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lunes 16 de septiembre de 2024

Jenkins, Van Gogh y Trump: Tres orejas en la historia

Por José R. Oro

La fisiognómica o fisiognomía, llamada alternativamente “portación de rostro”, es una seudociencia basada en la idea de que por el estudio de la apariencia externa de una persona (sobre todo su rostro) puede conocerse el carácter o personalidad de ésta, o incluso adivinar su futuro

Las orejas han recibido particular atención en estos intentos completamente alejados de la realidad. Las relaciones geométricas entre el Hélix, el Antehélix y el Lóbulo fueron usadas para tales “indagaciones”, de ninguna manera ciertas, como resulta obvio
Después de esta introducción, es necesario reconocer tres orejas que han quedado (o van a quedar) registradas en la historia, lo que paso a hacer en orden cronológico, de la oreja más antigua hasta una del presente.

I. De cómo la cercenada oreja del corsario Robert Jenkins- la haya perdido en una riña de borrachos en un pub o por obra y gracia de un feroz capitán gallego- sirvió de pretexto para una guerra entre dos grandes potencias de su época.

La Guerra del Asiento o de la Oreja de Jenkins se desarrolló, esencialmente, en el Caribe entre los años 1739 y 1748, enfrentando a los reinos de España y de Gran Bretaña. El principal objetivo inglés era destruir el Imperio español en América.

El origen de esta guerra hay que buscarlo en el Tratado de Asiento de Negros entre España e Inglaterra, que se firmó en Madrid el 26 de marzo de 1713. En él se indicaba que durante 30 años Inglaterra tendría derecho al monopolio del tráfico de esclavos procedentes de África, pudiendo introducir anualmente hasta cuatro mil 800 en las posesiones españolas en América. Incluía también el derecho británico a un «navío de permiso» anual, de 500 toneladas, para comerciar en las plazas españolas en América.

El problema real era que el «navío de permiso» se convirtió en una fuente de ciclópeo contrabando en diversos puertos del “Nuevo Mundo”, ya que los británicos lo utilizaban como tapadera de otros buques que le suministraban en altamar (lo que hizo a los españoles denominarle la «flota de permiso»), sumándose esta gestión operativa al contrabando tradicional que ya practicaban desde mucho tiempo atrás los barcos británicos. El enorme contrabando, así como las necesidades de mejorar las finanzas de la Real Hacienda peninsular, forzó a una gran actividad de los guardacostas españoles contra el tráfico y la actividad ilegal en el Caribe.

La razón de que en Gran Bretaña se denomine a este conflicto como Guerra de la Oreja de Jenkins (War of Jenkins’ Ear, en inglés), se debe al espectáculo que, en el Parlamento de Londres, protagonizó Robert Jenkins, en marzo de 1738, mostrando su oreja que, supuestamente, le había cortado en 1731 el capitán de un guardacostas español, Julio León Fandiño, por realizar contrabando en las costas de Florida. Se comentó que el capitán español, tras cortarle la oreja, le dijo «ve y dile a tu Rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve». La intervención de Jenkins sirvió para convencer y empujar a los miembros del Parlamento de la necesidad de una guerra.

Ni victoria ni control sobre el Atlántico

El principal objetivo inglés era hacer colapsar el Imperio español en América tomando las plazas clave que controlaban el tráfico de mercancías y desde donde se enviaban los metales preciosos a España. Si no lograban destruirlo completamente, al menos esperaban forzar un tratado de libre comercio en América y el control de algunos de los puertos neurálgicos de las flotas de Indias españolas que eran El Callao, Panamá y Acapulco en el Pacífico, así como Portobello, Veracruz, Cartagena de Indias y principalmente La Habana en el Atlántico, pero un conjunto de derrotas les alejó de sus propósitos. Destaca entre ellas la de Cartagena de Indias ante los daños sufridos por la escuadra británica con grandes pérdidas humanas, gracias a la pericia de Sebastián Eslava y Blas de Lezo. Fracasaron también los británicos en otros intentos para tomar Santiago de Cuba, Panamá, Puerto Cabello y dos veces La Guaira.

Al firmarse en 1748 el Tratado de Aquisgrán, dando fin a la guerra, España mantenía su imperio y el control del comercio en sus posesiones de forma similar a 1739.

Oreja de más o de menos, nada cambió. Decenas de miles de personas murieron en el altar del colonialismo. La oreja del contrabandista Robert Jenkins fue un simple y crudo pretexto para justificarlo.

