Por Kintto Lucas*
Especial para Firmas Selectas de Prensa Latina
Un día, un tal Jesús
expulsó a unos mercaderes de un templo,
entonces lo mandaron a prisión
y luego lo crucificaron.
Para los mercaderes,
el tal Jesús era un revoltoso.
Era la Pascua,
luchas políticas y económicas se sucedían
y las monedas de los mercaderes
no se podían cuestionar.
El tal Jesús, que no era ningún Dios
ni caminaba sobre el agua,
pero al fin de cuentas era un rebelde,
con sus pequeñas luchas
fue creando fama en Jerusalén.
Los guardias del templo lo detuvieron
y un tal Poncio Pilato se lavó las manos,
según dicen por ahí.
Los mercaderes se hicieron
dueños del comercio y las monedas,
y se escondieron en la religión.
De los mercaderes a los mercados,
de las monedas en el templo
al comercio de las cosas,
de la gente, de los animales,
de la naturaleza, del dinero,
de la vida, del mundo.
En estos tiempos y en estos templos,
Jesús no hubiera vivido para contar su historia,
tampoco, y esto es los peor,
hubiese transformado el agua en vino:
los mercados no lo habrían permitido.
ag/kl