Por Ollantay Itzamna
Soberanía es el poder que no admite otro poder encima. En ese sentido, soberanía es el máximo poder que asiste a los pueblos para decidir su destino. La resistencia, en cambio, se refiere al acto de aguante constante y duradero que los pueblos sometidos realizan para no desaparecer biológica y socioculturalmente.
Si la resistencia no es transformadora, y no construye soberanía o no tiene como horizonte la descolonización, liberación integral del pueblo, es una herramienta más de dominación permitida o promovida incluso por el mismo sistema colonial imperial vigente.
En días recientes, comunidades, pueblos y movimientos sociopolíticos, articulados en el espacio de Abya Yala Soberana, se reunieron, en Guatemala, en su III Encuentro Continental denominado: Decolonialidad desde los pueblos para el buen vivir. Participaron cerca de 200 personas, provenientes de diversos territorios y países de la región, entre los días 8 y 11 de octubre, y concluyeron con una caminata por el centro histórico de la ciudad de Guatemala, el día 12 de octubre, arengando: “12 de octubre no es día de la raza, es día de Abya Yala Soberana”.
Entre los contenidos temáticos desglosados en las diferentes mesas de trabajo durante el Encuentro, en los discursos expresados durante el acto de protesta por el 12 de octubre, y en la misma Declaración final del III Encuentro, existe un común denominador: Aspiración sociopolítica e integral por la descolonización de los pueblos y territorios subyugados por los bicentenarios estados criollos (instrumentos de las élites y consorcios empresariales para despojar los bienes comunes).
Movimientos sociopolíticos como Rondas Campesinas del Perú, CRIC de Colombia, Movimiento Amplio por la Dignidad y la Justicia de Honduras, MILPA de El Salvador, CODECA de Guatemala, entre otros, expresan con claridad su aspiración sociopolítica: “Construir poder popular plurinacional y disputar el poder a las élites para crear nuevos estados y nuevos ordenamientos jurídicos para construir buenos vivires”.
De esta manera, la categoría o el término de resistencia indígena comienza a ser puesto en duda en el relato y en los hechos. Los patrones (hacendados o finqueros), en diversos países coloniales del Continente, suelen o solían alardear de sus indios o vasallos: “Este prieto es resistente. Tiene aguante…”. Y así, vía culturalismo y movimientismo, en las últimas décadas la categoría “resistencia” entró en los auto relatos indígenas incluso como una virtud loable para referirse al aguante, al brío, a la pujanza de los pueblos para soportar los cinco siglos de dominación colonial cual si fuésemos acémilas que aguantamos la carga sin morir en el aguante”.
No cabe duda. Incluso en la atmósfera culturalista continental, las insinuaciones del espacio de articulación de Abya Yala Soberana nos desafían a transitar del aguante cultural hacia la construcción del poder plurinacional. Y ello sólo será posible si dejamos de auto nominarnos como América (tierra de Américus) y nos llamamos con nombres y categorías propias (Abya Yala, tierra madura, tierra plena).
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