Por Kintto Lucas
Me dicen que compre zapatos,
entonces me siento y escribo,
pienso,
en los zapatos de Aylan Kurdi
flamantes en la orilla,
en los de aquellos que van
de Honduras al paraíso
sin capellada en el asfalto.
Dios no tiene zapatos,
pienso
en el paraíso no son necesarios,
ni necesita bote
para cruzar el Mediterráneo.
El diablo tampoco tiene zapatos
para caminar en el infierno,
mucho menos un bote
porque se quemaría.
El bote está en el Aqueronte
esperando nuevos pasajeros.
El paraíso y el infierno
son una selfie
aparecen y desaparecen cada día,
como los zapatos
que se rompen de tanto caminar,
o se quedan en la orilla…
ag/kl
*Periodista y escritor ecuatoriano-uruguayo