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lunes 13 de octubre de 2025

Ecuador: ¿Embestida final contra una Constitución progresista

Por Luis Onofa

La derecha ecuatoriana, de la mano de Daniel Noboa como presidente del país, ha comenzado la que aspiraría que sea la embestida final contra la vigente carta magna innovadora de esta nación sudamericana, producto de un largo proceso de lucha y acumulación de fuerzas de organizaciones políticas, sociales, laborales e indígenas progresistas, que culminó con su expedición en 2008.

La Corte Constitucional, bajo fuerte presión del gobierno de Noboa, quien ha contado con apoyo de medios hegemónicos para impulsar su plan, ha dado paso a una propuesta del mandatario de llevar a consulta popular la opción de una nueva constitución.

El argumento de Noboa y del círculo que gobierna el país es que la constitución vigente ha permitido el florecimiento del crimen organizado, fenómeno al que ha contribuido la Corte Constitucional con recientes fallos que han frenado, al menos temporalmente, la aplicación de reformas suyas por el riesgo de que amparen violaciones a los derechos humanos.

Sin embargo, muchos analistas sostienen que las causas profundas de la inseguridad que azota al país son la ineficacia del gobernante y su enfoque equivocado para enfrentar el problema. Noboa ha enfatizado en acciones de fuerza, encargadas a la Policía apoyada por las Fuerzas Armadas, con el saldo de víctimas de violaciones a los derechos humanos, antes que ir a la raíz de los problemas: enfrentar la pobreza de estratos marginales, en donde no por casualidad ha echado raíces el crimen organizado.

El verdadero propósito de Noboa al proponer una nueva constitución es, según muchos analistas políticos, desmontar una carta que crea un estado constitucional de derechos y justicia orientado al Buen vivir, para reemplazarla por otra que recoja principios de su antecesora de 1998, de marcado tinte neoliberal, y que, en última instancia, responda a los intereses del círculo de poder hegemónico al que pertenece el actual mandatario ecuatoriano.

Ese objetivo, buscado por sectores conservadores y ultraconservadores desde el primer día que entró en vigencia la actual constitución, ha venido fortaleciéndose desde entonces, a medida en que aquellas han ido recuperando fuerza.

Entre el cúmulo de garantías que contiene la carta magna ecuatoriana, bajo el concepto del Buen Vivir, están la profundización de derechos a la educación, seguridad social y salud gratuitas, agua, alimentación y vivienda adecuadas, hábitat seguro, espacio público, ciudad, comunicación e información, cultura, recreación libre, deporte. Además, reconoce el carácter plurinacional y multiétnico de la nación y los derechos de la naturaleza, hecho inédito en el mundo, y preserva la soberanía nacional, al prohibir la presencia de bases militares extranjeras en el territorio nacional.

El ex ministro de gobierno de Noboa, José de la Gasca, uno de los pilares del actual gobierno, ha anticipado que la estrategia para plasmar una nueva Ley Fundamental podría ser la búsqueda de objetivos “mínimos” para evitar que eventuales metas ambiciosas provoquen el naufragio de sus planes, como ha ocurrido con otros procesos en otros países latinoamericanos.

Ni Noboa ni sus colaboradores han dado detalles explícitos de esos “mínimos”. A la luz de algunos hechos de la coyuntura podrían vislumbrarse: es notorio que enfrenta dificultades para avanzar en la consolidación del modelo neoliberal autoritario que marca su gestión. Por ejemplo, la Corte Constitucional ha dejado en suspenso algunas de sus iniciativas proclives a la violación de derechos humanos por las fuerzas del orden y otras que buscan privatizar sectores estratégicos en los campos económico y social. Además, el gobernante choca con la resistencia comunitaria e indígena a la explotación minera en zonas sensibles a la contaminación del agua y la destrucción de ecosistemas.

La propuesta de nueva carta magna, de la que desistió al comienzo de su segundo mandato, cuando el escenario político le lucía adverso, la ha retomado ahora. Fue una oferta suya de campaña, que ha estado en su escritorio a la espera de su “timing” (momento políticamente adecuado), según el ex ministro de Gobierno, José de la Gasca.

Ese momento, a juzgar por la declaración del ex titular, habría llegado. Pero ese “timing” está caracterizado por movilizaciones de indígenas, trabajadores y otros sectores sociales en contra de la eliminación del subsidio al consumo de diesel, y por un notorio desencanto de los votantes de estratos populares, inclusive empresariales, que contribuyeron al triunfo de Noboa. En todos ellos es perceptible su preocupación por el sesgo autoritario que marca la gestión del gobernante.

En efecto, los dos años que Noboa lleva en el poder han estado marcados por ese rasgo, que se acentúa cada vez más. El debe de Noboa comienza por la incursión policial a la embajada de México para capturar al ex vicepresidente Jorge Glass, episodio que generó rechazo internacional por violatorio de todas las normas del derecho internacional. Luego, ha puesto en vigor reformas con procedimientos también violatorios de normas constitucionales, los cuales alcanzaron a su propia campaña electoral previa su victoria de abril de 2025: jamás pidió licencia para hacer proselitismo y tampoco encargó el poder a su vicepresidenta, como mandan las leyes que rigen los procesos electorales.

A criterio de algunos observadores, no obstante ese historial de violaciones a la constitución y a leyes nacionales e internacionales, que ponen a Noboa en cuestión, éste busca que los ecuatorianos, al eventualmente aprobarle su iniciativa de nueva carta magna, le den un “cheque en blanco” para instaurar en el país un modelo parecido al del Nayib Bukele en El Salvador.

Pero ese cheque deberá pasar por tres filtros: primero la aprobación de su propuesta de nueva constitución en el referendo del próximo 16 de noviembre. Luego, obtener mayoría suficiente en la elección de los diputados constituyentes y, finalmente, que el pueble le apruebe el texto que preparen aquellos, en otro referendo. En el interim podrían ocurrir muchos acontecimientos por ahora imperceptibles.

rmh/lo

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