Por Kintto Lucas*
Para Firmas Selectas de Prensa Latina
Detrás del desierto hay una guerra,
detrás de la guerra un espejismo
rodeado de alambradas,
detrás del espejismo una prisión,
detrás de la prisión
ya son más de ochenta mil,
aunque se perdió la cuenta,
detrás de la cuenta son cinco años
detrás de las mentiras está Zaatari.
Centro de Tránsito Programado, le dicen,
segundo campo de refugiados
más grande del mundo.
Zaatari es un espejismo
cercado por alambres en el desierto.
Pero sus habitantes tienen suerte:
es el primer refugio con energía solar.
Además, tienen cajero automático
y una tarjeta que brindó generosamente el PMA.
Pueden retirar 20 dinares en efectivo al mes.
Con ese dinero, tienen la libertad de comprar
en el único supermercado:
azúcar, verdura y algo más,
huevos no, huevos son muy caros.
Los precios no son más bajos
para no perjudicar el mercado.
Pero no importa,
con solo hacer un click en el smartphone
se puede donar al PMA desde un dólar.
Con esas donaciones, los refugiados
pueden seguir comprando en el supermercado.
Zaatari como Azraq son laboratorios humanos
en las fronteras del capitalismo.
Eso no es poético, pero es la verdad.
¿Qué importa la poesía
en estos descaminos del desierto?
¿Qué son el PMA o la ONU
más allá del cajero automático y las alambradas?
Si volvemos, por lo menos seremos libres
en medio de la muerte, dicen unos.
Acá somos prisioneros
en medio de la vida, dicen otros.
Y al fin de cuentas:
¿qué es la vida? ¿qué es la muerte?
ag/kl