Por Víctor Ego Ducrot
Neo porque se trata de una nueva modalidad de asonada contra el orden constitucional. Con la etapa de mundialización totalizadora del orden capitalista imperialista- la llamada globalización neoliberal- las irrupciones militares y genocidas de la segunda mitad del siglo XX se convirtieron, casi, en piezas de museo.
Las degradaciones del estado de Derecho tienen lugar desde las propias instituciones de las democracias formales, en una trama mugrienta de complicidades de los poderes económicos y mediáticos.
Los ejemplos en el mundo desde los pasados ’90 hasta la fecha han sido varios, incluido el del asalto al Congreso estadounidense alentado por Donald Trump durante su primer mandato.
Pero el crecimiento de las ultraderechas que viene registrándose hace ya un largo tiempo y a escala planetaria, en Argentina parió su caso patológico: hace algo más de año, una mayoría electoral llevó al gobierno a un fascista lunático que admite ser asesorado por su perro muerto y confiesa que su objetivo es destruir el Estado, confesión que en sí misma encierra el delito de traición a la patria.
Entonces. Javier Milei es un presidente con legalidad y legitimidad de origen e ilegalidad e ilegitimidad en el ejercicio de su cargo. Se convirtió así en un presidente de facto.
Es la cara visible de lo que denomino “neo golpe de Estado soñado por los fascistas”, en desarrollo con continuidades o en episodios, como si de una macabra serie televisa se tratase.
A saber, y en forma resumida.
Hace meses, y más allá de algunas declamaciones opositoras- muy pocas sinceras- el Congreso como tal le aprobó una ley llamada Bases y un decreto especial (DNU) que contienen innumerables disposiciones inconstitucionales.
Tiempo después, el mismo Congreso delegó en el Poder Ejecutivo facultades legislativas que le son propias.
La complicidad parlamentaria llega a tal punto que este miércoles 19 de marzo, mientras tecleo el texto que leen, la cámara de Diputados, en un acto violatorio de la Constitución, aprobó un decreto del Ejecutivo por el cual el presidente oficializa un acuerdo de nuevo préstamo con el FMI que aún no fue resuelto por el organismo financiero internacional. Es decir: aprobaron una deuda sin conocer montos ni condiciones.
Mientras entre gritos y denuestos entre los diputados y diputadas eso sucedía en el recinto deliberante, la sede del Congreso, las calles de sus alrededores y la Casa Rosada estaban valladas en medio de un dispositivo de fuerzas de seguridad descomunal, con más de dos mil efectivos dispuestos a matar, carros de asaltos, tanquetas, helicópteros y drones.
Y todo para impedir este miércoles una nueva manifestación masiva de jubilados y pensionadas, de viejos y viejas que se movilizan cada semana desde hace largos meses, y van ganando en adhesiones y acompañamientos, de hinchadas de fútbol y contingentes sociales inorgánicos, sin la presencia real, efectiva y masiva de las organizaciones sindicales y políticas, salvo las de la izquierda de extracción trotskista, que sí están presentes desde el primer día, y las de algunos pocos congresistas del peronismo. En general, la dirigencia política tradicional habla, sí, se manifiesta en las redes, pero nada más.
El despliegue represivo de este miércoles incluyó también bloqueos en los accesos a la ciudad, controles policiales y amenazas de represión por los altoparlantes y en las carteleras de las principales estaciones ferroviarias.
La presencia de policías encubiertos entre los manifestantes, detectados y expulsados por éstos, fue una constante; como también lo fue la circulación de elementos parapoliciales, algunos fácilmente identificados, pues suelen aparecer como provocadores en los programas de TV, casi todos oficialistas y de ultraderecha.
En Buenos Aires rige un estado de excepción o de sitio encubierto o de facto.
El país quedó a expensas del accionar de fuerzas policiales que ya son de ocupación, a las órdenes del presidente Milei y su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quien fuera guerrillera montonera en los pasados ’70 y devino en desquiciada fascista, de facultades mentales dudosas y en sospechada lobista de empresas vinculadas a la Mossad israelí.
Pese a todo y con el recuerdo todavía vivo de la salvaje represión que miles de personas sufrieron el miércoles anterior, el 12 de marzo pasado, otra vez fueron muchos, miles, los argentinos y argentinas que se sumaron a los viejos y las viejas de este país que ganaron las calles de nuevo, para exigir condiciones de vida dignas.
