Por Frei Betto
En las últimas semanas, Brasil se ha enfrentado una vez más a un problema persistente y mortal: la circulación de bebidas destiladas falsificadas que contienen metanol y otras sustancias tóxicas. Si bien la adulteración de bebidas alcohólicas existe desde hace décadas, el reciente brote de intoxicaciones e incautaciones ha puesto el problema en primer plano y ha demostrado que los riesgos siguen siendo altos para quienes las consumen.
La falsificación de bebidas en el país no es nueva. Desde la producción artesanal no regulada hasta la copia de etiquetas y el embotellado en envases reciclados, el fenómeno está vinculado a factores como los impuestos, la demanda por productos baratos, la actividad de bandas criminales y las deficiencias en la fiscalización. Informes de sectores productivos y organismos reguladores indican un aumento de casos en los últimos años.
En los casos más graves, lo que diferencia la falsificación «económica» (la venta de productos de baja calidad) de la adulteración tóxica es el uso deliberado de sustancias peligrosas, principalmente metanol, para aumentar el contenido de alcohol a bajo costo o «corregir» fallas en el proceso. Esto provoca brotes de intoxicaciones y muertes.
Los casos recientes en Brasil afectan principalmente a adultos jóvenes y a personas que consumen alcohol en bares, fiestas o compran botellas de dudosa procedencia. Los informes estatales recopilados por el Ministerio de Salud indican decenas de casos sospechosos y confirmados, con muertes ya vinculadas al consumo de alcohol adulterado. Además del daño humano directo (muertes, pérdida parcial o total de la visión, lesiones neurológicas y síndrome de fallo multiorgánico), existe un impacto social y económico en las familias y el comercio formal.
Las sustancias presentes en las bebidas falsificadas varían según el objetivo del estafador. La más peligrosa y común es el metanol (alcohol metílico), altamente tóxico. En lugar de etanol (alcohol de bebida), algunas pandillas utilizan metanol para aumentar la potencia del producto barato. Su ingestión causa náuseas, dolor abdominal, deterioro visual irreversible y muerte por depresión respiratoria o síndrome de fallo multiorgánico. Es la principal sustancia asociada con el brote actual.
Otras sustancias incluyen solventes industriales tóxicos utilizados para reducir el coste del procesamiento o corregir sabores, y la contaminación por metales pesados o microorganismos que se produce cuando el envasado se realiza en condiciones insalubres o se reutilizan botellas.
La vigilancia sanitaria, a nivel municipal, estatal y federal, con Anvisa (Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria) a cargo de la coordinación nacional, opera en varios frentes, incluyendo inspecciones e incautaciones; inspecciones de bares, bodegas, distribuidores y puntos de venta para recolectar lotes sospechosos y frenar el comercio ilegal; análisis de laboratorio; envío de muestras a laboratorios de referencia que puedan identificar metanol y otros contaminantes; coordinación con salud pública, notificación de casos sospechosos, definición de protocolos clínicos y movilización de antídotos.
Para desmantelar las redes de producción y distribución, las autoridades públicas deben ampliar la comunicación de riesgos y la orientación para los profesionales sanitarios, y promover campañas para animar a los establecimientos a examinar a sus proveedores y consumidores para que reconozcan indicios de bebidas adulteradas.
Para los consumidores, la mejor prevención es reducir la exposición al riesgo. O eliminarlo dejando de consumir bebidas alcohólicas. Si persisten considerando el riesgo, tomen precauciones como elegir tiendas y distribuidores autorizados; evitar botellas «recuperadas» o puntos de venta de origen dudoso; desconfíen de los precios excesivamente bajos; y revisen los sellos y las etiquetas: sellos de seguridad rotos, etiquetas desalineadas, etiquetas manchadas o información fiscal faltante (CNPJ — Cadastro Nacional de Personas Jurídicas –, lote, fecha) son señales de alerta.
¡Extrema precaución en fiestas y bares! Eviten aceptar bebidas cuyo contenido haya sido transferido a otra botella y rechacen las bebidas ofrecidas por terceros. Si experimentan síntomas después de beber (vómitos, dolor abdominal intenso, visión borrosa, fuerte dolor de cabeza, hipotensión), busquen atención médica de emergencia de inmediato e informen que han consumido alcohol; el tratamiento temprano marca la diferencia entre la recuperación y consecuencias irreversibles. Lleven el envase si es posible. Nunca tomen «remedios caseros» ni aguardiente para «desintoxicarse».
La circulación de bebidas destiladas falsificadas es un problema que combina el crimen organizado, la economía informal y graves riesgos para la salud, y las víctimas pagan con ella y, en ocasiones, con su vida. La respuesta requiere una acción integrada de los servicios de vigilancia sanitaria y salud pública, de la policía investigadora y del control de las cadenas de suministro. E, igualmente importante, una información exhaustiva a los consumidores.
Mientras continúan las investigaciones y se amplían las medidas de contención, es mejor no beber si hay alguna duda sobre el origen de la bebida.
El gobernador de São Paulo, Tarcísio de Freitas, posible candidato presidencial, desestimó públicamente la participación del PCC (Primero Comando de la Capital, una banda del crimen organizado) en la adulteración de bebidas. Resulta extraño que una autoridad pública exonere a una facción criminal de un delito antes de que concluyan las investigaciones a nivel nacional.
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