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lunes 20 de mayo de 2024
EEUU

Crónicas de perversidad. “El fascismo invisible” en EE.UU. (I)

Por José R. Oro

En este artículo se discute el tema del fascismo en los Estados Unidos, para demostrar que hay suficiente “masa crítica” acumulada desde hace más de un siglo, para que un líder de la vileza de Donald Trump trate de detonar una abolición de la democracia y el estado de derecho (por endebles que estos parezcan y sean) en ese gran país.

Utilizo el título de “El fascismo invisible”, en homenaje al famoso libro de David Wise y Thomas B. Ross, “El gobierno invisible” (1964), que expuso el papel de la CIA en la política exterior estadounidense. Incluyó los golpes de estado en Guatemala (Operación PBSUCCESS) e Irán (Operación Ajax) y la operación Pluto (Playa Girón). También los intentos de la CIA de derrocar al presidente Sukarno en Indonesia (lo lograron 12 meses después de publicado el libro) y las operaciones encubiertas en Laos y Vietnam. La CIA consideró comprar la edición completa del “Gobierno Invisible” lo que no fructificó cuando la casa editorial (Random House) dijo que en ese caso imprimirían una segunda.

El Fascismo y la Xenofobia. Las “Redadas Palmer” un ejemplo de represión anti comunista

Empezamos en hechos ocurridos hace más de un siglo, y hoy son vastamente ignorados. Las “redadas o incursiones Palmer” (“Palmer Raids” en inglés) fueron una serie de operativos policiales realizados entre noviembre de 1919 y enero de 1920 por el Departamento (Ministerio) de Justicia de los Estados Unidos bajo la administración del presidente Woodrow Wilson (“demócrata”) para capturar y arrestar a presuntos socialistas, anarquistas y comunistas y deportarlos de los Estados Unidos. Las redadas se dirigieron particularmente a inmigrantes italianos y a judíos de la Europa Central y Oriental con supuestos vínculos izquierdistas. Se persiguió con particular rigor a anarquistas y activistas sindicales italianos, pero en general a inmigrantes de izquierda. Las redadas y arrestos se produjeron bajo el liderazgo del Fiscal General A. Mitchell Palmer, con más de seis mil personas arrestadas en 36 ciudades. Aunque 556 ciudadanos extranjeros fueron deportados, incluidos varios líderes izquierdistas prominentes, los esfuerzos de Palmer se vieron frustrados en gran medida por funcionarios del Departamento del Trabajo de EEUU. que tenían autoridad para las deportaciones y se oponían a los métodos de Palmer.

Las redadas Palmer ocurrieron durante el Primer Terror Rojo (1), un período de miedo y reacción contra los comunistas en Estados Unidos en los años inmediatamente posteriores a la Primera Guerra Mundial y a la Revolución Rusa. Hubo huelgas que atrajeron la atención de todos los EEUU. y disturbios en más de 30 ciudades, así como atentados con bombas en abril y junio de 1919, incluida una bomba enviada por correo a la casa de Palmer.

Antecedentes de las Redadas Palmer

Durante la Primera Guerra Mundial hubo una campaña nacional en los Estados Unidos contra las lealtades políticas divididas, reales e imaginarias de los inmigrantes y los grupos étnicos, de quienes se temía que tuvieran demasiada lealtad hacia sus naciones de origen. En 1915, el presidente W. Wilson (del Partido Demócrata) advirtió contra aquellos estadounidenses que, según él, habían «vertido el veneno de la deslealtad en las arterias mismas de nuestra vida nacional. Esas criaturas de pasión, deslealtad y anarquía, deben ser aplastadas». Las revoluciones rusas de 1917 agregaron fuerza especial al miedo de los agitadores obreros y partidarios de ideologías como el anarquismo y el comunismo. La huelga general de la ciudad de Seattle en febrero de 1919 representó una demostración del malestar laboral.

