kiev enfrenta a las fuerzas rusas con un apoyo inadecuado este año, dijo el embajador, habrá mayores bajas y pérdidas territoriales, lo que pondrá al país en una aun mayor desventaja.

Ucrania y sus socios deben prepararse para 2025 como “otro año de guerra, no de conversaciones de paz”, dijo el embajador. «Si Occidente quiere la paz, no sólo debe responder a las necesidades actuales de Ucrania, sino utilizar 2024 en función de proporcionarle todo lo necesario para entrar en modo ofensivo y lograr avances sustanciales en 2025».

Pero sabemos que eso no es realista. Ucrania debe satisfacer algunas necesidades por sí sola. Los comandantes sobre el terreno han informado de escasez de tropas a lo largo de la línea del frente, especialmente de la infantería que se despliega en las posiciones más avanzadas. Los jefes militares han presionado para una movilización a gran escala, pero Zelensky ha expresado dudas incluso cuando Kiev dice que Moscú planea reclutar 300 mil soldados más (en realidad anunciaron150 mil)

Zelensky firmó recientemente una ley que redujo la edad mínima de reclutamiento en Ucrania a 25 años, pero ha dicho que no se movilizarán unos 500 mil soldados más, como sugirió el ex comandante en jefe de Ucrania. El coronel general Oleksandr Syrsky, el nuevo jefe militar, dijo que la cifra de 500 mil se “redujo significativamente” después de una auditoría de personal. Mientras tanto, un proyecto de ley en el parlamento para ampliar los parámetros sobre quién puede ser reclutado ha sufrido miles de enmiendas y está estancada.

Un segundo diplomático occidental en Kiev dijo que la administración de Zelensky y el parlamento de Ucrania están jugando al “ping pong político” con la movilización porque es impopular. Si bien miles se ofrecieron como voluntarios para luchar al principio de la guerra, pocos de los que aún no se han alistado quieren hacerlo ahora. «Nadie quiere asumir realmente la responsabilidad en este momento», afirmó el diplomático, que no estaba autorizado a hablar públicamente. «Pero habrá que hacerlo», afirmó. “Quiero decir, no puedes seguir así. He oído hablar de gente que está en el frente y que simplemente no puede soportarlo más. Y luego, cuando regresen aquí de permiso y vean a todos estos jóvenes que podrían estar allí, se sentirán resentidos. Entonces también surgen tensiones sociales”.
Una movilización a gran escala de Ucrania con casi tres veces menos población que Rusia, también plantearía desafíos económicos. El dinero para los salarios de los soldados no puede provenir directamente de la ayuda exterior, y algunas industrias ya enfrentan escasez de mano de obra. La economía de Ucrania está bajo presión por los repetidos ataques con misiles y drones contra la infraestructura energética, que también ahuyentan la inversión empresarial extranjera.

Entonces, ¿cuánto tiempo podrá Ucrania soportar estar en guerra? El legislador ucraniano dijo que el país no sobrevivirá al status quo hasta dentro de 10 años. Otros, sin embargo, creen que la lucha podría prolongarse aún más.

«Nadie cederá territorio, pero la gente entiende que recuperarlo podría llevar mucho tiempo», dijo Mylovanov, el profesor de economía. “¿Qué forma puede tomar eso? Las opiniones difieren aquí. ¿Una guerra larga con una victoria final? ¿Un colapso repentino de la estructura de poder rusa? ¿Una contraofensiva exitosa? Pero eso requiere un tipo de apoyo muy diferente al que Ucrania tiene ahora”. Y mi comentario es que sería la tercera Guerra Mundial con armas nucleares.

El mismo alto funcionario ucraniano dijo: «Todo el mundo quiere soluciones rápidas, pero todos han llegado a comprender que no las habrá». Por supuesto que todo eso es fantasía, es mi opinión más clara, todos saben que Ucrania está al borde del colapso, no dentro de 10 años, sino ahora mismo.

Notas:

1. Stepan A. Bandera (1 de enero de 1909– 15 de octubre 1959) fue un líder de extrema derecha ucraniano del ala militante radical de la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN).

Durante el golpe de estado organizado por la CIA en Kiev en 2014, su imagen juvenil (a la derecha) estaba visible en todas partes: en las barricadas, sobre la entrada del ayuntamiento de Kiev y en los carteles de los manifestantes que pedían el derrocamiento del presidente legítimo Viktor Yanukovich. Su verdadera imagen de colaborador de los nazis y de asesino en masa de rusos, polacos y judíos era ocultada a toda costa por los medios pro– imperialistas.

