Por Kintto Lucas*
Para Firmas Selectas de Prensa Latina
Se cumplieron cien años de la revolución rusa, y vi que se escribieron montones de palabras sobre el hecho. Y vi también que el hecho sigue siendo un punto de partida y de llegada. Y que los medios de comunicación, a veces quieren ocultar el lugar de partida, pero no pueden.
Tampoco saben cuál será el lugar de llegada pero, por la dudas, tratan de que no se llegué a ese lugar. Los medios de comunicación saben poco de revoluciones, a veces creen saber lo que pasa pero los sorprende lo que no pasa.
En estos días vi también, como había visto antes, que la revolución rusa, fue solo un pequeño momento, un momentito, diría mi abuelo, en la historia del mundo. Y los momentos no son eternos, pero a veces pueden durar cien años, como este hecho que ahora nos ocupa.
Vi, además, que los caminos de Vladimir Ilich Ulianov, más conocido como Lenin, llegaron al Ecuador más que a otras partes, porque en ningún lugar hay tanto Lenin, ni Stalin claro está. Pobre Trosky, de él sí que se olvidaron un poco. Pero si hay tantos Lenin, y Stalin, me supongo, que si no son descendencia, los padres y madres les pusieron esos nombres porque los encontraron bonitos, o quién sabe por ese hecho de hace cien años.
En todo caso, los medios de comunicación tampoco saben de nombres, pero saben algo de apellidos: alguien les dijo una vez, y se lo creyeron, que los apellidos construyeron las patrias latinoamericanas, pero los apellidos no hacen revoluciones, apenas hacen dinero.
Las revoluciones se hacen cada cien años… con nombres o sobrenombres, como Lenin, Fidel, Simón, José, Ernesto, Celia, Dolores, Rosa, Tania, María, Camilo, Pedro, Hebe, Enrique, Guillermo, Ela, Lus, Raúl, Pablo, Tránsito, Nela…
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