Las obcecaciones de Wilson y otros funcionarios del gobierno encontraron un pretexto y aparente confirmación cuando los galleanistas (inmigrantes italianos seguidores del anarquista Luigi Galleani) llevaron a cabo una serie de atentados con bombas entre abril y junio de 1919. El 2 de junio de 1919, se produjo la segunda ola de bombardeos, cuando galleanistas detonaron varios paquetes- bomba mucho más grandes en ocho ciudades estadounidenses, incluida una que dañó la casa del Fiscal General A. Mitchell Palmer en Washington, DC. Cada bomba estaba acompañada de folletos que declaraban la guerra a los capitalistas en nombre de los principios anarquistas. Nunca se ha encontrado prueba alguna de quienes en realidad enviaron las cartas- bombas

En junio de 1919, el fiscal general Palmer dijo al Comité de Asignaciones de la Cámara de Representantes que todas las pruebas prometían que los radicales «en cierto día… se levantarían y destruirían el gobierno de un solo golpe». Solicitó un aumento de su presupuesto de un millón 500 mil a dos millones de dólares para apoyar sus investigaciones sobre los radicales.

Una redada inicial en julio de 1919 contra un grupo anarquista en Buffalo, Nueva York, tuvo poco éxito cuando un juez federal desestimó el caso de Palmer al descubrir que los tres radicales detenidos, acusados en virtud de una ley que data de la Guerra Civil estadounidense, habían propuesto transformar el gobierno utilizando su derecho a la libertad de expresión y no mediante la violencia. Eso le enseñó a Palmer que necesitaba explotar los estatutos de inmigración más represivos que autorizaban la deportación de anarquistas extranjeros, fueran violentos o no. Para ello, necesitaba contar con la cooperación de funcionarios del Departamento de Trabajo. Sólo el Secretario de Trabajo podía emitir órdenes de arresto para extranjeros que violaran las Leyes de Inmigración, y sólo él podía firmar órdenes de deportación tras una audiencia con un inspector de inmigración. De esa manera la actividad anti– izquierdista derivó hacia el fascismo, también en los Estados Unidos.

El 1 de agosto de 1919, Palmer nombró a quien sería uno de los más notorios represores y asesinos fascistas en la historia de los EE.UU., J. Edgar de 24 años, para encabezar una nueva división de la Oficinas de Investigaciones del Departamento de Justicia, que se llamó inicialmente la División de Inteligencia General (GID), con la responsabilidad de investigar los programas de los grupos radicales e identificar sus miembros. Era parte del Buro de Investigaciones formado 11 años antes, y que en conjunto llegarían a ser el FBI (Buró Federal de Investigaciones) a partir de 1935.

Cuando Palmer respondió a las preguntas del Senado del 17 de octubre, informó que su departamento había reunido 60 mil nombres. Obligados por los estatutos a trabajar a través del Departamento de Trabajo, arrestaron a 250 “radicales peligrosos” en las redadas del 7 de noviembre (para insultar al segundo aniversario de la Revolución Rusa). Propuso una nueva Ley Anti- Sedición para fortalecer su autoridad (es decir para violar lo establecido por las leyes).

Mientras el Fiscal General Palmer dedicaba todas sus energías a agredir a los huelguistas de la Unión de Trabajadores de la Minería (casi todos de minas de carbón) en noviembre y diciembre de 1919, Hoover organizó más redadas. Logró persuadir al Departamento de Trabajo para que no alertaran a los arrestados sobre su derecho a tener un abogado. El genuflexo Partido “Laborista” emitió instrucciones de que sus representantes podían esperar hasta que se estableciera el caso contra el acusado, «para proteger los intereses del gobierno». De manera menos abierta, Hoover logró que la dirección del Partido Laborista actuara contra el Partido Comunista de los Estados Unidos e introducir una organización espuria anti- obrera, apodada el “Partido Laborista Comunista”. Hoover trabajó con los funcionarios laboristas “más complacientes”

El Departamento de Justicia lanzó una serie de redadas el 2 de enero de 1920. Redadas más pequeñas se extendieron durante las siguientes seis semanas. Al menos tres mil personas fueron arrestadas. Toda la empresa replicó la acción de noviembre a mayor escala, incluyendo arrestos e incautaciones sin órdenes de registro, así como encarcelamientos en instalaciones de detención super pobladas e insalubres. Hoover admitió más tarde «casos claros de brutalidad», como siempre sucede en los EEUU., cuando esos hechos no tienen posibilidad alguna de ser revertidos. Las redadas cubrieron más de 30 ciudades y pueblos en 23 estados, pero las del oeste del Mississippi y el sur del Ohio fueron «gestos publicitarios» diseñados para que el esfuerzo pareciera tener un alcance nacional.

