¿Qué va a pasar?
Por Mariano Bullón Méndez*
Especial para Firmas Selectas de Prensa Latina
El llamado “efecto Trump” ha producido un reacomodo de las placas tectónicas en América Latina y el Caribe, en lo que atañe al interior de las economías, la formulación y ejecución de las políticas y la dinámica de los procesos de integración tanto regionales como extra-regionales.
Bajo el influjo de la incertidumbre generada, las amenazas y órdenes ejecutivas firmadas en sus primeros 100 de administración, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha puesto en alerta y en movimiento a la región y al mundo entero. Desde su campaña electoral, su discurso mantuvo un tono amenazante.
Al asumir el cargo el 20 de enero de este año, generó una gran incertidumbre en América Latina y el resto del mundo, por lo imprevisible de sus decisiones y el tono amenazante mantenido prácticamente para todos los actores -grandes y pequeños- del sistema de relaciones internacionales.
En lo concerniente a México y la región -dentro de las líneas fundamentales de su política exterior- destaca haber cancelado la participación de EE.UU. en el TPP, renunciado a los tratados multilaterales y anunciado un proteccionismo anti-globalización.
En consecuencia, la retirada de Estados Unidos del TPP, privilegiando los acuerdos bilaterales y el proteccionismo, lo ha dejado prácticamente privado de su posible entrada en vigor, debido a que la mayor economía del mundo representa el 60% del Producto Interno Bruto (PIB) total del bloque y alrededor del 40% de la población (300 millones, de un total de 800 millones concentrada en las 12 economías que integran ese mega-acuerdo comercial preferencial).
Luego de más de 20 rondas de negociaciones, el TPP fue firmado el 4 de febrero de 2016 en Auckland, Nueva Zelanda. Para su entrada en vigor, debe ser ratificado por los parlamentos de seis de las partes con un 85% del PIB total, y EE.UU. tiene derecho al veto tácito, pues el volumen de su economía deja por debajo de ese porcentaje, incluso, a la totalidad de las 11 economías restantes. A ello se añade que Viet-Nam se retiró en noviembre de 2016 y que Chile ha manifestado, en voz de su canciller Heraldo Muñoz, que el tema no está más en la agenda de la cancillería.
La situación creada deja descolocados al resto de los participantes, cuatro de ellos latinoamericanos (México, Canadá, Chile y Perú), que habían cifrado sus esperanzas en ese mega-acuerdo y el incremento del libre comercio y flujo de inversiones. A la vez, ha abierto las potencialidades para el avance de China como segunda economía mundial, en su ascenso no sólo en Asia sino también en la región latinoamericana. Esto último ya con requerimientos de investigaciones más profundas.
De modo que, tras haber sido promovido y firmado por la administración del entonces mandatario estadounidense Barack Obama -incluso bajo el procedimiento de fast track o vía rápida1-, el TPP queda en equilibrio inestable en su proceso de aprobación y entrada en vigor potencial, con nuevos aspirantes a su firma y aplicación. En cuanto al proteccionismo, este puede conllevar una guerra comercial con la consiguiente volatilidad de los precios, algo no deseado por nadie, dada su capacidad desestabilizadora de las economías, ya marcadas por una crisis estructural global del capitalismo.
EE.UU. pretende transitar hacia el bilateralismo, pero el proteccionismo que promueve podría afectar el comercio con gran parte de América Latina y el Caribe, en dependencia del peso del comercio con EE.UU. de cada economía -más en México y Centroamérica, menos en América del Sur y el Caribe. (Cepal, 2017). Ante esa situación, Chile asumió la iniciativa de convocar una reunión de cancilleres de los miembros de la Alianza del Pacífico (ADP).
Ese país suramericano ocupa la presidencia pro-tempore de la Alianza en estos momentos y ha invitado a China, Colombia y Corea del Sur -en diálogo en Viña del Mar, el 14 y 15 de marzo último 2-, a buscar soluciones para mantener algo de lo ya acordado -durante las demoradas negociaciones del TPP- y analizar la posibilidad de incrementar los vínculos con esa dinámica región del mundo que constituye la Cuenca del Pacífico. Ahí se acordó aplicar lo ya pactado en varios años de negociación (unos 10 años) y tratar de incorporar a nuevos miembros con la finalidad de incrementar el comercio intra y extra-regional.
Sin embargo, el comercio intra-regional en el bloque ADP se mantiene en torno al 4% desde los inicios en ese mecanismo de una integración llamada profunda3 -con la Declaración de Lima en 2011, la firma del Acuerdo Marco en Chile en 2012, y más tarde la del Protocolo Adicional (2014) y su entrada en vigor con la liberación casi total de aranceles -el 1 de mayo de 2016-, sin mostrar crecimientos sustanciales. Paralelamente se acordó la creación de una nueva condición: la de miembro asociado.
