Por Luis Onofa
Un olor a decapitación de la izquierda recorre gabinetes de sectores de la derecha de Ecuador tras los resultados del balotaje del pasado 13 de abril en este país.
De acuerdo con datos del Consejo Nacional Electoral, CNE, el actual presidente Daniel Noboa, de la derechista Alianza Democrática Nacional, AND, logró una victoria sobre Luisa González, de la alianza progresista encabezada por la Revolución Ciudadana, RC, e integrada la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, CONAIE y otras organizaciones políticas y sociales.
Aun cuando el proceso electoral no ha finalizado de manera oficial, porque la RC ha impugnado más de cinco mil actas, voceros de la derecha han expresado que este momento es la oportunidad para acabar con esas organizaciones. Han dicho que la RC ha quedado dividida y liquidada tras el balotaje; que su líder histórico Rafael Correa está acabado políticamente, y que Leonidas Iza, presidente de la CONAIE, debe renunciar a la dirección de su movimiento. En fin, a todo lo que emane un aroma de izquierda desearían darle la estocada final para limpiar el camino para la derecha y el neoliberalismo.
Esas pretensiones no son nuevas. Han aflorado en anteriores elecciones. En cada evento hubo círculos mediáticos hegemónicos y de la propia derecha que confesaron de manera pública, con un aire neofacista, que cada suceso fue ocasión para “enterrar al correísmo”.
No les fue posible. Y, al parecer, ahora tampoco, porque las fuerzas progresistas, pese al resultado adverso en la elección presidencial, conservan una amplia adhesión: obtuvieron el 45 por ciento de votos en las dos elecciones de este año. La RC por sí sola ganó la primera mayoría en la Asamblea Nacional y tendrá 67 de las 151 curules en la próxima legislatura. A ese bloque hay que sumar los nueve de Packakutik, expresión política de la CONAIE. Esta vez, la derecha se aglutinó en torno a Acción Democrática Nacional, ADN, de Noboa, y logró 66 curules.
En esas condiciones, ¿cómo “liquidar” al “correismo” y por extensión al líder indígena Iza? ADN tiene varias cartas. La primera, minar los bloques progresistas para llevar a sus filas a todos los asambleistas que le sea posible. Para ello cuenta con la ventaja de estar en condiciones de seducir a los legisladores con todo el poder que tiene Noboa desde el gobierno. Esa carta se juega estos días en la selección de los candidatos a la presidencia de la Asamblea Nacional. AND aspira a que esa dignidad sea ocupada por la madre de Noboa, Anabella Azin y, con ella controlar también la legislatura.
Otra carta es revocar el mandato del alcalde de Quito, Pabel Muñoz, de la RC, proceso para el cual, el CNE ha dado su visto bueno. Es una batalla de alto contenido simbólico y estratégico, no solo porque la ciudad es la capital administrativa, sino también política del país. Volverán a confrontar las estructuras de base popular de la RC y el poder financiero gubernamental, privado y mediático con los que cuenta la derecha. Por lo pronto, a fuerza de años de martillear la conciencia no solo de las capas medias de población, sino también las populares, inclusive marginales, la derecha ha logrado revertir la tendencia progresista que tradicionalmente había caracterizado a los votantes de la capital ecuatoriana.
Un tercer campo de batalla, el más importante, será la convocatoria a una Asamblea Constituyente con la que Noboa aspira a desmontar la constitución de 2008, aprobada en consulta popular en el gobierno de Correa, y con ello acabar con la hegemonía del estado sobre los sectores estratégicos de la economía, con el carácter plurinacional del estado, con derechos laborales y derechos de la naturaleza, principios que llevaron a que esa carta sea reconocida en el exterior como una de las más avanzadas del mundo. Un proceso constituyente bajo el liderazgo de la derecha podría también eliminar la prohibición de instalar bases extranjeras en el país, principio que el actual mandatario está empeñado en borrar mediante una reforma constitucional en curso en la Asamblea Nacional.
Muchas de las normas de la actual carta magna han sido modificadas por los sucesivos gobiernos neoliberales que se instalaron en el país a partir de 2017, pero ellas, a los ojos de la derecha, siguen siendo insuficientes para liberalizar la economía y los derechos sociales.
Todas las cartas que tiene a mano Noboa están acompañadas de restricciones de derechos ciudadanos, que el gobernante ha aplicado y seguirá aplicando con el argumento de que lo hace para enfrentar la violencia provocada por el narcotráfico. El país se encuentra en estado de guerra contra el terrorismo desde comienzos de 2024, a poco de que Noboa se instalara en el gobierno. Ese marco institucional unido a sucesivas declaraciones de estados de excepción han constituido una velada advertencia contra cualquier protesta popular.
En esas condiciones, continuar construyendo su unidad para las nuevas batallas que deberá protagonizar en el futuro inmediato es el camino que tienen por delante las fuerzas progresistas de Ecuador tras los resultados del balotaje del pasado 13 de abril.
Tras conocerse los resultados del balotaje algunos opinadores se apresuraron a echar a correr el rumor de fracturas en la RC, uno de los pilares de la alianza de izquierda y en la CONAIE. Pero los asambleístas electos de RC, ratificaron su lealtad al proyecto político de su movimiento y su adhesión a su programa de gobierno.
El líder de la CONAIE, Leonidas Iza, salió a defender el salto histórico que dio su organización para superar sus diferencias con la RC e insistió en que Noboa representa a sectores hegemónicos que por 500 años han explotado a la población indígena. Respondió de esa manera a las críticas que ha recibido al interior de su organización por haber optado por sumar fuerzas con la RC.
Iza instó a discutir los problemas estructurales del país. Recordó que las condiciones reales de vida de los pueblos indígenas no han cambiado. El 90 por ciento de ellos aún está en la pobreza y en la extrema pobreza. Eso importante clarificar en esta coyuntura, dijo, para no acabar celebrando la democracia y la libertad de la “monarquía” que en este momento apunta a gobernar Ecuador, en alusión a la perspectiva de que Noboa, desde la presidencia de la República, y su madre, Anabella Azin, desde la presidencia de la Asamblea Nacional, regenten el país.
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