Unos años después, en otra guerra colonial (1762 – 63) los británicos tomaron La Habana, ciudad mucho más fortificada y guarnecida que Cartagena, pero en lugar del genial almirante Blas de Lezo teníamos al mediocre Capitán General Juan de Prado Malleza Portocarrero y Luna. En 11 meses de ocupación llegaron a ese puerto un millar de buques mercantes. Pepe Antonio se inmortalizó como el más famoso alcalde cubano de todos los tiempos y nuestro idioma se enriqueció con frases como “a la hora de los mameyes” (1).

II. El sufrimiento de un genio post- impresionista: Vincent Van Gogh y su oreja siniestra

Van Gogh era un indiscutible genio, también estaba más loco que la proverbial cabra. No se conoce la secuencia exacta que llevó a la mutilación de su oreja. Gauguin dijo, quince años después, que esa noche se produjeron varios casos de comportamiento físicamente amenazante. Después de un altercado entre ambos en la tarde del 23 de diciembre de 1888, Van Gogh regresó a su habitación donde aparentemente escuchó voces y se cortó total o parcialmente la oreja izquierda con una navaja causándole una hemorragia grave. Vendó la herida, envolvió la oreja en papel que entregó él a una mujer en un burdel que ambos frecuentaban. Van Gogh fue encontrado inconsciente a la mañana siguiente por un policía y llevado al hospital, donde fue tratado por Félix Rey, un joven médico todavía en formación.

No recordaba nada del suceso. El diagnóstico en el hospital fue «manía aguda con delirio generalizado» que es probablemente lo que se llama hoy trastorno bipolar, y, a los pocos días, la policía local ordenó que lo internaran en un hospital. Durante los primeros días de su tratamiento, Van Gogh pidió repetidamente y sin éxito hablar con Gauguin, quien huyó de Arles y nunca volvió a verlo. A pesar de un diagnóstico pesimista, Van Gogh se recuperó un tanto y fue dado de alta. Pasó el mes siguiente entre el hospital y su casa, sufriendo alucinaciones y delirios de envenenamiento. Dos meses después, dejó Arles e ingresó voluntariamente en un asilo.

Van Gogh le obsequió su Retrato del doctor Félix Rey de 1889 al propio Rey. Al médico no le gustó la pintura y la regaló. En 2016, el retrato se alojó en el Museo Pushkin de Bellas Artes en Moscú y se estimó que su valor superaba los 50 millones de dólares.

El 27 de julio de 1890, a los 37 años, Van Gogh se pegó un tiro en el pecho y fue atendido por dos médicos. Uno de ellos, el Dr. Gachet, sirvió como cirujano de guerra en 1870 y tenía un amplio conocimiento de heridas como consecuencia de disparos. Vincent posiblemente fue atendido durante la noche por el hijo del Dr. Gachet, Paul Louis Gachet, y el posadero, Arthur Ravoux. A la mañana siguiente, la salud de Vincent comenzó a fallar, sufriendo una infección y murió en las primeras horas del 29 de julio. Las últimas palabras de Van Gogh fueron: “La tristeza durará para siempre”. Se cumple una vez más el axioma de que entre la genialidad y la locura “solo hay un paso” (2).

III. Donald J. Trump y el uso de una oreja “milagrosa” para conquistar la Casa Blanca

El terrorismo sigue siendo un grave desafío para la comunidad internacional. No se puede eliminar si prevalecen los dobles raseros, la manipulación, el oportunismo político y la selectividad. No hay terrorismo bueno y terrorismo malo. Los actos terroristas son crímenes contra la humanidad. Es necesario responder a este fenómeno de acuerdo con las normas y principios del derecho de los países donde ocurre, así como de las normas internacionales.

Como conocemos, un criminal terrorista de origen cubano Alexander Alazo protagonizó un brutal ataque contra la Embajada de Cuba en Washington D.C. Después de años de dilación fue exonerado de los cargos en la causa 20 – 131 – USA v. Alazo, lo que me dejó azorado, confieso que creía le pondrían una leve sanción, algo para salvar la cara. Sin ser castigado por dispararle 32 veces a la sede diplomática cubana en Washington D.C., es un nuevo descenso desvergonzado que muestra que la “Justicia” estadounidense es una broma de mal gusto y su Constitución sólo un papel mojado.

Trump no fue el único que se centró ampliamente en el intento de asesinato durante la recién terminada Convención Nacional del Partido Republicano. Los oradores mencionaron repetidamente el atentado y la conducta de Trump como evidencia de su determinación y coraje- y posiblemente incluso de la voluntad de Dios de que sea presidente. Eric Trump se centró en ello y calificó a su padre como “un hombre que sobrevivió a una bala que tenía como objetivo eliminarlo permanentemente de nuestro futuro y de nuestra familia”. “Te limpiaste la sangre de la cara”, dijo Eric Trump. “Y levantaste el puño en un momento que será recordado como uno de los actos más valientes en la historia de la política estadounidense”.

