Por Kintto Lucas
Hoy solo creo en la razón del ermitaño
No de aquel que se retiró a orar en algún monte
como si fuera a buscar la salvación,
ni de aquel que se encerró en un templo
como si fuera a encontrar un resquicio de luz,
ni del que se retiró al desierto buscando un dios
como si los dioses fueran a soportar el viento y la arena sin enfermarse,
ni de aquel que se fue a las cavernas en busca de santidades
como si las santidades fueran parte de la oscuridad profunda,
ni de aquel que andaba descalzamente pobre
como si la pobreza fuera cuestión de zapatos.
Hoy solo creo en la razón del ermitaño…
De aquel que crucificaron por ilegítimo
y por enamorar prostitutas en montes y desiertos,
o el que fusilaron en La Higuera por ser ilegal
como los que cruzan el Mediterráneo,
o el que decidió tomarse el vino
en lugar de comerse las hostias sin sal en algún templo,
o el que prefirió la soledad de la poesía
en lugar de los pasadizos y vitrinas de un shopping,
o el que no aceptó vender sus palabras
aunque se quede solo en medio de la noche,
o el que entró en el templo para expulsar mercaderes
y no volvió nunca más porque ya era un centro comercial,
o el que se tomó una grappa leyendo a Pessoa
en lugar de emborracharse de licor,
de odio y de asco en alguna embajada,
o el que caminó decidido hacia la frontera
pensando que derribaría un muro,
o el que prefirió encerrarse en su mirada y no alquilarla,
aquel que morirá gritando al viento sin esconderse ,
el que no olvida los ataúdes de la memoria,
el que dejó los zapados en el camino o en la orilla,
y el que no teme a la muerte
porque al fin y al cabo,
así sea de rabia, de ternura o de soledad
todos moriremos algún día,
aunque el mundo todo sea una ermita.
En todo caso, hoy… solo creo en la razón del ermitaño.
ag/kl