Firmas selectas

Artículos de Opinión, comentarios y análisis

jueves 2 de octubre de 2025

Alí Babá y su banda de ladrones

Por Frei Betto

Como en un antro de criminales, 353 diputados federales intentaron violar la Constitución. Orquestaron un asalto masivo a la democracia. Ataviados con chalecos a prueba de críticas, denuncias e investigaciones incómodas, los artífices de la PEC (Propuesta de Enmienda a la Constitución) del Blindaje tuvieron la osadía de aprobar, en régimen de urgencia, a las 23h30 del 16 de septiembre, el proyecto de ley que garantizaba inmunidad e impunidad a quienes ya disfrutan de salarios exorbitantes, diversas prebendas y una regia cornucopia llamada enmienda parlamentaria.

El problema es que, en el Congreso, hay congresistas que priorizan la ética y dieron la voz de la alarma que expuso la criminalidad. El texto, que se suponía consolidaría un cinturón de inmunidad e impunidad, se convirtió en blanco de duras críticas.

Mientras dentro del Congreso los discursos intentaban justificar lo injustificable, afuera, la historia avanzaba en otra dirección. El domingo 21 de septiembre estuvo marcado por manifestaciones en 27 capitales y varias ciudades de todo el país. Miles salieron a las calles para decir lo obvio, algo que algunos legisladores fingen no oír: Brasil ya no soporta más blindajes; quiere transparencia. No exige silencio; exige voz.

Lo más irónico es que la PEC pretendía distanciar aún más a la clase política del control popular. Al final, tuvo el efecto contrario: convirtió al Congreso en el centro de atención. Las discusiones transmitidas en vivo, la movilización en redes sociales, las protestas en las plazas; todo esto reforzó la idea de que blindarse en una democracia suena a una admisión de culpa. El blindaje se convirtió en vidriera, exponiendo contradicciones y debilidades.

El domingo, los carteles hablaban por sí solos. Algunos se burlaron: «¿Blindarse? Ni siquiera los bancos pueden resistir a los ataques de hackers». Otros prefirieron un tono serio: «La inmunidad pertenece a la Constitución, no a los políticos».

La paciencia de la sociedad no es infinita. El Congreso puede incluso postergar, pero no puede ignorar, la presión cuando esta se materializa en miles de personas marchando, gritando y exigiendo. Y esto en vísperas de un año electoral. Afortunadamente, el Senado, presionado por las calles, tiró el proyecto de ley a la basura. Y Hugo Motta (Presidente de la Cámara de Diputados) quedó abandonado a su suerte…

La PEC fue una clara demostración del afán de autoprotección de los diputados federales, casi un instinto de supervivencia en Brasilia. Pero la creatividad institucional tiene límites cuando solo sirve a quienes legislan. El laberinto de articulaciones, negociaciones y concesiones fue herido de muerte por la movilización popular.

El episodio nos enseña que la mejor protección que puede tener un parlamentario es la coherencia entre el discurso ético y la práctica política. No se necesita una PEC ni ingeniería jurídica; simplemente hay que votar en función del interés público y respetar a quienes lo eligieron. Parece simple, pero, dada la situación actual, sigue sonando a utopía.

El domingo 21 de septiembre de 2025 entró en la cronología de las fechas en las que la calle habló más fuerte que el Congreso. La aprobación de la PEC en la Cámara de Diputados reveló al país quién aún cree que la democracia es sinónimo de privilegios y negocios turbios.

Esto demuestra también que, afortunadamente, hay quienes se niegan a permitir que la casa legislativa se convierta en una guarida de Alí Babá y su banda de ladrones.

rmh/fb

Logo de Prensa Latina
Más artículos :

……………………………………………….

Las opiniones expresadas en estos artículos son responsabilidad exclusiva de sus autores.

……………………………………………….