Firmas selectas

Artículos de Opinión, comentarios y análisis

sábado 22 de marzo de 2025

Perú. El golpe blando

La iracunda arenga pronunciada recientemente por Dina Boluarte trajo al recuerdo un término usado no hace mucho en nuestro continente: la expresión «Golpe blando», una manera de aludir a técnicas conspirativas destinadas a desestabilizar a un gobierno y generar su caída.
Como creador de este mecanismo se considera al norteamericano Gene Sharp quien, primero al servicio de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos y luego a disposición del MOSSAD- el servicio secreto israelí- lo ideó como una manera de dejar de lado los clásicos «pronunciamientos militares» del pasado que dieran al traste con gobiernos formalmente elegidos en distintos países, o simplemente para encarar «crisis de gobernabilidad» en circunstancias particularmente complejas.
«Golpes militares» en nuestro continente, hubo muchos, por cierto. Quizá los que se recuerdan- ocurridos en la segunda parte del siglo XX- fueron los que llevaron al poder a Rojas Pinilla, en Colombia; Velasco Ibarra, en Ecuador; Pérez Jiménez en Venezuela; o Manuel Odria en el Perú.
Ellos fueron la antesala de otros peores, registrados en los años 60, a partir del que derrocara a Joao Goulart, en marzo del 64 por iniciativa de la Escuela Superior de Guerra de Brasil, y que se considera la antesala de los golpes fascistas más crueles de la historia de América: Uruguay y Chile en 1973 y Argentina, el 76.

Estas dictaduras, se impulsaron para «acabar con la subversión» y «pacificar» los países, pero generaron persecución, tortura, decenas de miles de muertes y desapariciones forzadas. Fueron el imperio del terror en su más calificada expresión.
Las acciones de estos años asomaron tan brutales que incluso sus auspiciadores optaron por encarpetar «el modelo», e idearon uno nuevo: el «Golpe blando» que la Boluarte conoce de manera directa por cuanto fue beneficiaria del más reciente ocurrido en nuestro país y que derribara al gobierno constitucional de Pedro Castillo sentándola a ella en la conducción del Estado mediante el uso de bayonetas encubiertas.
Es claro, entonces, que cuando la señora en cuestión habla de «Golpes blandos», sabe lo que dice porque vivió uno en carne propia, solo que del lado de sus autores y no de la víctima. Ahora, teme serlo ella. Y es que sabe que no puede estar mucho tiempo sentada sobre el cañón de los fusiles, ni durmiendo entre cadáveres.
Golpes blandos se desarrollaron en América Latina desde inicios del siglo XXI. El primero, fue contra Hugo Chávez, el 11 de abril del 2002, que fracasó. El 2007, sucedió otro, en Honduras, que depuso a Manuel Zelaya. Y otro que acabó con la gestión de Fernando Lugo, en Paraguay en junio del 2012.
Después, el que derribó a Dilma Rousseff, en Brasil, el 31 de agosto del 2026. Se hizo mediante una alevosa maniobra parlamentaria que desconoció su gobierno; y luego, se encarceló a Lula.
Más recientemente en Ecuador se alentó otro desde el Poder, para torcer el rumbo del país y quebrar la Revolución Ciudadana liderada por Rafael Correa, gracias a la traición de Moreno. Y quizá el más reciente, fue el que generó la caída de Evo Morales, en Bolivia, y catapultó a Jannine Añez, el Clon de la Boluarte por trayectoria y, sin duda, por destino.

La historia demuestra que jamás ha habido un Golpe blando- ni duro- para derribar a un gobierno de derecha, reaccionario y antipopular. En eso, Dina está salvada.
Todas estas acciones, fueron manipuladas por la CIA en colusión con las oligarquías locales y las Mafias delictivas que han tornado aún más convulso e inestable el continente.
Por lo demás, no podría hablarse de un «Golpe blando» porque nadie de ese sector golpista estaría interesado en acabar con la gestión de Dina. Preferirían perpetuarla. Cumple a cabalidad la función para la que fuera puesta en el lugar que ostenta: proteger a las Mafias, amparar a las bandas delictivas y a los grupos más perversos que asoman en el escenario nacional: el Narcotráfico, el contrabando, la minería ilegal. Con ellos, marcha sin problemas, coordina acciones y alienta tareas. Es decir, protege y ayuda.
Eso explica su tórrida relación con el ministro del Interior a quien designó en esa Cartera precisamente por sus antecedentes como abogado de bandas delictivas. Sin duda, une a ambos una absoluta confianza que raya en la complicidad. Se conocen al dedillo el uno al otro, y saben que no pueden traicionarse.
Pero hay otro tema. Si ahora ella alude a un «Golpe blando», es porque le teme. Tiene miedo de que algo así le ocurra porque sabe que la secuencia inmediata de su caída será la cárcel. Y es posible que ese miedo, tenga un fundamento adicional: debe saber que algo hay tras las movidas aguas que rodean su precario e inconsistente castillo.
Después de todo, las certeras palabras del general Víctor Canales Rosas, en Arequipa y las denuncias del Capitán Víctor Grados, en Ayacucho, no cayeron del cielo. Salieron del alma de nuestros soldados, esos que directa o indirectamente conocieron el legado de Juan Velasco Alvarado y que saben que ni la bandera, ni el uniforme, se pueden enlodar impunemente.

Pero más allá de cualquier modalidad de «Golpe», lo que el país exige es una legítima salida democrática y popular que afirme la voluntad ciudadana y establezca bases para un país distinto y distante del que, en años recientes, han tenido bajo gestión administraciones mediocres ajenas al sentir nacional.
rmh/gem

Logo de Prensa Latina
Más artículos :

……………………………………………….

Las opiniones expresadas en estos artículos son responsabilidad exclusiva de sus autores.

……………………………………………….