Por Luis Casado
Tú creías que la perversa Hera se las arregló para que el pobre Hércules cumpliese 12 trabajos y se sometiese a la autoridad de Euristeo. Mitología pura. Las doce primeras chambas eran asimilables a la entrega en plan Uber- en tiempo y hora- de un Cheese Burger en las afueras del Bronx. Una poquedad…
Hércules aún no transpiraba cuando le anunciaron el 13er. laburo: equilibrar las cuentas del reino de Argólida, dónde Euristeo fungía de soberano. Hera pensó para sus adentros: “Ahí te quiero ver semidiós de mis dos…”. Las feministas pretenden que el papel de bruja siempre es para una mujer y no es el caso de contradecirlas, podrían acusarme de antisemita, perdón, de machista, uno confunde entre pecados extremadamente mortales.
Recién elegido, Donald Trump se enfrenta a la misma dificultad que ningún presidente del Imperio ha resuelto, ni siquiera abordado seriamente: las facturas se han ido acumulando en la Oficina Oval debajo de una montaña de papeles relativos a las numerosas guerras pergeñadas, organizadas, llevadas a cabo, perdidas y olvidadas, para no mencionar temas ancilarios como la Educación, la Salud, la Vivienda, los Salarios, etc.
John Mauldin, mi especulador yanqui preferido, manifiesta su inquietud, mira ver:
“Mi papá repetía frecuentemente el chiste del perro que persigue un automóvil: ‘Y ahora que lo atrapaste… ¿qué vas a hacer con él?’ Trump y los Republicanos asumirán pronto el mismo problema económico del que hablaron durante la campaña. Nuestros grandes desafíos no desaparecerán por arte de magia. La deuda de EEUU está creciendo ahora a un ritmo dos veces más rápido que nuestro PIB. Como suelo decir, la cuestión de la deuda se encuentra más allá del punto de soluciones fáciles. Todas las opciones son malas.”
Desde Bretton Woods en adelante (julio 1944), los EEUU han ostentado un privilegio principesco: emitir moneda como les diese la gana, sin necesidad de respaldar sus emisiones con riqueza real, producida, constatable. El dólar, unidad de cuenta exclusiva del comercio internacional, tiene esas cosas…
Richard Nixon, el 15 de agosto de 1971, le dio el golpe de gracia a la convertibilidad del dólar en oro. En claro: de ahora en adelante emitiremos dólares como nos salga de las alforjas. ¿Tenemos que pagar nuestras importaciones de petróleo, cobre, azúcar, tabaco, etc.? Simple: emitimos tantos dólares como sea necesario y fin del cuento.
Es exactamente lo que hace el tipo armado de un talonario de cheques que compra lo que le da la gana, pagando con talones sin fondos. El mundo hacía como que recibía un pago en serio, y santas pascuas. En sus libros, cada país anotaba: “Me debe tanto…”. Si no sabías porqué la economía yanqui es tan sólida y resiliente, ahora lo sabes.
Una de las consecuencias es que los EEUU. alimentan la inflación planetaria: exportan inflación. Donald, consciente del problema, anunció que la Unión Europea ya no se beneficiaría de protección gratuita (sic). Si quieren que les defendamos, aseguró, tendrán que pagar. ¿Cómo? Comprando lo que producimos los EEUU.: aviones de guerra, submarinos, misiles, bombas de todo tipo, blindados, inteligencia y lo que gustemos mandar.
La “ayuda” militar a Ucrania, por dar un ejemplo, no tiene nada de gratuita. Zelensky no hace sino vender su país a plazos. En Washington suman cuidadosamente todo lo que le transfieren, lo cual, para decirlo en cristiano, se resume a deudas. De pasada, cada cual corta un alita, de algo hay que vivir.
Como quiera que sea, la deuda del Estado Federal llega ya al 123 por ciento del PIB yanqui, y crece que es un primor. Si vas a https://www.usdebtclock.org verás un espectáculo sobrecogedor. Una serie de ventanillas te muestran en directo la evolución de la deuda nacional que se empina a los 36 billones de dólares, o sea la friolera de U$ 107.000 per cápita, o bien U$ 273.000 por cada contribuyente. Y subiendo.
John Mauldin precisa:
“Cada presidente, durante los 75 años que he vivido, habló de pagar la deuda. En realidad, aparte Clinton y Gingrich, que algo hicieron, nadie lo intentó. He ahí porqué se va poniendo cada vez peor.”
“La inflación no ha muerto. El mercado de valores de renta fija ha estado volátil desde el martes, pero la tasa de interés a 10 años del Tesoro subió 60 puntos base desde septiembre. No es exactamente un voto de confianza del mercado, ni tampoco lo que el banco central (la FED) quiere ver. El mercado de valores tiene buenas razones para preocuparse”.
No es todo. Los bancos centrales- cuyos mandamases no tienen nada de pitonisos- suelen echarle gasolina al fuego. No olvides que en virtud del dogma neoliberal los BC son “independientes”, y sólo le rinden cuentas al Altísimo. He aquí lo que cuenta John Mauldin:
“Para peor, la FED bajó las tasas a corto plazo y se propone ir más lejos. Tasas más bajas pueden, marginalmente, aliviarle la carga de los intereses al gobierno, pero tienen consecuencias inflacionistas. No hay comida gratis. Imitando a Keynes, podríamos llamarla la Paradoja de los Déficits. Los llamados gastos ‘obligatorios’, como la Seguridad Social y el Sistema de Salud (Medicare), aumentan cada año, ambos porque hay cada vez más jubilados y por la inflación.”
John Mauldin omite piadosamente el gasto militar, que está llegando a un billón de dólares al año (no te pierdas: un billón en castellano, o sea U$ 1.000.000.000.000). Aún así, Mauldin concluye:
“La situación es seria, pero no desesperada.”
¿En serio?
Junto con desearle suerte a Donald, Mauldin recoge cañuela:
“Pero temo que la suerte que necesita no estará ahí. Tendrá que fabricarse su propia buena suerte. La buena noticia es que él suele hacerlo.”
En otras palabras, como ya ha ganado (o estafado) algunas veces… volverá a ganar.
Sin ánimo de ofrecer el penoso perfil de adivinos, previsionistas, encuestadores de opinión, analistas de viento y otros augures diversos y variados, me atrevo a pensar que el libre mercado ya desaparecido en combate devendrá proteccionismo de mala clase, aranceles, barreras aduaneras, sustitución de importaciones, privilegios para la industria y la agricultura locales, preferencia por the guy next door… y sálvese quien pueda.
Biden ya abrió el camino, ahora se trata de construir una autopista. Encargada a una empresa local.
Gran diferencia: ahora los EEUU. no están solos en el mundo. Y no hablo de los lloriqueantes miembros de la Unión Europea.
rmh/lc