Por Kintto Lucas *
Para Firmas Selectas de Prensa Latina
«La vista ya no da como antes», le dice a una vieja alumna, mientras le cuenta de sus últimas presentaciones en el exterior. De los aplausos le cuenta, de la vibración de otros públicos al verla, de las miradas casi hipnotizadas, de la vida… Y la vida está ahí, siempre llena de todas las formas de la tierra, que es como decir del cuerpo, o sea de los colores. Aunque cuando piensa en el mirar un poco apagado de estos días la voz cambia…
«Pero qué importa la vista cuando llevas adentro todo el movimiento del mundo», le responde su alumna, quien sabe y conoce que ella siempre tendrá ojos para ver mientras su cuerpo vuele. Y las imágenes estarán ahí, mientras haya un escenario donde bailar, donde caminar por el aire, donde crear todas la esculturas posibles e imposibles, donde acariciar el cielo con las manos y los pies…
Ella anda por los setenta y cada vez que sube a un tablado, de los tantos que la piden por el mundo, sigue siendo una jovencita y sigue haciendo envidiar toda la vida de su cuerpo, que es como envidiar que no hayan pasado los años, o que pasaron pero nadie los vio. Y cada vez que baila deja toda la imagen y la imaginación y la pasión y los sueños que lleva adentro, que es como llevar a toda Cuba en su bailar, a su Marianao, a todos los haceres de la Revolución.
El movimiento lo lleva en la piel desde pequeñita, cuando muchos la miraban raramente por el tal placer. Y entonces se fue a Estados Unidos a estudiar ballet clásico, pero en él se sintió como presa, como que vio que su cuerpo necesitaba más libertad para hablar con toda la poesía, para reír y llorar al mismo tiempo. Y allí comenzó a dibujar otras figuras para su cuerpo, y supo romper todas las maneras de moverse que había antes.
Y ya con toda la libertad encima, cuando los barbudos ingresan a La Habana, se vuelve a la isla para tomarse todo lo bueno de la danza de todos los lugares y toda la magia de todos los rincones de su país, y así crear nuevas cosas. Y el baile se hizo parte de la vida de este lugarcito del Caribe, donde ella, Alicia, es como una almita en movimiento.
ag/kl
*( Del libro Mujeres del Siglo XX (Abya Yala, 1995, y varias ediciones posteriores).