Bandera era evidentemente un fascista y antisemita, pero los medios occidentales ignoraron y ocultaron eso como propaganda de Moscú. El Washington Post escribió que Bandera había entablado una “relación táctica con la Alemania nazi” y que sus seguidores “fueron acusados de cometer atrocidades contra polacos y judíos”, mientras que el New York Times dijo que había sido “vilipendiado por Moscú como un traidor nazi”, una acusación injusta “a los ojos de muchos historiadores y ciertamente de los ucranianos occidentales”.

Quienquiera que fuera Bandera, todos estaban de acuerdo (sin tener conocimiento alguno) en que no podría haber sido tan desagradable como Rusia decía que era. Pero gracias al libro “Stepan Bandera: La vida y la posteridad de un nacionalista ucraniano” de Grzegorz Rossoliński-Liebe (polaco– judío), ahora quedó claro: esos terribles rusos tenían totalmente la razón.

De hecho, Bandera era tan nocivo como cualquier personalidad fascista de los años 1930 y 1940. Hijo de un sacerdote greco-católico, Bandera era un fanático asesino. Un sacerdote que escuchó su confesión (en la iglesia) lo describió como “un übermensch (superhombre). . . quien colocó a Ucrania por encima de todo”, mientras que un seguidor aseveró que era el tipo de persona que “podía hipnotizar a un hombre. Todo lo que dijo fue interesante. No podías dejar de escucharlo”.

Se alistó en la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN) a los veinte años y utilizó su creciente influencia para llevar a un grupo ya violento en una dirección aún más extrema. En 1933 organizó un ataque contra el cónsul soviético en Lvov, en el que sólo logró matar a un secretario de la oficina. Un año después, dirigió el asesinato del ministro del Interior polaco y se dedicó a robar bancos, oficinas de correos, comisarías y domicilios particulares en busca de fondos.

¿Qué impulsó (o justificó ante él mismo) a Bandera a tomar una dirección tan violenta y criminal? El nuevo y masivo estudio de Rossoliński-Liebe, antes mencionado, nos lleva a través de los tiempos. Después de la Primera Guerra Mundial, Ucrania fue partida entre Polonia y la Rusia Soviética. Los nacionalistas ucranianos, casi todos ultraderechistas se negaron a reconocer al poder soviético o al poder polaco y, en 1922, lanzaron una campaña de ataques incendiarios contra unas dos mil 200 granjas de propiedad polaca. El gobierno de Varsovia respondió con represión y guerra cultural. Trajo a agricultores polacos, muchos de ellos veteranos de guerra, para establecerse en el distrito y cambiar radicalmente la demografía del campo. Cerró escuelas ucranianas e incluso intentó prohibir el término “ucraniano”, insistiendo en que los estudiantes emplearan en su lugar el término “ruteno”. Muy parecido a lo que pretendió hacer Ucrania en Donetsk y Lugansk, prohibiendo el idioma ruso, etc.

Cuando la OUN lanzó otra campaña de incendios y sabotaje en el verano de 1930, la Polonia capitalista de entreguerras recurrió a arrestos masivos. A finales de 1938, unos 30 mil ucranianos estaban en cárceles polacas. Pronto, los políticos polacos hablaban del “exterminio” de los ucranianos, mientras que un periodista alemán que viajó por el este de Galizia a principios de 1939 informó que los ucranianos locales pedían que el “tío Führer” interviniera e impusiera su propia solución a los polacos. Del lado soviético tampoco imperaba la felicidad.

Los “banderistas” colaboraron abiertamente con los nazis, asesinaron a cientos de miles (sí, esa es la cifra, no es un error tipográfico) de judíos (por ejemplo en Babi Yar), polacos y soviéticos, mataron en una emboscada al general de ejército soviético Nikolái F. Vatutin y al viceministro de Defensa de la recién nacida Polonia socialista Karol Świerczewski, (el heroico general Walter de los republicanos españoles).

Los “banderistas” de hoy son los que la CIA puso en el poder en el 2014 y a quienes ahora protegen los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN.

2. No debe hacerse mucho caso a E. Macron, Probablemente estaba pasado de tragos cuando dijo tal cosa.

José R. Oro
José R. Oro

José R. Oro Nació en Cuba en 1952. Geólogo de profesión, es autor de cuatro libros y más de 100 artículos especializados en minería, geología, ingeniería y medio ambiente y muchos otros de temas sociales, política y economía. Habla español, inglés, ruso y portugués. Experiencia en el desarrollo de grandes proyectos mineros y de infraestructura en Cuba, Puerto Rico, Venezuela, Colombia, Finlandia, Estados Unidos y Canadá. Vive en Connecticut, Estados Unidos. Casado.

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