La abogada de Trump, Alina Habba, dijo que Trump “no solo recibió una bala en Butler, Pensilvania. La recibió y seguirá recibiendo por todos y cada uno de nosotros”. Dos de los oradores parecieron ir un poco más allá al sugerir que mostró el favoritismo de Dios. El líder evangélico Franklin Graham, a diferencia de muchos otros que apuntan a una posible intervención divina, señaló que el bombero Corey Comperatore no se salvó. “No puedo explicar por qué Dios salva una vida y permite que se pierda otra”, dijo Graham. “No tengo la respuesta para eso”.

El ex presentador de Fox News Tucker Carlson sugirió que tenía esa respuesta:

“Cuando se levantó después de recibir un disparo en la cara, ensangrentado, y levantó la mano, en ese momento pensé que se trataba de una transformación. Ya no era un hombre. Bueno, creo que fue una intervención divina”, dijo Carlson, y agregó: “Era el líder de una nación”.

Además de dios también se involucró al diablo en los hechos. “El sábado, el diablo llegó a Pensilvania con un rifle en la mano, pero un león americano se puso de pie y rugió”, dijo el senador Tim Scott mientras la multitud enloquecía. “¡Rugió!” La representante M. T. Greene dijo en su discurso: “Doy gracias a Dios porque su mano estaba sobre el presidente Trump”. El propio candidato a la presidencia por el Partido Republicano se vanaglorió de sus relaciones con el Todopoderoso y de ser su predilecto. Millones de votos de fervientes creyentes están en juego.

La respuesta a la pregunta más importante acerca del atentado sigue siendo esquiva: ¿por qué? Hasta ahora, según los investigadores, han encontrado pocas pruebas de que el tirador, Thomas Matthew Crooks, un joven de 20 años que trabajaba como cuidador de un asilo de ancianos y que fue asesinado en el lugar de los hechos, tuviera una ideología detrás. La información obtenida de su teléfono, de su familia y de sus amigos no ofrece un motivo, según los analistas de seguridad nacional, y la ausencia de una explicación rápida ha dejado espacio para la rápida propagación de teorías partidistas y conspirativas que han moldeado la forma en que millones de estadounidenses ven el ataque al nuevo Führer.

Se habló y habla mucho acerca de la seguridad, pidiendo más presupuesto y autoridad para los órganos represivos y prácticamente cero críticas a la venta masiva de armas de fuego, que son cientos de millones en las calles de Estados Unidos. Se estima que en todo el país se encuentra el 46 por ciento de las armas en manos de civiles del mundo. El enorme influjo de la Asociación Nacional del Rifle (NRA), una de las más poderosas organizaciones de la ultraderecha estadounidense, elimina las críticas. Para el fascismo xenófobo es mucho mejor declarar culpables a los inmigrantes.

El intento de asesinato contra D. Trump como cualquier acto de terrorismo debe ser repudiado verticalmente. Decenas de miles de estadounidenses mueren anualmente a causa de la descomunal proliferación de las armas de fuego, pero se siguen vendiendo por millones. Los autores del crimen de Barbados y más recientemente del ataque a la Embajada cubana en Washington no fueron sentenciados. La impunidad de bestias como Posada Carriles o Alexander Alazo es un factor catalítico para la propagación del terrorismo. Es doloroso tener que sufrir en carne propia lo que hemos ayudado a crear y nunca hemos denunciado.

Por otra parte, ese atentado a las puertas de la Convención fue un obsequio político invaluable para Trump. Como dijera el emperador Justiniano, quince siglos atrás: “Cuando se comete un crimen, hay que buscar a quién beneficia”. Nunca menospreciemos la sabiduría de nuestros ancestros.

Tres épocas y tres personas muy diferentes, tres orejas. Hoy estamos enfrentando un peligro existencial para toda la humanidad, y eso no lo podemos olvidar, oreja de más o de menos. ¡Hay que parar el fascismo!

rmh/jro

Notas:
1. Los soldados ingleses usaban una distintiva casaca roja, por lo cual los habaneros los llamaban despectivamente “mameyes”. Quedó como recordatorio de que La Habana no estaba lista para enfrentar la invasión británica y que no es posible hacerlo todo en el último minuto, “a la hora de lo mameyes”. Si la ciudad atacada hubiera sido Santiago de Cuba, probablemente diríamos “a la hora de los zapotes”.

2. Hasta un grupo pop de Donostia- San Sebastian se llama “La Oreja de Van Gogh” (LOVG), tanto ha seducido ese hecho a la cultura popular.

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