Luis Onofa
Colocarse con menos de medio punto porcentual por encima de Luisa González, no era el desenlace que Noboa y sus partidarios aspiraban y habían planeado: daban por hecho que ganarían en primera vuelta, para lo que debía lograr más de diez puntos de diferencia sobre su adversaria, o lograr el 50 por ciento más un voto.
Obtuvo apenas el primer lugar con 44.16 por ciento de votos, contra 43.99 por ciento de Luisa González, de la Revolución Ciudadana. Con este resultado, más la primera mayoría que logró en la legislatura, el progresismo sorteó con éxito el vendaval de la derecha en el actual proceso electoral.
Tan fuerte fue el impacto que el mandatario tardó más de un día en reaccionar de manera pública al resultado de las elecciones y cuando lo hizo cometió el error de descalificar de manera general al electorado de todo el litoral del país, donde triunfó ampliamente Luisa González, la candidata de la Revolución Ciudadana.
Noboa dijo que quienes votaron por ella, están vinculados al narcotráfico y al terrorismo. Sus propios simpatizantes admiten que este fue un error que le puede costar caro en la segunda vuelta, el 13 de abril próximo.
La población de esa región, donde se encuentra un alto porcentaje de estratos pobres y marginales, es también la más afectada por la inseguridad, que solo en enero pasado registró 765 personas asesinadas, pese a los operativos policiales y militares ordenados por el mandatario Noboa.
Algunos periodistas, fervientes partidarios de Noboa, habían expresado de manera pública su deseo de que el 9 de febrero pasado fuera una “fecha histórica” para el país, porque en ella habría de ser “derrotado definitivamente el correísmo”. A su juicio, estaban dadas las condiciones para que ello ocurriera, aunque nunca especificaron cuáles serían ellas.
Pese a la frustración de la derecha por los resultados del 9 de febrero pasado, el catedrático David Chávez alerta que esas cifras reflejan el proceso de derechización cada vez más acentuado que vive Ecuador, y el “miedo al correísmo” que han logrado infundir en los electores los portavoces de la derecha y los medios hegemónicos.
Ello explicaría la inclinación a votar por Noboa de segmentos del electorado, inclusive estratos pobres y marginales duramente golpeados por ocho años de neoliberalismo. Pero esa tendencia, a juicio de Chávez, podría estar llegando a su límite. Eso significaría que en la segunda vuelta de abril próximo, el actual mandatario ecuatoriano no mejoraría el porcentaje de votos que obtuvo en la primera. Además, según algunos sondeos, el apoyo del electorado a Noboa está en descenso mientras el de Luisa González tiende a ascender.
Para el proceso electoral de 2025, Noboa, coheredero de una fortuna que supera los mil millones de dólares acumulada por su padre Álvaro, ha contado con recursos financieros propios y del estado, que el mandatario ecuatoriano los ha administrado con criterio electoral, así como con apoyo mediático.
Para ese propósito, el gobernante se rehusó a encargar el poder a la vicepresidenta Verónica Abad, conforme dispone la constitución cuando los dignatarios y autoridades de entidades estatales se postulan a cargos de elección popular y mientras están en campaña. Noboa contará con esos y otros instrumentos para la campaña del balotaje.
Durante el proselitismo para la primera vuelta, la Embajada de Estados Unidos, actor habitual en estos procesos, se mantuvo en un discreto lugar secundario, al punto que pareció mantenerse totalmente al margen del proceso.
De acuerdo con el catedrático Chavez, a esa representación diplomática le ha sido posible mantener esa posición, en razón de que tiene en Diana Salazar, Fiscal general del país, un operador eficaz para sus planes desestabilizadores de la oposición política del país.
Durante todo su mandato, que comenzó en 2019, Salazar ha sido activa en llevar ante la justicia a ex altos funcionarios de la administración de Rafael Correa y, en algunos casos, en momentos clave de la política ecuatoriana, en los cuales la RC pudo haber salido victoriosa.
La embajada de Estados Unidos en Quito ha expresado, de manera abierta, que uno de los objetivos de su trabajo en Ecuador es impedir a cualquier costo el retorno del “autoritarismo”- léase la RC- al gobierno, en nombre del apoyo a la democracia.
Sin embargo, su verdadero motivo parece ser otro: consolidar la presencia de tropas de su país en las islas Galápagos, que han venido asentándose de manera paulatina desde la administración de Lenin Moreno (2017-2021), luego de que fuera eliminada la base de Manta durante la administración de Rafael Correa (2007-2017).
El actual mandatario de Ecuador ha contado también con el apoyo de los círculos financieros internacionales. El Fondo Monetario Internacional le ha entregado hasta el momento mil 500 millones de dólares, como parte de un crédito de cuatro mil millones.
A su manera, los acreedores privados también le han dado un espaldarazo con la manipulación del llamado riesgo país. Vísperas de las elecciones, este se redujo a 903 puntos.
Pero aumentó a mil 162 una vez conocidos los resultados de la primera vuelta electoral. Este dato podría dar pie a relatos sobre la desconfianza que genera un gobierno progresista en los círculos financieros internacionales.
La batalla electoral en la segunda vuelta por la presidencia del país será mucho más intensa que la que acaba de finalizar. Una victoria de González significaría el fin de ocho años de neoliberalismo en Ecuador, mientras que el triunfo de Noboa implicará la continuidad, por cuatro años más, de un modelo que ha agudizado la pobreza de capas de población de bajos ingresos y de un autoritarismo que se justifica a sí mismo con el argumento de combatir al narcotráfico.
Ese peligro lo advirtió el catedrático universitario Pablo Dávalos al analizar el futuro político del país tras la primera vuelta electoral. “Noboa no es demócrata. Noboa es de extrema derecha. Representa el avance del fascismo. Si gana, y con el poder que tiene en el legislativo, destruirá los derechos de los trabajadores. Perseguirá a sus opositores”, comentó.
Mientras la disputa por la presidencia del país se prolongará hasta abril próximo, el panorama en la nueva Asamblea Nacional está definido. La RC logró el mayor número de curules en los comicios de febrero pasado. Tendrá 67 asientos en la legislatura de 151 miembros que se instalará el 14 de mayo próximo, diez días antes de que asuma la presidencia del país quien haya ganado la segunda vuelta. Acción Democrática Nacional, de Noboa, contará con 66 legisladores.
Ello le abre la posibilidad de que la RC presida la Asamblea Nacional y desde allí, junto con el bloque indígena Pachakutik, busque frenar el ímpetu neoliberal de Noboa, en caso de que éste fuese reelegido en abril, o apuntalar la gestión de Luisa González, si ella emergiera victoriosa.
En cualquiera de los escenarios, la confrontación entre las fuerzas progresistas y la derecha y su modelo neoliberal se prolongará más allá de las elecciones de abril próximo.
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