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jueves 23 de enero de 2025

Guatemala

Indígenas y campesinos incursionan en política

Por Ollantay Itzamná*

Para Firmas Selectas de Prensa Latina

 

En Guatemala, la política, al igual que los otros factores determinantes del país, está pensada y construida para que los excluidos/despojados no puedan ejercerla, mucho menos como derecho. Guatemala es un país donde sólo los ricos y/o urbanos pueden crear partidos políticos, y ganar elecciones. Pero, esta vez, al parecer, ese mito político se diluye.

El próximo 16 de junio, 27 partidos políticos (de estilo tradicional) y un instrumento político  Movimiento para la Liberación de los Pueblos, MLP) competirán para elegir un binomio presidencial, 160 diputados nacionales, 20 diputados al Parlacen y 340 alcaldes con sus corporaciones.

Hace tres años atrás (2016), centenares de comunidades indígenas y campesinos en resistencia, en su mayoría articulados en el movimiento social plurinacional denominado Comité de Desarrollo Campesino (CODECA), ante la incapacidad de la izquierda tradicional de incorporar las agendas sociales en sus narrativas ideológicas, y ante el avance violento del sistema neoliberal, decidieron en asambleas crear su propia organización política.

A fines del pasado año, luego de un apoteósico trabajo de hormigas, lograron inscribir en el Tribunal Supremo Electoral (TSE) el Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP), al que denominan instrumento político. No hubo financiamiento externo. Mucho menos asesoramiento o asistencia técnica de la “envejecida vanguardia revolucionaria” nacional. Fue todo un suceso inédito en casi dos siglos de República. Pero, no hubo tiempo para celebrar dicho acto histórico.

Así, lograron salir airosos de la primera contienda, venciendo nada menos que a la arquitectura legal/electoral minuciosamente pensada por los ricos, para los ricos. Aún están frescos en la retina los malos augurios de muchos actores neoliberales al referirse a aquel atrevimiento: “Estos no pasan de asambleas comunitarias”, “Estos no inscribirán su binomio presidencial”, “Estos no tienen gente capaz”…

En la asamblea nacional extraordinaria de MLP, el pasado 7 de marzo, indígenas y campesinos nuevamente sorprendieron a propios y extraños al proclamar (por aclamación) a la indígena mam, Thelma Cabrera, como su candidata a la presidencia de la República para las elecciones generales venideras.

Cabrera, una reconocida defensora de derechos, casi autodidacta, forma parte del núcleo central del movimiento plurinacional CODECA. Conocida por sus “heréticas” afirmaciones como “En Guatemala los pueblos indígenas no tenemos Estado”. “Nuestra casa llamada Guatemala está corroída por completo, urge un proceso de Asamblea Constituyente Plurinacional para construir una casa nueva con todos/as y para todos/as”… En esa asamblea anunció, además, que Vicenta Jerónimo, otra defensora mam, será quien encabece el listado nacional de diputados.

Si el crear una organización política propia ya era un atrevimiento indo-campesino en un país racista, el proclamar a mujeres indígenas como candidatas a la presidencia de la República criolla es una apostasía al régimen patriarcal. Mucho más en sociedades amantes de títulos o rótulos académicos.

Si bien el método organizativo de MLP, y el perfil de sus representantes, son ya evidencias de otro modo de hacer otro tipo de política en un país acostumbrado a la  chabacanería electorera, sin embargo lo que más desafía a la izquierda y derecha neoliberales son las propuestas de esta organización política.

“No vamos a ganar elecciones. Vamos a crear un Estado Plurinacional, y a nacionalizar todas las empresas y servicios que han privatizado”, sentenciaba con vehemencia y firme convicción Thelma Cabrera en la Asamblea Nacional constitutiva de MLP, en diciembre pasado.

Y así es. Entre los objetivos públicamente planteados por MLP figuran: recuperación de las empresas y servicios privatizados (mediante auditoría de los contratos), creación del Estado Plurinacional desde las autonomías territoriales, proceso de Asamblea Constituyente Popular y Plurinacional, entre otros. Tiene como horizonte declarado el Buen Vivir. Éste es el marco teórico, y narrativa ideológica de esta organización política.

Todo un atrevimiento intelectual y político en un país donde el único horizonte ideológico posible es el sistema neoliberal y su Estado nación criollo. ¡Casi ningún académico o intelectual de izquierda o de centro se atreven a desafiar al totémico sistema neoliberal, ni al Estado fallido criollo! Pero indígenas y campesinos sí lo hacen, y con propuestas, para mal que pese a los “tanques de pensamiento nacional”.

Ahora, el sendero libertario está abierto para los pueblos de Guatemala. La meta no son las elecciones próximas, pero éstas serán una prueba de fuego para esa otra política que emerge en la penumbra política electorera nacional.

ag/oit

 

*Investigador, abogado y antropólogo quechua.
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