¿Se proyecta el fantasma del 1 de abril de 1964?
Por Gustavo Robreño Dolz
Las más recientes amenazas, agresiones y abiertas interferencias en los asuntos internos de Brasil como forma de favorecer los intereses geopolíticos y económicos del actual régimen imperialista yanqui- esta vez encabezado por Trump- hacen reaparecer interrogantes e incertidumbres acerca del futuro de ese enorme e influyente país, uno de los cinco mayores del mundo y el mayor de América Latina y el Caribe, con población cercana a los 250 millones de habitantes, más de ocho millones de kilómetros cuadrados de extensión territorial, y un extraordinario potencial económico y científico con promedio entre los países más desarrollados del mundo. Geográficamente, es limítrofe con todos los países de América del Sur, a excepción de Chile.
Tal escenario, suscintamente expuesto, hace que cualquier suceso con él relacionado lo haga objeto de atención y repercusión mundiales, de ahí que los reiterados insultos, pretendidos chantajes y sanciones por parte de Trump no pueden ser ignorados mundialmente y traigan inexorablemente remembranzas con un pasado no tan lejano y peligrosamente amenazante, clausurado aparentemente tras el año 1985, mediante las luchas incesantes y esforzadas del pueblo brasileño en los más diversos ámbitos, que costaron cuantiosos sacrificios y una elevada cuota de sangre, de héroes y mártires que hoy no olvidan los brasileños.
Surgieron también con ímpetu en medio de aquellas luchas nuevas figuras y organizaciones que ganaron el apoyo popular rápidamente y contribuyeron a abrir una nueva etapa que aún no culmina y, con no pocos altibajos, se lleva a cabo desde entonces.
Pueden citarse como ejemplos, la figura de Luiz Inacio Lula da Silva- tres veces presidente de la República- y organizaciones como el Partido de los Trabajadores y el Movimiento de los Sin Tierra.
En el importante terreno de las ideas, no puede olvidarse que fue Brasil la cuna para el surgimiento y desarrollo de la Teología de la Liberación durante aquellos años, marcando decisivas influencias no solo en el seno de la Iglesia Católica, sino de la humanidad en su conjunto.
Observando los acontecimientos actuales no es extraño que muchos se preguntan al interior de Brasil y fuera de este, si no estaremos presenciando, como hace 50 años, la fragua y preparación de una conspiración imperialista-oligárquica organizada desde la Embajada de Estados Unidos que culminó con el derrocamiento sangriento y por la fuerza del gobierno democrático y constitucional del presidente Joao Goulart, que dio inicio al largo e infame período dictatorial, y fue coincidente con Chile, Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay y la siniestra Operación Cóndor en el sur del Continente.
En el caso brasileño, no carece de lógica y de advertencia esa preocupación rememorial del 1º de abril de 1964, cuando mucho de lo que hoy ocurre allí- aunque dentro de un momento histórico diferente- parece recordarlo.
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