En un momento dado, el Departamento de Justicia afirmó haber tomado posesión de varias bombas, pero después de que se mostraran a la prensa algunas bolas de hierro nunca más se mencionaron. En los allanamientos en todos los Estados Unidos fueron decomisadas un total de cuatro pistolas (¡!).

Críticas en publicaciones de izquierda como The Nation y The New Republic, un abogado planteó la primera protesta seria. Francis Fisher Kane, fiscal federal para el Distrito Este de Pennsylvania, renunció en señal de protesta. En su carta de dimisión al Presidente y al Fiscal General escribió: «Me parece que la política de redadas contra un gran número de personas es generalmente imprudente y muy propensa a dar lugar a injusticia. Es probable que se arreste a personas que no son realmente culpables» y presionadas durante sus audiencias… Parece que estamos intentando reprimir a un partido político… Con tales métodos, conducimos a la clandestinidad y hacemos peligroso lo que antes no lo era». Palmer respondió que no podía utilizar arrestos individuales para tratar una «epidemia» y afirmó su propia “fidelidad” a los principios constitucionales.

Consecuencias de las redadas Palmer a nivel nacional y de la Intervención estadounidense en la Rusia soviética.

En unas pocas semanas, después de cambios de personal en el Departamento de Trabajo, Palmer se enfrentó a un nuevo Subsecretario de Trabajo, Luois Freeland Post, de mentalidad muy independiente, quien canceló más de dos mil órdenes judiciales por considerarlas ilegales. De los 10 mil arrestados, Tres mil 500 fueron retenidos por las autoridades; 556 extranjeros residentes fueron finalmente deportados en virtud de la Ley de Inmigración de 1918.

El 28 de mayo de 1920, la naciente Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU), fundada en respuesta a las redadas, publicó su Informe sobre las prácticas ilegales del Departamento de Justicia de los Estados Unidos, en el que documentaba cuidadosamente las prácticas ilegales, actividades para arrestar a presuntos radicales, trampas ilegales por parte de agentes provocadores y detenciones ilegales en régimen de incomunicación. Lo firmaron destacados abogados y profesores de derecho, así como otros intelectuales y políticos.

Palmer, alguna vez visto como un probable candidato presidencial, perdió su intento de ganar la nominación del Partido Demócrata a la presidencia ese mismo año.

Mientras ocurría dentro de los Estados Unidos esa feroz represión contra los partidos de izquierda, las fuerzas militares de los Estados Unidos intervenían directamente en la Rusia soviética. La Fuerza Expedicionaria del Ejército Estadounidense que invadió Siberia (FEA en Siberia) fue una formación invasora involucrada en la Guerra Civil Rusa en Vladivostok, Lejano Oriente de Rusia, desde 1918 hasta 1920. Otra Fuerza Expedicionaria interventora estadounidense, la llamada Fuerza Expedicionaria Americana del Norte de Rusia (también conocida como Expedición Oso Polar) se desplegaba en las regiones de Arcángel y Múrmansk, en el norte de la Rusia Europea, con unos 13 mil militares estadounidenses. Es decir la histeria anti comunista en los Estados Unidos de aquella época no se limitó a la represión del movimiento de izquierda en su territorio nacional, sino también en la intervención militar abierta y manifiesta en la Rusia Soviética.

Otro ejemplo palmario del brote fascista en los Estados Unidos post Primera Guerra Mundial, lo constituyó el asesinato por vía Lawfare de Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti quienes eran inmigrantes italianos de filiación anarquista, condenados (después de sólo unas pocas horas de deliberación del jurado) por el supuesto asesinato de un guardia y un pagador, durante el robo a mano armada en 1920 a una empresa del estado de Massachussets, Estados Unidos. Fueron ejecutados en la silla eléctrica. Fue un acto brutal de anti- italianismo, anti- inmigrante y anti- izquierdista que obtuvo atención mundial. A medida que se conocieron los detalles del juicio y la presunta inocencia de los hombres, Sacco y Vanzetti se convirtieron en el centro de una de las causas celebres más importantes de la historia moderna. En 1927, se llevaron a cabo protestas en su nombre en todas las ciudades importantes de América del Norte y Europa, así como en Tokio, Sídney, Melbourne, São Paulo, Río de Janeiro, Buenos Aires, Dubái, Montevideo, Johannesburgo y Auckland.