La ADP ha buscado, por otra parte, el acercamiento con el Mercosur, cuya presidencia pro-témpore descansa en el gobierno de Mauricio Macri, proclive al acercamiento e intercambios con la Alianza. Ya Argentina ha pedido ser miembro asociado. También Nueva Zelanda ha solicitado esa nueva condición -intermedia entre la de miembro observador (la Alianza reúne ya a 51 asociados de este tipo) y la de miembro pleno (hasta ahora sólo los cuatro fundadores, ya mencionados: México, Chile, Colombia y Perú).
Como proyecto alternativo de concertación política, cooperación y unidad para la integración, se desarrolló en enero de este año la V Cumbre de la CELAC en el Centro de Convenciones Barceló Bávaro, en Punta Cana, República Dominicana, en la cual se aprobó la Declaración Política (Celac, 2017), el Plan de Acción para 2017 y unas 20 Declaraciones especiales (contra el bloqueo de Estados Unidos a Cuba, por la devolución de las Malvinas, en defensa de Venezuela, en reafirmación de la Zona de Paz que es y debe ser la región, entre otras), lo cual manifiesta la toma de conciencia sobre la imperiosa necesidad de la unión y la integración endógena y autónoma, así como su importancia de vehículo idóneo para trabajar por su materialización.
Si tomamos en cuenta la desaceleración de los demás procesos de concertación política e integración endógenas en la región y la escasa presencia de resultados tangibles en éstos -además de la sobre oferta de mecanismos y esquemas, la falta de liderazgo y el impacto de los choques externos, con escasa resiliencia actual –tras el fin del “súper-ciclo” de las commodities por parte de la mayoría de las economías-, estamos en presencia de al menos un peligro letal: el virtual fortalecimiento de la ADP.
A lo ya dicho se añaden los intentos recientes de fortalecimiento de la integración en el plano financiero, la situación de crisis en el Mercosur y el acercamiento entre los dos esquemas que pueden, de forma combinada, entorpecer, con la ayuda o bajo el “efecto Trump”, los genuinos procesos alternativos de concertación e integración existentes en la región (Unasur, Celac, Petrocaribe, entre otros).
De modo que el TPP ya no es -y resulta poco probable que logre recomponerse y entrar en vigor- tal como fue firmado. Lo que queda de este mega-acuerdo es lo ya negociado (que no es poco) agrupado en 30 capítulos, sólo dos de estos referentes netamente al comercio.
De aplicarse -como se pretende-, lo ya acordado, entonces existiría el TPP de manera sólo nominal y quedaría la materialización, o no, bajo nuevas condiciones, de las regulaciones ya pautadas por las 11 economías restantes -se excluye EE.UU y tal vez las demás que se retiran, como Japón y Chile, contradictoriamente- más aquellas que se quieran o puedan sumar a estas, bajo los principios del multilateralismo.
La Alianza, por su parte, cobra nuevo auge bajo la presidencia pro-témpore de Chile, que intenta relanzar el proyecto con ya más de cinco años de entrada en funcionamiento, sin resultados concretos, al menos en materia de comercio intra-regional. Tampoco ha funcionado plenamente el Mercado Integrado Latinoamericano, en materia financiera, o sea la integración de las bolsas de valores de las cuatro economías fundadoras (MILA).
Al margen del efecto mediático producido por la gran cantidad de cumbres y reuniones desarrolladas en corto lapso, se ve obligada a ampliar su membresía plena y mostrar mejor desempeño en el comercio intra-regional, además de intentar echar a andar definitivamente el MILA. Eso si quiere mostrarse, realmente, como un camino efectivo a seguir en materia de integración en la región.
La Habana, 1 de junio de 2017.
ag/mb
1- Se trata de aprobar en el Congreso, de manera expedita, sin introducir ninguna enmienda, una iniciativa legislativa o tratado internacional sujeto a firma, como es el caso del TPP. Los legisladores votan a favor o en contra de la totalidad del documento, sin cambiar nada.
2- Ver: Los firmantes del TPP rescatarán lo más sustancial del acuerdo. Americaeconomica.com. 17 de marzo de 2017.
3- La Alianza del Pacífico, en la Declaración de Lima, que da lugar a ésta, manifiesta ser un mecanismo de integración profunda, de libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas, con la mirada puesta en el acercamiento a la región Asia-Pacífico, donde se encuentran ubicadas las economías más dinámicas en la actualidad.
Bibliografía
Americaeconómica.com (2017). Los firmantes del TPP rescatarán lo más sustancial del acuerdo. 17 de marzo de 2017.
Cepal (2017). Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe. Naciones Unidas. CEPAL. LC/G.2698-P. Santiago de Chile. Enero 2017.
Celac (2017). DECLARACIÓN POLÍTICA DE PUNTA CANA. V CUMBRE DE LA CELAC. Punta Cana, República Dominicana, 25 de enero de 2017. Documento en PDF.
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