Podría afirmarse que son ellos y ellas, los viejos y las viejas quienes conforman el nervio vivo y convocante a la resistencia activa contra el neo golpe de Estado que lleva adelante el gobierno.
Una asonada de nuevo tipo en la cual es indispensable el apoyo y la complicidad del tercer poder que enumera la Constitución: un Poder Judicial que, asociado al ministerio de los fiscales, avala todas las violaciones al orden jurídico, haciendo gala de una capacidad de cinismo solo equiparable a la que ofrecen Milei y sus cómplices.
Éstos son especialistas en apropiación semántica indebida: se dicen libertarios cuando son fascistas y proclaman ser víctimas de los jubilados y de todos aquellos que reclaman por sus derechos, a quienes acusan de sediciosos.
Para ello cuentan con el complejo entramado mediático, que no podía quedar por fuera de ese nudo de complicidades extremas que requiere la puesta en escena de un golpe de Estado de nuevo tipo como el que castiga a los argentinos; entramado que amerita ciertas consideraciones.
Hace ya unos años, en El Salvador, un cura y docente que se había formado con el legendario arzobispo Óscar Arnulfo Romero- asesinado el 24 de marzo de 1980 por los escuadrones de la muerte de su país-, hablaba de la Perversa Trinidad, en la que el Padre es el poder económico, el Hijo la politiquería burguesa, y el Espíritu Maldito, el aparato mediático cultural.
En varios de sus textos e intervenciones, el científico y militante de izquierdas estadounidense Noam Chomsky ha descrito y analizado el rol de las nuevas tecnologías aplicadas a la información, de los medios tradicionales y de las redes, en los mecanismos de control social tan necesarios para estos nuevos modos de golpes de Estado.
Se trata del denominado «modelo de propaganda», basado en cinco elementos: la propiedad de los medios, la financiación a través de la publicidad, las fuentes de información, las críticas y la ideología dominante.
En sintonía con eso planteos es que en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de la Plata y en la Carrera de Comunicación de la Universidad Nacional de Cuyo, en la provincia argentina de Mendoza, un grupo de docentes e investigadores hemos desarrollado el modelo denominado Intencionalidad Editorial, que estudia los métodos que se utilizan para inundar el universo mediático con desinformación y manipulación política e ideológica.
Sobre todo esto y analizando las reflexiones de Chomsky, el sitio Bloghemia sostiene:
“Las redes sociales han amplificado fenómenos como las noticias falsas, que son utilizadas como herramientas de manipulación política (…). Los algoritmos están diseñados para maximizar el tiempo que los usuarios pasan en las plataformas, lo que lleva a la propagación de contenidos sensacionalistas y polarizantes. Este fenómeno no solo distorsiona la realidad, sino que también socava la capacidad de los ciudadanos para tomar decisiones informadas (…)”.
Y añade: “Chomsky ha criticado duramente la economía de la atención, un modelo en el que las plataformas compiten por captar y retener la atención de los usuarios. En este sistema, la atención es el recurso más valioso, y las corporaciones la explotan sin escrúpulos. Los algoritmos de las redes sociales están diseñados para mostrar contenidos que generan reacciones emocionales intensas, ya sea indignación, miedo o alegría. Esto no solo afecta la salud mental de los usuarios, sino que también limita su exposición a perspectivas diversas y críticas”.
Y en este orden de temas, el pensador polaco Zygmunt Bauman (1925-2017) nos ayuda:
“Cuando una cantidad cada vez más grande de información se distribuye a una velocidad cada vez más alta, la creación de secuencias narrativas, ordenadas y progresivas se hace paulatinamente más dificultosa. La fragmentación amenaza con devenir hegemónica. Y esto tiene consecuencias en el modo en que nos relacionamos con el conocimiento, con el trabajo y con el estilo de vida en un sentido amplio”.
Un estilo de vida contra el cual gobiernos auto golpistas como el de Javier Milei atentan sin escrúpulos y contra los cuales, aquí en Argentina, una resistencia también de nuevo tipo tiene lugar, una resistencia con nervio vivo y convocante entre sus habitantes de más edad.
Y cómo no escribirlo. Un escritor llamado Adolfo Bioy Casares (1914-1999)- cómplice literario de Jorge Luis Borges (1899-1986)- escribió algunos libros memorables, entre ellos la novela Diario de la guerra del cerdo (1969), que trata de un país en el cual los jóvenes atacan a los viejos…Pues la lucha contra el fascismo de Milei ha vuelto a poner las cosas en su lugar.
rmh/ved