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jueves 26 de diciembre de 2024

Ecuador: apagones de la “noche neoliberal”

Por Luis Onofa

Si un año atrás, cuando Daniel Noboa asumió el poder, en noviembre de 2023, algún ecuatoriano hubiese grafiteado en algún muro del país: “Último día de neoliberalismo y primero de lo mismo”, para pronosticar el carácter que tendría el gobierno de Daniel Noboa, no habría estado equivocado. La sentencia habría reflejado el mismo talante pesimista de aquellos quiteños que hace dos siglos pintaron la frase original para dudar que el despotismo que los colonizadores españoles sembraron en estas tierras desapareciese con el advenimiento de la independencia.

Podría haber parecido temprano para escarmentar de esa manera la gestión del mandatario. Sin embargo, no habría sido tan anticipado si se atendía a su plan de gobierno. El suyo no era un programa que hubiese pretendido cambiar el rumbo neoliberal de los mandatarios que le precedieron: Lenin Moreno (2017-2021) y Guillermo Lasso (2021-2023). Por ello, el balance de Noboa debe inscribirse en los ocho años de neoliberalismo que azota a Ecuador.

En efecto, el joven gobernante, educado en Estados Unidos y miembro de una de las familias más ricas del país, que tiene en las exportaciones de banano el eje principal de sus múltiples negocios, no cambió una coma de la estrategia neoliberal de sus antecesores. Al contrario, la profundizó, aunque tanto él como Moreno y Lasso han chocado con las contradicciones del país y de la cambiante geopolítica mundial. Su resultado es la devastación de la estructura económica nacional y de los estratos populares que en la década de progresismo (2007-2017) habían comenzado a convalecer de su crónica pobreza.

FMI

El eje de la estrategia neoliberal ha sido el ajuste fiscal, como parte de “reformas estructurales” exigidas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) a cambio de respaldo financiero. Esas reformas, que incluyen reducción del gasto, aumento de tributos y de precios de servicios públicos a la población, apuntan a garantizar el pago de la deuda externa, privatizar sectores estratégicos de la economía operados por el estado, y ampliar la economía de mercado.

Ese recetario es tan asfixiante y estresante para la economía y para la población que los gobiernos difícilmente logran cumplirlo. Moreno no lo cumplió, porque la población salió a protestar en calles y carreteras. Lasso se ufanó de haber reducido drásticamente el déficit fiscal. También Noboa proclama haber “saneado” la caja fiscal. Este año 2024, el ajuste será de al menos cuatro mil millones de dólares respecto de 2023, según el ministro de Finanzas, Juan Carlos Vega.

La permanente contracción del gasto público ha vuelto endémica la asfixia de la economía. En este período neoliberal ha crecido poco. En 2020, el año más duro de la pandemia Covid 19, el PIB cayó en 9.0 por ciento. En 2024 ha permanecido estancada. Aumentará menos del uno por ciento o volverá a caer. Las previsiones de organismos financieros internacionales indican que Ecuador será el país de menor crecimiento económico en América Latina. A esa señal se une otra: la población reduce cada vez más su consumo.

Los ajustes han implicado aumento de la tributación de los consumidores y de los propios trabajadores; elevación de los precios de productos de uso básico como los combustibles; reducción del monto de recursos financieros para servicios públicos fundamentales como salud y educación, y desentenderse del mantenimiento y construcción de nueva infraestructura, al punto que ninguno de los tres gobiernos que se han turnado en el poder ha inaugurado alguna obra pública de magnitud.

El actual mandatario ecuatoriano subió del 12 al 15 por ciento el impuesto al valor agregado, creó tributos temporales para la población y a las utilidades de las empresas y liberó los precios de algunos combustibles.

El resultado negativo más patético de semejante política para la economía son los cortes de energía eléctrica que afectan al país desde abril pasado, por falta de mantenimiento de todo el sistema y la construcción de nuevas plantas, problema que apunta a prolongarse al menos hasta fines de 2024 y terminará por deprimir aún más la economía.

Su consecuencia social más dramática es el desempleo y subempleo que afectan a más del 60 por ciento de la población del país. El narcotráfico, opción al desempleo, y su secuela de masacres casi diarias entre grupos rivales ha echado fuertes raíces en las zonas marginales del país y en las cárceles. En los ocho años de neoliberalismo el paisaje social del país se ha deteriorado de manera cruel: ha reaparecido en las calles de las ciudades grandes la mendicidad de adultos, niños y discapacitados.

Para enfrentar semejante devastación no han sido suficientes los más de 10 mil millones de dólares que han prestado los organismos multilaterales durante el ciclo neoliberal, porque el pago de las obligaciones externas apremia al país. En 2024 Ecuador debe pagar al menos ocho mil 403 millones de dólares por capital e intereses de la deuda pública, de acuerdo con el ex ministro de Finanzas, Marco Flores.

Pero la deuda continúa creciendo más rápido que la economía, según el experto, cuyos datos indican que hasta julio de 2024 la deuda del país ascendía a 85 mil 300 millones de dólares, equivalentes al 68 por ciento del PIB.

A juicio de Flores, “La receta neoliberal sólo obtiene el desastre de siempre. Claramente en Ecuador, luego de más de siete años consecutivos, ni siquiera ha “ordenado la casa» pero sí ha estancado la economía y el empleo. Sobre todo, ha perjudicado la calidad de vida de la gente en forma inversamente proporcional a sus ingresos. Quiénes menos ingresos tienen son los que mayores daños reciben”.

Se mantienen incólumes algunos sectores que están en la parte alta de la producción económica: la banca y algunos sectores de exportación, pero sufre el petrolero que, por falta de inversión ha reducido su producción.

Rafael Correa

A Ecuador ha vuelto la “larga noche neoliberal” de la que hablaba Rafael Correa, cuando estuvo en la presidencia del país. Su fin o su continuidad dependerán de las elecciones presidenciales y legislativas del primer cuatrimestre de 2025. En las presidenciales (a dos vueltas en febrero y abril) terciarán 16 candidatos, entre ellos Daniel Noboa y Luisa González, de la Revolución Ciudadana (RC), liderada por Correa desde su exilio en Bélgica. Ellos encabezan las preferencias de los electores.

Las encuestas muestran una caída de la popularidad de Noboa de al menos 40 puntos en lo que va de este año y un ascenso de la RC. De confirmarse esa tendencia, ésta última irá a segunda vuelta por la presidencia por tercera ocasión consecutiva. La lógica de la crisis indica que finalmente triunfaría RC. Pero una parte importante del electorado está contaminado por un anticorreísmo producto de una fuerte campaña que dura tanto o más que la “noche neoliberal”.

rmh/lo

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