(De la gran Joan Báez, la “Balada por Sacco y Vanzetti”: https://www.youtube.com/watch?v=2SatFG3OEx0)

El fascismo y el racismo siempre están indisolublemente unidos

En la década de 1930, el Departamento de “Bienestar Social” de la ciudad de Los Ángeles, California, decidió comenzar a deportar pacientes de los hospitales de ascendencia mexicana. Este fue el inicio de las “campañas de repatriación”, una serie de redadas ilegales en Estados Unidos durante la Gran Depresión, en que fueron deportados un millón 800 mil personas. Joseph Dunn ex – senador por California, estimó que alrededor del 60 por ciento de estas personas eran en realidad ciudadanos estadounidenses, muchos de ellos nacidos en Estados Unidos. Para estos ciudadanos, la deportación no era una “repatriación”, sino un exilio forzoso de su propio país.
Las redadas destrozaron familias y comunidades, dejando un trauma duradero para los mexicano- estadounidenses que permanecieron en Estados Unidos

La deportación de ciudadanos estadounidenses siempre ha sido inconstitucional, pero las “repatriaciones forzadas” de los no ciudadanos también fue inconstitucional. «Uno de los problemas es que la ‘repatriación’ se llevó a cabo sin ninguna protección legal ni ningún tipo de debido proceso», expresó Kevin R. Johnson, decano y profesor de derecho en la Universidad de California. “Se podría argumentar que todos ellos eran ilegales porque no se siguió ningún mínimo proceso”.

En cambio, los gobiernos locales simplemente arrestaron a personas y las subieron a camiones, autobuses o trenes con destino a México, sin importar si eran inmigrantes documentados o incluso ciudadanos nativos. Los depuradores acorralaron a niños y adultos como pudieron, a menudo asaltando lugares públicos.

Aunque no había ninguna ley federal ni orden ejecutiva que autorizara las redadas de la década de 1930, la administración del presidente Herbert Hoover (republicano), que utilizó el lema codificado racialmente, “empleos estadounidenses para estadounidenses reales”, las aprobó, y empresas como Ford, US Steel y Southern Pacific Railroad acordaron despedir a miles de trabajadores mexicano- estadounidenses.

Hoover perdió las elecciones presidenciales de 1932. El siguiente presidente, Franklin Delano Roosevelt , no sancionó oficialmente las “campañas de repatriación”, pero tampoco las suprimió. Las redadas continuaron bajo su administración en gran escala y realmente sólo desaparecieron durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Unidos comenzó a reclutar trabajadores mexicanos temporales a través del así llamado Programa Bracero, porque necesitaba mano de obra en tiempos de guerra total. (sigue)

rmh/jro

Notas
(1) El primer “terror, pánico o miedo rojo” (“red scare” en inglés), en los Estados Unidos se produjo como consecuencia de la avalancha de mentiras y propaganda contra la Revoluciones de Febrero y Octubre en Rusia, que derrocó a la dinastía Romanov, iniciando el ascenso del partido bolchevique. Esta masiva y maliciosa propaganda tenía como objetivo inspirar un miedo internacional hacia comunistas, socialistas, anarquistas e izquierdistas de cualquier otra denominación.

En Estados Unidos, las huelgas laborales iban en aumento y la prensa las catalogó de manera sensacionalista como causadas por inmigrantes empeñados en derribar el estilo de vida estadounidense. La Ley de Sedición o Ley de Espionaje de 1918 atacó a personas que criticaban al gobierno, acosando a los radicales y líderes sindicales con la amenaza de deportación. El primer Terror Rojo alcanzó su clímax en 1919 y 1920.

José R. Oro
José R. Oro

José R. Oro Nació en Cuba en 1952. Geólogo de profesión, es autor de cuatro libros y más de 100 artículos especializados en minería, geología, ingeniería y medio ambiente y muchos otros de temas sociales, política y economía. Habla español, inglés, ruso y portugués. Experiencia en el desarrollo de grandes proyectos mineros y de infraestructura en Cuba, Puerto Rico, Venezuela, Colombia, Finlandia, Estados Unidos y Canadá. Vive en Connecticut, Estados Unidos. Casado.

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