Por Luis Onofa
Liquidar a la oposición o al menos debilitarla para las elecciones de gobiernos seccionales de medio período y para los comicios generales de 2029 a los cuales planea presentarse para la reelección, marcan la gestión de Daniel Noboa, cuando se aproxima a completar dos años en el gobierno de Ecuador.
En el más reciente paquete de propuestas enviadas a la Corte Constitucional, paso previo a una consulta en las urnas, consta una que prohíbe el “uso del nombre, imagen, voz o apoyo en cualquier forma y/o medio, de personas con sentencia ejecutoriada por delitos contra la administración pública en campañas políticas o medios de difusión”.
Aunque no lo menciona de manera expresa, ese veto está dirigido a maniatar políticamente al ex presidente Rafael Correa, líder de la Revolución Ciudadana, de tendencia progresista, la más fuerte opositora de Noboa en la Asamblea Nacional, pese a toda la campaña de desprestigio de la que es objeto esa organización partidista.
Semejante maniobra, en caso de concretarse, recuerda tiempos críticos de la política ecuatoriana en los que, sin pudor alguno, unos actores cortaban el paso, inclusive con golpes de estado, a caudillos que gozaban de simpatía popular y podían haber llegado a la presidencia del país. Ese fue el caso de Asaad Bucaram en las décadas de los años 60 y 70 del pasado siglo XX.
La proposición de Noboa sigue a la revelación de su canciller, Gabriela Sommerfeld, de que el actual gobernante ecuatoriano, planea postularse para su relección en 2029. Esa declaración, que la ministra hizo pública en el contexto de su evaluación de la visita del secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, no fue amplificada por los medios hegemónicos, pese su trascendencia política.
Si la Corte Constitucional diese paso al pedido de Noboa y si este obtuviese voto favorable en una eventual consulta popular, esa prohibición sería un recurso que se sumaría a los numerosos procesos judiciales y relatos mediáticos que Correa ha enfrentado desde que terminó su mandato en 2017, como parte de la persecución política de la que es víctima por sus adversarios.
El ex gobernante sigue presente en la memoria de estratos populares y en algunas capas medias de la población, pese al auto exilio en Bélgica al que se ha visto forzado, mientras se acentúa cada vez más la crisis social y económica del país.
La RC se ha mantenido en la palestra en todos los procesos electorales que se han sucedido desde 2017, comenzando por la elección del propio Lenin Moreno, quien ganó en 2017 con una intensa campaña personal de Correa, aunque después le dio las espaldas y persiguió a su mentor. Aquella organización política ha triunfado o se ha posicionado en lugares estelares de los eventos electorales que se han sucedido desde entonces en el país.
De ese fenómeno parece haberse dado cuenta Noboa cada vez con mayor claridad. Por ello ha pasado de su promesa de no perseguir a sus opositores políticos, que la hizo de manera pública en su primera campaña electoral en 2023, a un discurso con el que responsabiliza a Correa de todos los problemas que enfrenta el país. Ese discurso ha atrapado a un considerable porcentaje de la población, pero hay otro, muy numeroso, que a la hora de votar continúa escogiendo a “los candidatos de Correa”.
Pero el eventual veto al ex mandatario no es el único recurso con el cual Noboa se prepara para las elecciones seccionales de 2027. También está adecuando las estructuras de su partido para lograr el objetivo de ser reelegido. Acción Democrática Nacional, ADN, en su reciente asamblea, acaba de designarlo como su presidente nacional. Además, estrechos colaboradores suyos en el gobierno lo acompañarán en puestos directivos para la campaña electoral de 2026.
No obstante, el actual mandatario enfrenta una caída por debajo del 50 por ciento en la aceptación de su gestión gubernamental, después que frisara el 80 por ciento tras posesionarse para su segundo mandato, en mayo pasado. La razón para ese declive es la incapacidad del gobierno para al menos atenuar la ola de crímenes que comete el narcotráfico en el país, y la persistencia de un agudo desempleo de la población en condiciones de trabajar.
Sin embargo, esos mismos factores han dado pie a que organizaciones de trabajadores de campos públicos y privados, pensionistas, indígenas, y organizaciones sociales comiencen a reagruparse para actos de protesta callejera, a medida que les golpea el modelo neoliberal de Noboa. De modo que la oposición al mandatario radica no solo en la Revolución Ciudadana, sino en un espectro de organizaciones sociales.
El momento por el que atraviesa Ecuador es crítico: estancamiento de la economía, altos índices de desempleo, una profundización de las desigualdades y violencia del narcotráfico en las zonas marginales urbanas.
La gestión del joven multimillonario Daniel Noboa, está caracterizada por esfuerzos para consolidar el modelo neoliberal, destrozar la constitución progresista de 2007, legalizar y legitimar el autoritarismo y alinearse de forma incondicional a los objetivos estratégicos de Estados Unidos.
¿A Noboa le será suficiente con anular a Correa para lograr su objetivo de ganar los comicios de 2027 y 2029? La política no es solo cuestión de actores aislados de su contexto histórico. Hay fuerzas políticas y sociales progresistas que transitan por un camino diferente.
rmh/lo