Por Kintto Lucas*
Especial para Firmas Selectas de Prensa Latina
Hubo uno allá en la Mancha,
que se le secó el cerebro
entre el poco dormir y el mucho leer,
uno que le gustaban los libros de Feliciano Silva
aquel que habló de las sinrazones,
como si se tratará de huracanes
que se abren camino entre la tierra
y queman la mirada de los incrédulos,
Quijotes y Sanchos perdiendo el sano juicio.
Entonces, cabe una pregunta:
¿Cuales serán las razones y las sinrazones
de Irma para mover los mares hasta la tierra,
juntar todos los vientos en uno,
quebrar la vida hasta las lágrimas
y hacer del día oscura noche?
No faltará quien diga
que Irma y sus razones, o sin razones,
son parte de las tantas plagas
que se le olvidaron contar a Moisés
en su libro más conocido.
Plagas que no se olvidan,
como las novelas de Feliciano de Silva,
que tanto gustaban a Don Quijote
por la claridad de su prosa
y su pensamiento profundo:
la razón de la sinrazón que a mi razón se hace,
de tal manera mi razón enflaquece.
También hay razones que no se olvidan,
incluso a quienes se les secó el cerebro,
no por leer libros de caballería
sino por creer que el mundo de las cosas
es más importante que el mundo de los humanos,
como dijo otro Quijote más allá de la Mancha.
En todo caso, ni Cervantes, ni Moisés
ni la fantástica imaginación
de todos los autores de la Biblia,
podrían describir a Irma
y a su hermanos que vuelan por el Caribe,
como si se tratara de plagas en el Egeo,
ese momento de la vida y la muerte
en que se juntan la belleza y el espanto.
Sin embargo, una cosa está clara:
Irma es la razón de la sinrazón
de los que se les secó el cerebro,
ni de Don Quijote, ni de Feliciano de Silva,
ni de Rocinante, ni de Moisés.
Además, hay que tener en cuenta
que la Mancha no es un huracán,
y el cambio climático no es una plaga
que preceda a los diez mandamientos.
ag/kl