Por José Luis Díaz Granados*
Para Firmas Selectas de Prensa Latina
Cuando me preguntaron en La Habana, a comienzos del presente siglo, si mi poema favorito era de Pablo Neruda (o de Rafael Alberti, León de Greiff o Nicolás Guillén), les respondí a mis buenos amigos:
-No, mi poema favorito, aquel que yo siempre hubiera querido escribir, es uno del argentino Fernando Birri, ese poeta diáfano y secreto, pero sobre todo agudo y fantasmagórico director de cine.
Birri, ese hombre tierno con cara de profeta bíblico que -junto a Gabriel García Márquez, Alfredo Guevara, Julio García Espinosa, Miguel Littín, Lisandro Duque Naranjo, Edmundo Aray, Jorge Sanjinés y «el cineasta menos conocido del mundo: Fidel Castro» (al decir de García Márquez)- creó, realizó y desarrolló la épica Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano en «la isla infinita», escribió uno de los más hermosos, misteriosos y fundacionales poemas de la lengua española, aquel que dice:
Yo soy el rinoceronte,
y tú
¿quién eres?
Yo soy la garza.
Yo soy la mariposa
y tú
¿quién eres?
Yo soy la flor de jade.
Yo soy el destino
y tú
¿quién eres?
Yo, el oasis.
Yo soy la muerte,
y tú, y tú,
¿quién eres?
Sobre tí, soy la nieve.
(Lentamente la nieve)…
Birri, que entre sus muchas obras cinematográficas, adaptó y dirigió Un señor muy viejo con unas alas enormes, emblemático cuento de García Márquez, falleció el 29 de diciembre, a los 92 años, en Roma, Italia (donde estudió cine con Gabo en la década de 1950), inundándonos de dolor y vacío a quienes lo conocimos y admiramos. Como quien dice, despedimos el 2017 junto a este extraordinario nuestromericano, amigo de las más nobles causas políticas y humanas, siempre genial y jubiloso, austero, humilde; y, entre los grandes, el más grande.
ag/jld